Sábado, 7 de octubre de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "MADAGASCAR" SE PRESENTA EN EL CULTURAL DE ABAJO
Desde distintos puntos de vista, Madagascar puede ser tomada como un buen augurio al momento de contemplar la realidad del teatro rosarino. Por un lado, resalta una cuestión casi numérica, pero ciertamente poco habitual: es ésta la tercer obra de Leonel Giacometto que, en lo que va del año, se estrena en el circuito comercial. Por otra parte, el dramaturgo logró incorporarse al trabajo del director Pablo Fossa y de los actores Raúl Santángelo y Juan Nemirovsky, conformando así una "dramaturgia de gabinete" que esta noche a las 21 --y continuando cada sábado de octubre y noviembre-- presentará sus resultados en el Cultural de Abajo (San Lorenzo y Entre Ríos).
En ese sentido, fue Giacometto quien relató a este medio los caminos que llevaron a la conformación del equipo de trabajo, y al nacimiento mismo de la obra: "Desde hace dos años estoy investigando cosas del nazismo, y a partir de una obra que escribimos con Patricia Suárez, Herr Klement sobre Adolf Eichmann, me enteré de este tema de Madagascar, la reserva que tenían planeada para trasladar a los judíos antes de los campos de concentración. Siempre tenía la idea de escribirla, y cuando ví estos dos actores en Zapatones, de Jorge Ricci, surgió la posibilidad de plasmar la obra". Después de que los actores aceptaran la propuesta, el siguiente paso fue la incorporación de Fossa, quien asumió la dirección atrapado por una idea "sumamente interesante. El contexto en el cual se desarrolla la obra, la temática que aborda me resultó muy intrigante. Aparte que un escritor escriba para dos actores es como una situación ideal", consideró.
Completando ese contexto favorable con un trabajo conjunto (la citada dramaturgia de gabinete), la obra sufrió algunas modificaciones respecto al original, pasando, por caso, de un final abierto a una resolución cerrada. En ese sentido, el autor explicó que "Pablo priorizó mucho el vínculo entre ese profesor y su asistente, entonces surgieron otras cuestiones que daban para este final" y, de hecho, la obra hace foco sobre la relación cotidiana de ese servidor del nazismo y el joven polaco judío que lo asiste. Al respecto, Fossa concluyó: "Hay una historia que se cuenta desde lo absolutamente cotidiano, con este trasfondo histórico, que es tan pesado que a veces uno pierde la idea de que esas historias pueden acontecer en otros procesos históricos. El totalitarismo, el genocidio, no es patrimonio de los alemanes, y también nosotros tenemos bastante experiencia en eso. Ahí se desprenden muchos temas relacionados con los mitos, las relaciones humanas, la soledad, la vida privada, el amor no correspondido".
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