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Domingo, 14 de agosto de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › SE PRESENTó EN LA UNIDAD PENITENCIARIA Nº6 EL LIBRO "ENTRE MANDARINAS Y TUMBAS"

La libertad, el encierro y el amor

El volumen, una producción colectiva, es el resultado de la tarea realizada en un taller de escritura, coordinado por una de las personas que se desempeñan como voluntarias en la tarea que se realiza en éste y en otros lugares de encierro desde la Multisectorial de Solidaridad con Cuba y la Patria Grande.

 Por Alicia Simeoni

"Siempre fracasando, hoy gané". La línea, contundente, descriptiva de una, o de muchas vidas, forma parte del libro "Entre mandarinas y tumbas" presentado el jueves pasado en la Unidad Penitenciaria Nº 6, (ex Alcaidía de la Jefatura de Policía), en avenida Francia al 5.200. El volumen, una producción colectiva, es el resultado de la tarea realizada en un taller de escritura, coordinado por una de las personas que se desempeñan como voluntarias en la tarea que se realiza en éste y en otros lugares de encierro desde la Multisectorial de Solidaridad con Cuba y la Patria Grande. La razón de la intervención de la Multisectorial se sitúa a partir de la tarea de alfabetización encarada desde el 2013 con el método y los dispositivos del programa cubano "Yo, sí puedo", aplicado en 33 países de distintos continentes y así, en territorio latinoamericano y caribeño. Nueve hombres jóvenes, en situación de encierro, son los protagonistas de la experiencia de lectura de poesía y textos varios que pudieron expresarse a través de consignas de producción. 'Entre mandarinas y tumbas' (el nombre surge del postre y la comida en la cárcel), fue presentado 15 días atrás en La Habana y dedicado por los internos al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro -en su 90° cumpleaños que se celebró ayer-, y como agradecimiento por la tarea de solidaridad internacional para la que ideó el método alfabetizador.

En octubre de 2015 comenzó el taller que coordinó Ariana Daniele, una joven profesora de francés que cada viernes durante diez meses recorríó los pabellones buscando a los internos inscriptos en la propuesta. Comenzaron 12 pero fueron 9 los que sostuvieron los encuentros semanales en un ámbito en el que comenzó a circular la palabra entre lectura de textos, poemas y el compartir la mirada hacia las obras de artistas plásticos de diversos movimientos. "Y entre no tener nunca una ronda perfecta, ni un silencio absoluto, cargar sillas, luchar por sentarse o no (en el piso de tierra con restos de yerba y colillas de cigarrillos), la falta de lapiceras y recolectar para el mate, hicimos esto. Siempre creí y aún creo que este es un suelo apto para las palabras", dice Daniele en el texto que escribió para ellos. La apuesta parece tener una vocación reparadora a través de la conexión con la propia obra, con la producción material que permite reflejarse con el hilo conductor de la expresión libre, con la construcción de nuevas marcas, vitales para armar un poco de esa subjetividad que permite nuevos roles.

La libertad, el encierro, el amor, la fe, los afectos, la madre, la mesa servida, la vida recorrida siempre en caminos de exclusión - para esta porción de la población se trata de un paisaje cotidiano-, se abordan en el libro, con el recurso que permite la poesía pero aún más de la prosa.

Las producciones tienen autor y cada uno de ellos escribió unas pocas líneas sobre su historia personal: "Mi nombre es Iván Ezequiel Galarza. Muchos no me conocen; siempre fracasando, hoy gané", dice este joven de 25 años que cuando habla con Rosario/12 recuerda que si bien había estado en el sistema educativo "iba a veces y la mayoría de los días no. Tenía muchos problemas para leer y escribir. Por eso me ayudó mucho el 'Yo, sí puedo". También dice que "siempre estuve haciendo cosas malas o dejando las buenas que hacía,.. Si jugaba al fútbol, lo dejaba, si iba a la escuela también la dejaba y con el trabajo hacía lo mismo. Pero pude ir al taller de escritura, salvo dos o tres veces en que falté ". Daniele también explica que a veces no quieren salir de sus celdas para participar, un dato repetitivo en los lugares de encierro donde los estados de ánimo juegan malas pasadas.

