Domingo, 18 de septiembre de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CóMO EL AJUSTE IMPACTA EN LA PRODUCCIóN EDITORIAL
Un puñado de editores rosarinos coincide en el momento crítico que enfrenta el sector ante la suba de costos y la caída del poder adquisitivo. Las ventas bajaron, las ediciones se achican y todos apelan a reinventar el oficio para seguir.
Por Edgardo Pérez Castillo
A pocos días de la publicación de un nuevo informe por parte de la Cámara Argentina del Libro en el que se evidenció una merma del veinte por ciento en la impresión de ejemplares en relación al primer semestre de 2015, y luego del relevamiento realizado en estas mismas páginas el pasado domingo (donde los libreros rosarinos reconocieron una caída en la venta de unidades de un 15 por ciento respecto del año anterior), distintos editores de la ciudad aportaron su mirada respecto de la presente coyuntura.
Anunciada esta semana, la estadística de la Cámara (disponible en www.camaradellibro.com.ar), va en sintonía con una tendencia que ya se hizo visible en su último informe de 2015, donde marcaba un incremento sostenido en la publicación de novedades, llegando en el último año a 28.966 títulos editados. El informe indica que desde 1997 el año con menor cantidad de novedades fue 2002, con 9.560, para desde entonces iniciar una curva ascendente que sólo mostró una leve caída en 2012, cuando se registraron 26.367 novedades, 998 menos que en 2011. La cantidad de ejemplares impresos, sin embargo, ya mostraba una retracción en el último año, en el que se publicaron poco menos de 82 millones de libros. En 2014 la cifra estuvo cercana a los 129 millones, pico histórico desde 1997 (en un análisis que no incluye las reimpresiones). En ese contexto, el estudio de la Cámara indica que desde 2012 Santa Fe edita un 3 por ciento del total de novedades a nivel nacional.
Para Perico Pérez, titular de Homo Sapiens, la reciente publicación de la Cámara ratifica una tendencia. "Las editoriales, en general, empiezan a editar menos títulos. Va a empezar a haber una disminución en las tiradas. La otra cosa que se está viendo es que se disminuye la cantidad de ejemplares que se editan", analiza, aunque aclara: "Tampoco podés frenar de golpe lo que tenías planificado. En general hasta ahora lo vamos manteniendo, pero vemos con preocupación lo que va a acontecer en estos meses y el año que viene. Me parece que si no hay un cambio ahí sí vamos a tener que repensarlo. Todavía venimos con el empuje y la proyección del año. Los próximos meses van a ser más difíciles".
Por su parte, Adriana Astutti, de Beatriz Viterbo, reconoce que la proyección de edición se vio "absolutamente" afectada por la presente situación económica. "Estamos haciendo tiradas más chicas --grafica--. Las ventas bajaron mucho desde el último trimestre de 2015. Los libreros devuelven libros que hay que guardar en depósitos con costos altos. En gran parte es un problema de falta de apuesta del librero, porque en la Feria del Libro de este año, en el stand de Los 7 Logos del que formamos parte, con los libros a la vista, se vendieron bien".
Para editoriales jóvenes y con catálogos en pleno crecimiento, la cautela parece ser la norma. Natalio Rangone, de Nube Negra y propietario de librería Oliva, así lo reconoce, tanto por experiencia propia como por el contacto con sus pares: "Las editoriales que surgieron en estos años, editoriales independientes que no pertenecen a los grandes grupos, y que son las que nos interesa mostrar en nuestra librería, aflojaron la edición. Uno charla directamente con los editores y el año pasado tenían programados una determinada cantidad de libros que se ha ido demorando por el tema de los costos". Desde su propio sello, sin embargo, el objetivo es claro: "La idea es seguir, viendo cómo nos vamos acomodando".
