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Sábado, 7 de octubre de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › ALFREDO CASERO VUELVE AL RUEDO CON UNA OBRA DE TEATRO

"Hago lo que se me antoja, siempre"

"Voy a hacer recagar de risa a todo lo que me pongas adelante", promete respecto a "The Casero Experimendo", un estreno nacional.

 Por Edgardo Pérez Castillo

"¡No me digas que encontraron a Julio López y que está en Rosario, o en Granadero Baigorria!", dispara Alfredo Casero, llevando de inmediato su entrevista con Rosario/12 a un clima de distensión que le permitirá explayarse con libertad sobre temas diversas, aunándolos al pasar (y sin detenerse) con la misma soltura con la que, seguramente, lleva adelante The Casero Experimendo, la obra que esta noche (desde las 21 en el Teatro Broadway) estrenará a nivel nacional, para marcar su regreso a la ciudad.

Y así como su anterior visita lo encontró ligado a su faceta musical, esta vez la musicalidad se hará presente de otras maneras: "Tiene mucho que ver con la musicalidad de la palabra, la musicalidad de escuchar cómo suenan las palabras. Yo me he dado cuenta que muchas de las cosas que hago, perdón por la autorreferencia pero estoy hablando de mí, tienen que ver con lo que me moviliza. Profundamente creo que tiene que ver con una cosa de la infancia, donde yo tuve mucha música en mis oídos. No sé si escuché tanta música como escuchaban los pibes que vivían en el 7º, y yo vivía en el 9º. Creo que siempre, aparte de cantar, fue imaginarme cosas para música, jugar un poco con lo musical. De ahí sale mi fuego, pero lo que voy a hacer ahora con Experimendo no tiene nada que ver. O tiene todo que ver... Parece complejo pero no lo es".

"Hago lo que se me antoja siempre, pero no lo hago desde la rebeldía, sino porque creo que es un derecho de cualquiera --continuó el actor--. Cualquiera tiene derecho a poder hacer lo que le gusta, lo que quiere, lo que tiene ganas. Entonces constantemente lo que hago es explicarle a los demás con el ejemplo. Por ahí hago cosas que no tengo ganas de hacer, y sé que no tengo ganas de hacerlas, y al final resulta que tengo razón. Me voy dando razón a mí mismo y no me queda otra que darme la razón y ver qué es lo que puedo cambiar. Cada vez que estoy con la gente en el teatro, cada vez que estoy solo, me doy cuenta que no necesito tener 45 músicos, ni demostrarme a mí mismo que tengo que llevar cinco en el coro para poder valer algo. Cada vez que me doy cuenta que, esté o no esté, la gente se conforma viendo un programa como Cha Cha Cha, que empezó en el `92 y sigue en el aire con vigencia. Siempre mi trabajo tuvo que ver con mi carrera, la cual subió, creció, bajó, se estancó, pero lo que vale más es tener la posibilidad de poder compartir con la gente un momento en el que puedan hacer lo que se les antoje, lo que tenga ganas".

Aunque no hará referencia a ello, en cada una de esas incursiones antojadizas Casero logró buenos resultados. "Esa cuestión de que la gente se divierte y no entiende es un clishé que me hace acordar a esos tipos que tienen un perro grande, un Gran Danés, y le dan polenta y comida para perros. Claro, si le das siempre eso, no pasa nada, es lo que hay. ¡Pero que ese perro no conozca el osobuco! Porque después se va a cuestionar la comida de perro. Eso es lo que quieren de alguna manera: no le des nada más que la comida para el perro. Cuanto mucho lo que hacen con la televisión es ponerte una salchicha arriba de la polenta, es éso nada más. Yo tengo ganas de romper con todo eso, y de alguna forma jugamos constantemente con el dolor. Está eso de que la comicidad sirve para acallar el dolor. La comicidad sirve para reírse, y el humor es otra cosa. El humor es algo líquido, que fluye, que sube, que va. Y a mí me gusta ver con qué me encuentro, qué tengo para dar, porque ahora en Experimendo están mis dibujos animados, que estuve haciendo casi un año. O hago cosas que a mí me hacen reír mucho, porque no tengo más ganas de hablar, sino de actuar. Eso me pasa aparte porque el de Rosario es un público muy calificado, y no lo digo de chupamedias, sino por el humor que consumió siempre, y fuera de lo que es Olmedo, Fontanarrosa, es el humor de la gente común, un humor profundo de la gente en la calle. La verdad estoy con unas ganas de ir que me muero. Yo voy haciendo la obra delante y detrás de la gente. Es como navegar, o ponés todo el trapo o andás a motor despacito. Yo voy a poner todo el trapo. Tengo unas ganas... boludo, es como si me hubieran sacado de la cárcel y me presentaran una prima de 14 años (risas). La quiero olfatear como un perro, aunque sea (risas). Y espero que vengas, porque te aseguro que te voy a hacer recagar de risa a vos y a todo lo que me pongas adelante".

- Hablaba de la vigencia de Cha Cha Cha y hoy realmente la televisión es como una salchicha tirada arriba de la polenta...

- (Interrumpe)... no, es polenta, a veces cada tanto alguien se apiada y tira la salchichita. Y ni siquiera llega a ser salchicha, es una salchichita picada, que es como si fuera nada. Porque ni carne picada es.

-En ese contexto, ¿no le dan ganas de tirar un pedazo de osobuco?

- No, no, porque no quieren avivar al Gran Danés de que puede comer otra cosa que no sea alimento balanceado. "Así está bien, la gente es boluda, entiende eso". La verdad es que no tengo más ganas de hacer televisión.

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