En cada uno de sus regresos a Rosario, la Falta y Resto deslumbra con su chapa de clásico, su legendaria tradición murguera y su siempre presente búsqueda de renovación. Esta vez, y de la mano de La Leyenda, la histórica murga uruguaya dirigida por Raúl Castro se permitirá reunir algunos estrenos pero, también, retomar joyas del inmenso repertorio creado a lo largo de casi 40 años de historia. Porque a la presencia de novedades como "Bailando murga oriental" o "El payaso defensor de causas perdidas" se sumarán otras como "El timbero" o "Brindis por Pierrot", presentes en este nuevo espectáculo a partir de un criterio unificador: su vigencia.

Así lo distingue Castro en diálogo con Rosario/12, anticipando el concierto que esta noche a las 21.30 brindarán en el Teatro de Plataforma Lavardén: "Tratamos de desentrañar con canciones de toda la historia de la murga la realidad que estamos viviendo ahora. Rescatan momentos íntimos pero, también, momentos populares, de esquina de barrio, verdades. Es lo que se va a encontrar la gente, a la que trataremos de transmitirles mucha emoción y reflexión. Y risa, por supuesto. Siempre tratando de transformar la realidad en alegría".

En el rubro de las novedades aparece ese payaso luchador que, entre sus causas perdidas, no se olvida de José Luis Cabezas. "Ahí arranca, después pregunta por el Hombre Nuevo, por un montón de cosas -amplía el letrista y director--. Pero creo que no son causas perdidas, porque la única causa perdida es la que se abandona. Por lo pronto, en muchas de nuestras culturas políticas esas cosas parecen que se hubieran relegado definitivamente. No es así, si alguien pensó que la lucha iba a ser de un día, está equivocado: la lucha es de toda la vida. No se detiene nunca, por éso es revolución lo que estamos viviendo. Aunque no sea la revolución política que pensaba la generación de los 60, es lo que está pasando a nivel de redes sociales, de la evolución de la tecnología, de las comunicaciones. El mundo es un gran foro, donde todos discuten con todos, eso la murga de alguna manera lo tiene que reflejar. O, de alguna manera, es un grupo de gente que mete un dedo en esa discusión, hablando en grupo".

- En esto que menciona hay una cuestión clave: la murga se mete en la discusión pero lo hace también desde la calle, en la calle. El problema de la revolución tecnológica es que suele quedarse puertas adentro, no da el paso hacia afuera.

- Sí, sí, pero pienso que hay que tener paciencia. Para la especie que somos... recién nos dan este juguete de la comunicación inmediata, global. No sabemos todavía cómo viene la mano. Pero estoy de acuerdo contigo: por éso hablo de la murga, no hay nada que se compare con ver la cara transpirada del murguista, despintada, pasando al lado de la gente, dándole la mano a una señora, mirando a un pibe para pintarlo. Eso sólo se da con el contacto, como el de un amigo con un amigo. Pero la inmediatez influye, porque la gente exige mucho estéticamente, porque ve mucho, está expuesta a mucho. Entonces hay que ser muy simple, y sabio, para saber transmitir efectivamente, porque si no te convertís en Broadway villero, que está lleno por todos lados. Que no tengo nada contra los villeros, al contrario, pero no haciendo Broadway: hay otras riquezas en la villa que no son precisamente las de los tipos que se llenan de luces para esconder contenidos que no existen. De esto se trata la murga, que es también villera, es esencia. La diferencia entre la masividad y la popularidad es la profundidad. La murga patea en el corazón, hay que ir al fondo de la cuestión, hay que dejar gente con los ojos llenos de lágrimas, otros puteando, otros discutiendo y otros simplemente pensando.

- Si se piensa en esa vigencia de algunas canciones incluidas en La Leyenda habría que preguntarse si en todo este tiempo no hemos aprendido nada: volvemos a enfrentarnos a los mismos problemas.

- Sí, tenés razón. Pero es lo que te decía: no nos engañemos, la lucha no es de un día. Los seres humanos no nos hemos dado el lujo de poder organizarnos de una manera justa, seguimos teniendo la ética de los animales salvajes, donde mueren muchos para que se salven pocos. Una cosa patética dada la capacidad de amor que tiene el ser humano, que es racional. Todavía no nos pudimos dar el lujo de tener una situación justa, entonces peleemos desde la alegría, sigamos insistiendo. No va a ser mañana o pasado, capaz que muchas de las canciones que canta hoy la Falta las va a poder cantar dentro de veinte años, pero capaz que por suerte algunas, como "La educación", quizás no sea tan necesaria, porque nos habremos dado cuenta de la importancia que tiene lo educativo en el progreso de los pueblos.

- En definitiva, si eso pasa, sería un éxito que sus canciones pierdan vigencia.

- Exactamente. Hace un tiempo, en el 2002, 2003, en La Trastienda, en Buenos Aires, vino una muchacha después de que actuáramos y me dijo: "Quería hablar contigo,porque acá estoy, ustedes me estaban buscando". Era Mariana Zaffaroni, una de las niñas desaparecidas durante la dictadura, a la que en el 88 le hicimos la canción "Cómo se hace una niña". ¿Cómo se paga éso? Ahora capaz no tiene sentido cantarla, aunque sí desde lo artístico, porque es muy bella. Y, gracias a Dios, se convirtió en clásico.

- Considerando la existencia de ese repertorio cargado de clásicos, ¿cuánto influye el peso de la historia al momento de escribir una nueva obra?

- Siempre pesa para bien, porque te exige. Y la exigencia es una bendición. Triste sería si después de haber escrito 36 años murga yo pudiese escribir cualquier cosa y la gente la aceptara así como así. Mucho le dimos al público, no sé si calidad pero sí un profundo amor, entonces uno trata de estar a la altura. A veces lográs más cosas y otras menos, porque los letristas también erramos penales.