De este modo, cada emprendimiento busca establecer sus estrategias. Desde Baltasara Editora, Liliana Ruiz reconoce el cumplimiento de las proyecciones, aún con gran esfuerzo, aunque aclara: "El futuro se vislumbra preocupante. Se hace difícil planificar en un entorno incierto y ambiguo".
"Nosotros estamos continuando con nuestros planes de edición lo más similarmente posible a lo programado, haciendo algunas maniobras estamos buscando no frenar el ritmo, aunque obviamente el parate se siente y no somos ajenos a eso. Más que nada nos afecta como sector productivo un paquete de medidas que nos hacen ir para atrás, o arriesgar menos. Es peligroso como política más que por lo que pueda afectarnos directamente", admiten por su parte Maximiliano Massueli y Ana Wandzik, de Ivan Rosado, que tiene en carpeta treinta nuevos títulos. Desde la editorial Libros Silvestres, Caro Mussa reconoce que las proyecciones para el corriente año pudieron sostenerse esencialmente a partir del subsidio logrado en el programa Espacio Santafesino (una herramienta clave para el surgimiento y consolidación de nuevas editoriales), aunque reconoce una disminución en la tirada de algunos títulos, "porque los presupuestos de impresión aumentan mes a mes". "Creo que efectivamente la tendencia es hacia una contracción en las tiradas, o incluso imprimir los libros por demanda antes de hacer una tirada mayor", remarca. Una mirada con la que Ruiz coincide: "Hay una tendencia a publicar en tiradas pequeñas y a la demanda. Por muchas razones y una de ellas es por el espacio que ocupan los libros si no se venden".
Para Nicolás Manzi y María Virginia Martini, de la joven editorial Casagrande, la coyuntura afecta a la producción ya no sólo desde lo económico ("Que es medianamente salvable, en plazos cortos todavía queda un resto para rearmarse y resistir"), pero sí "políticamente hablando". "El trabajo que realizan las editoriales se ha visto bastardeado por culpa del retroceso que significa, otra vez, que la variable económica dicte valoraciones sobre la cultura, un error fatal que puede costarnos carísimo", analizan.
Estrategias para la supervivencia
"Nosotros tenemos que seguir subsistiendo", sintetiza Pérez, de Homo Sapiens. Para el experimentado editor (que este martes presentará En busca de una educación perdida, del español Fernando Barcena), resulta esencial generar contextos favorables en los cuales el libro encuentre respaldo: "Tratamos de seguir haciendo movidas, no es que estamos entregados. Hay que seguir produciendo, trabajando. Lo que creo es que hay que ser más selectivo, ver qué libros podés publicar. Evidentemente alguna disminución va a haber, más allá de que nosotros tenemos ya programados algunos libros para sacar en estos días. Parece una contradicción, pero tiene que ver con que tenemos ciertos eventos en los que buscamos una salida más rápida para los libros".
Poli Laborde también apuesta al sostenimiento del trabajo como clave: "En este momento, a pesar de ser una pequeña editorial, tengo en proceso de edición 19 títulos, que no es poco. Creo que hay una gran cantidad de pequeñas editoriales con la idea de publicar". Sin embargo, Laborde no es optimista respecto del futuro: "No conozco el panorama, va a depender de cómo se maneje la economía dentro del país. No sé si la gente va a volver a tener un poder adquisitivo para poder dedicarlo al libro o no. Si la cosa cambia puede ser que haya un resurgimiento, pero no lo veo factible, por el poder adquisitivo de la gente y por los costos de los libros".
Si de previsiones se trata, Astutti cita a Osvaldo Lamborghini: "Paciencia, culo y terror". Aunque pronto profundiza en estrategias para sostener a sus lectores, ésos que encontraron en Beatriz Viterbo un catálogo de referencia: "Creo que hay que seguir siendo fiel al criterio de gustos y a la gente que nos viene leyendo. Ir a ferias. Ofrecer descuentos de vez en cuando. Tratar de usar las redes y ser cautos. No publicar más cosas que las que podamos trabajar".
