Sábado, 30 de septiembre de 2006 | Hoy
Esta noche, gratis, se presentan en la Plaza Cívica los álbumes de Olivera & Lúquez y Petteta-Bozzano. El tango, la música contemporánea y el jazz desde la periferia, son las referencias.
Por Edgardo Pérez Castillo
Si bien estéticamente las líneas por las que transcurren Mi refugio y Peaceful journey son disímiles, son varias las conexiones entre ambos discos. Y no sólo porque fue el sello rosarino BlueArt el que los lanzó al mercado, o por la raigambre local de los responsables de haberlos creado (el Dúo Olivera--Lúquez en el primer caso, y la dupla conformada por Marcelo Petetta y Gastón Bozzano, en el segundo), sino además porque es el jazz el lenguaje que sobrevuela esas publicaciones, caracterizadas además por estar conformadas por una diversa gama de autores. Una última conexión: las dos producciones tendrán esta noche, a las 21, su presentación oficial (gratuita) en el salón cultural de la Plaza Cívica, San Lorenzo 1949.
Ya en tren de diferencias, y mientras que Bozzano--Petetta hacen con éste su debut discográfico, Mi refugio representa la tercer producción para la dupla de saxo tenor y piano de Olivera--Lúquez. Luego de una primer experiencia con Contrastes (en la que desde un lenguaje marcado por el jazz abordaban a la obra de Astor Piazzolla) y de un segundo material que, bajo el nombre de Sentido único, mixturó obras del dos por cuatro junto a otras del bossa nova, la dupla sostiene su voz propia en un retorno exclusivo al género ciudadano, aunque ampliando ahora el abanico en su selección de autores.
Al respecto, Lúquez explicó: "Un poco la idea fue hacer cosas no tan trilladas, pero tampoco demasiado desconocidas. Un poco el centro de eso es el aspecto melódico, buscar las líneas melódicas que se presten para el trabajo que nosotros hacemos. Independientemente de que todos los tangos, o la mayoría, son tangos con letra, y tienen el formato de una canción. Pero un poco era buscar la linealidad que permitiera el trabajo que nosotros hicimos con Piazzolla, y también un poco jugando con esta forma nueva, que no es tan larga o tan compleja como Piazzolla, pero que tiene lo suyo".
"Boedo" de Linyera y De Caro, "Flores negras" de Gomila y de Caro, "Mi refugio" de Córdoba y Cobián o "En las sombras" de Meaños y Joaquín Mora son algunas de las piezas que se abordan desde una combinación de saxo y piano que ya circula por su propio camino. Aunque ello no parece facilitar la conformación de un repertorio. "No sé si la voz propia juega a favor --apuntó el pianista--. Un poco la responsabilidad es buscar lo que uno es capaz de hacer con este sonido y esta forma de trabajar. Porque nos ha pasado que hemos probado otras cosas y no funcionan en el dúo, es independiente de que el tango sea de calidad o no, es adaptarlo de forma consciente a lo que uno está haciendo".
Lo que sí está claro es que el retorno al género ciudadano le sienta bien al grupo. "Creo que es el lenguaje donde más cómodos nos sentimos. Ahí también hay un poco de la cuestión subconsciente, uno busca lo que le queda más cómodo. O al menos eso lo podemos decir ahora, quizás mañana con una maduración o algo que se dé nos resulte cómodo otra cosa, pero en este momento creo que con el tango estamos manejándonos con mucha comodidad", admitió Lúquez.
Y si de comodidad se trata, en Peaceful journey Petetta y Bozzano logran plasmar esa sensación de travesía placentera por un espectro de autores que va desde lo anglosajón de Ralph Towner o Pat Metheny hasta las melodías latinas de Carlos Aguirre y el brasileño Sergio Assad. Nacido ocho años atrás con la simple intención de dar vida a un dúo de guitarra y contrabajo, Petetta y Bozzano crearon un proyecto que fue descubriendo su personalidad con el correr de las interpretaciones. "Diría que el dúo fue encontrando una voz propia en esa búsqueda, porque no la teníamos a priori. Tampoco sabíamos lo que queríamos tocar, en todo caso teníamos más claro qué era lo que no queríamos tocar. Entonces un día le hablamos al Negro Aguirre y él nos dio cuatro o cinco temas para que los tocáramos, y así se armó el grupo", apuntó Bozzano.
En cuanto a las metodologías, el contrabajista destacó el respeto por las líneas definidas en las partituras, sobre las que se construye la búsqueda armónica impulsada por el guitarrista. Y ante la ausencia de referencias fuertes en ese terreno de dúo guitarra--contrabajo, el tándem pudo descubrir un espacio musical propio. "Es verdad que si uno sigue trabajando puede llegar a hacer cosas más auténticas, favorece una voz personal. Si escuchás el disco es medio extraño, y tiene que ver con eso", consideró Bozzano, que además valorizó la amplitud genérica evidenciada en su placa debut: "Fuimos seleccionando a partir de las obras que mejor representaban nuestra necesidad expresiva. Y no hay un género que contenga a la propuesta. Uno puede encontrar algunas simpatías entre la música que escribe el Negro Aguirre y las que escribe el brasilero Assad. Pero a su vez eso no tiene nada que ver con lo que escribe Towner, que a su vez no tiene que ver con lo que escribe Diorio, Pat Martino o el mismo Metheny. Desde el punto de vista de los géneros no hay una definición. Marcelo usa una frase en la que dice que nosotros estamos en la periferia del jazz".
Mientras tanto, la placa cobra además un valor extra para la dupla, según concluyó el contrabajista: "Con este disco empezamos a sentir otro amor y otra energía por el dúo. El disco viene a sintetizar eso, y a la vez va a ser la plataforma de partida, la tesis para otro trabajo sobre el cual ya estamos trabajando".
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