"Fue algo bueno porque cuesta mucho expresarse, va a quedar para siempre conmigo. Muchas personas deben creer que aquí adentro no puede pasar nada bueno, pero no es así, pasan cosas sanas". Iván Galarza contabiliza entre las cosas buenas el 'encuentro con dios' -otra situación habitual en el relato de quienes están en los penales- y la concreción del libro. Por eso está seguro qué ya ganó.

Junto con Galarza son autores del libro Víctor Hugo Saldaño, Darío Roldán, Juan Alberto Aricaye, Víctor Fabián Molina, J.F, Víctor Manuel Álvarez, Raúl Ledesma e Iván Baiz. Álvarez también da su mirada y dice que "ahora tiene algo para mostrar". Fue alfabetizado con el "Yo, sí puedo" porque según recuerda lo mandaban a la escuela pero él no iba. "En muchos momentos no valoré el saber leer y escribir; ahora me doy cuenta de todo lo que significa; cuando me traían papeles de mi causa tenía que firmar sin saber lo que decía, o pedirle a alguien que me leyera el escrito. Sentía mucha vergüenza".

Galarza es de la zona de Empalme Graneros, Álvarez de barrio Plata y el resto del grupo también es de Rosario. Sólo uno de los integrantes es de nacionalidad paraguaya. "Estos son nuestros analfabetos, son jóvenes de nuestra zona, no es que vienen desde otros lugares. Es importante tomar conciencia de esta realidad para asumir la falta de políticas públicas en la materia. Si esto es posible desde la Multisectorial, ¡qué se haría desde una verdadera instrumentación estatal!", reflexiona Guillermo Cabruja, coordinador del "Yo, sí puedo" en la cárcel. Como lo ha hecho en otras oportunidades señala una postura crítica hacia la acción de la Municipalidad local en la implementación del programa. "LA MSC en Rosario trajo el "Yo, sí puedo" a la ciudad y logró que se convierta en política de Estado, pero no se aprovecha como debiera por temas burocráticos y hasta partidarios. La Multisectorial está convencida de que hay que trabajar con todas las organizaciones políticas, sociales, religiosas, comunitarias. Son estos espacios los que tienen las mayores inserciones en los territorios y relaciones con las personas que no saben leer y escribir. Pero la Municipalidad no lo hace así".

El jueves pasado, durante el acto en la UP N° 6, Cabruja señaló que el libro 'Entre mandarinas y tumbas' "es la producción más visible del trabajo de alfabetización en el que nos sentimos representados todos", y recordó que con el "Yo, sí puedo" se alfabetizaron en el mundo cerca de de 10 millones de personas y de ellos miles en la Argentina, según datos reconocidos por la UNESCO. El método creado por la pedagoga cubana Leonela Relys a pedido del comandante Fidel Castro Ruz fue rápidamente adoptado por Venezuela que pudo proclamar que su territorio estaba libre de analfabetismo, como también lo hizo Bolivia y no lo ha hecho la Argentina. Por eso los internos, escritores, le dedicaron al comandante cubano "Entre mandarinas y tumbas", con la excusa de los 90 años que cumplió en el día de ayer.

Cabruja y Norberto Galiotti, titular de la MSCR presentaron recientemente "Entre mandarinas y tumbas" en el auditorio de Radio Habana y en la sede de la Casa del Niño y la Niña, también en la capital cubana, donde concurrieron educadores e intelectuales interesados en la experiencia, la primera que se realiza en un contexto de encierro. En el encuentro estuvieron dos históricos representantes del la solidaridad con Cuba que comenzó aún antes de la revolución: Lindolfo Bertinat y Nelson Suárez, a quienes también se reconoció en el país caribeño.

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El libro se presentó en Rosario y también en Cuba en los festejos por el cumpleaños de Fidel.
Imagen: Sebastián Vargas.
 
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