Desde Libros Silvestres, Laura Oriato explica que algunas claves pueden encontrarse en la reinversión, la apuesta a ferias, la distribución directa y un contacto cercano con docentes de nivel primario y secundario. Mussa, a su vez, distingue: "Apostamos por sostener la calidad de los libros en primer lugar, y tratamos de ofrecer objetos que puedan modificar la experiencia del lector de alguna manera".
"La clave está en los lectores --remarca Ruiz--. Sin lectores no hay proyecto editorial que se sostenga. Hay que pensar en nuevas estrategias para fomentar la lectura". Para los impulsores de Ivan Rosado, el análisis de las ventas no demuestra una caída estrepitosa, pero reconocen que "resulta difícil, más que antes, vender libros, que parte del presupuesto diario de una persona se gaste o se arriesgue en libros". "En ferias o espacios de venta directa, se ve tanto al público como a los editores tratando de ofrecer o encontrar oportunidades, promociones, opciones para poder comprar y vender algo", ejemplifican.
Con un catálogo en plena construcción Manzi y Martini entienden que "la única manera en que se va a salir de esta situación va a ser trabajando". "Probablemente vayamos a pérdida, probablemente tengamos que restringir algunos gastos, probablemente tengamos que volver a inventarnos en el oficio --reflexionan--. Pero la vuelta nos tiene que agarrar resueltos y no quietos. Hay que seguir formando lectores, y formándonos como editores y como escritores. Hay que ser ingeniosos".
Editar desde el Estado
Además de su ya citado programa de fomento, el programa Espacio Santafesino del Ministerio de Innovación y Cultura provincial ha generado un catálogo breve pero de gran valía. Esa producción no puede dejar de entenderse como una profundización de la política de publicación iniciada hace ya un cuarto de siglo por la Editorial Municipal de Rosario. Un sello por estos días "menos determinado por la coyuntura económica que por la estructura del campo artístico-literario local en relación con el nacional", según entiende su actual director, Oscar Taborda, que agrega: "Evidentemente nuestra producción no se ajusta del todo a los requisitos de la industria editorial, en cuanto a ofrecer novedades mensuales y mediáticas. Somos una editorial pequeña tirando a mediana y seguimos atados a conceptos de calidad y cuidado casi artesanal".
En esa línea, ya preparan el lanzamiento de nuevos ejemplares para el corriente año, mientras elaboran "un plan bastante ambicioso" para 2017. "El proyecto editorial de EmR forma parte de la política del estado municipal desde hace 25 años. Contribuir a la promoción, difusión y circulación de la producción literaria, histórica, fotográfica, historietística y musical de la ciudad y su región, dándole proyección no solo local sino también nacional e internacional", explica Taborda, que remarca: "Que fuéramos invitados por el Ministerio de Cultura de la Nación y la Fundación TyPA para asistir a la feria del libro de Frankfurt 2016 se puede entender como un reconocimiento a esa tarea. Cada día es un nuevo desafío para sostener y ampliar el público lector. No sólo hay que editar buenos libros, también hay que crear las condiciones de su producción, circulación y lectura".
Para Nadia Amalevi, directora de UNR Editora, sello editorial de la Universidad Nacional de Rosario, aún cuando sus objetivos no son los mismos de las editoriales privadas, "la realidad no se encuentra ajena ajena a la actual situación económica". "Lamentablemente los aumentos de precios que nos afectaron a todos provocan que los lectores prescindan de comprar tantos libros como desearían y los editores tratamos de agudizar el ingenio para poder seguir dando a conocer nuestro catálogo", reflexiona.
Así, y aún sin perseguir fines comerciales, desde UNR Editora apuestan a delinear mecanismos de acercamiento al público lector: "Una de las estrategias que ha funcionado, no solamente en cuanto a las ventas, sino también ayudando a la difusión del trabajo de cada una de las editoriales son las ferias, ponerse al alcance del público lector en todo momento. Casi como una tentación".
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