Domingo, 26 de noviembre de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON JAVIER DARIO RESTREPO
Es uno de los periodistas colombianos más respetados, multipremiado y
autor de libros clave para el periodismo latinoamericano. Actualmente, es catedrático de Etica de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que dirige Gabriel García Márquez. Mañana disertará en la ciudad invitado por el Sindicato de Prensa Rosario.
Por Fernanda González Cortiñas
Con casi 50 años de trayectoria el colombiano Javier Darío Restrepo no es sólo uno de los periodistas más reconocidos en su país, sino un referente ineludible para sus colegas a la hora de hablar de temas vinculados con la ética profesional. Catedrático de las universidades Javeriana y de los Andes, conferencista en temas de comunicación social, Restrepo es miembro fundador de la Comisión de Etica del Círculo de Periodistas de Bogotá y del Instituto de Estudios sobre Comunicación y Cultura IECO. Ha sido columnista de los periódicos El Colombiano de Medellín y El Espectador de Bogotá. En el primero de ellos, así como en El Tiempo, se desempeñó como Defensor del Lector. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos reconocimientos. Autor de libros como "Periodismo diario de televisión", "Etica para periodistas" y "El zumbido y el moscardón", entre otros. Actualmente es maestro de Etica de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que dirige Gabriel García Márquez y coordina un consultorio ético virtual patrocinado por la Unesco. A modo de anticipo de la charla que mañana mantendrá con periodistas locales (invitado por la Comisión en Defensa de la Libertad de Expresión del Sindicato de Prensa Rosario, en el marco del lanzamiento del Código de Etica que por estos días organizó FOPEA Foro de Periodismo Argentino en Buenos Aires), Restrepo dialogó con Rosario/12 acerca de los dilemas éticos que enfrentan las nuevas generaciones de cronistas y las falencias formativas en este sentido.
-Existen discrepancias acerca del efecto sancionatorio que debería tener un código de estas características, ¿cuál es su posición personal frente a esto?
-La ética como tal, es autónoma, es decir, no puede ser impuesta desde afuera por nadie. Es un compromiso personal y, por tanto, la intención del Código de Etica es la de ser simplemente una propuesta: Estos son los valores centrales de la vida periodística, de allí surgen unas normas que, si se quiere ser un buen periodista, se pueden adoptar. Esto se presenta como una guía para el periodista, pero no tiene carácter de obligatorio.
-Usted habla de elecciones personales, algo complejo de pensar en un contexto marcado por una despiadada competencia entre grandes conglomerados multimediales, y en donde el periodista suele ser uno de los últimos eslabones de la cadena productiva.
-Creo que en la medida en que una empresa periodística comience a adoptar estos principios puede garantizar la calidad de sus productos. Nunca puede haber producto informativo de calidad que se haga en divorcio con los principios éticos. Estos son, justamente, los encargados de preservar esas condiciones de calidad y le dan al periodista una orientación, una pautas de comportamiento para producir en este sentido. Obviamente esto tiene una base: no se puede ser buen periodista si antes no se es buena persona. El ser una buena persona significa la aplicación innata de los principios éticos fundamentales...
-O sea que aquí también se aplica aquello de que "la ética bien entendida empieza por casa".
-Desde luego, la formación del hogar es fundamental. La casa es la primera escuela de ética...
-En este sentido ¿cómo ve el estado de cosas en materia de educación ética en el terreno académico?
-Hay algo muy preocupante que está ocurriendo, al menos en mi país. Y es que las universidades sólo abordan el tema ético cuando los estudiantes están promediando la carrera. Esto es totalmente ilógico, porque la ética brinda el perfil de la profesión, y si alguien necesita definir ese perfil es quien recién entra a la universidad. El ingreso a la universidad debería ser la oportunidad de mostrar al aspirante cuáles son las exigencias, los requerimientos que tiene la profesión. Si se considera capaz de adoptarlos, pues adelante, pero si encuentra que su proyecto de vida no coincide con ellos, es la oportunidad de buscar otro oficio. Esa es una primera falla. Una segunda falla tiene que ver también con algo que ocurre en mi país y no sé si coincidirá con lo que ocurre en la Argentina: hay un problema de identidad profesional que se contrae en la universidad, porque estas universidades que tienen facultades de comunicación-periodismo, en los primeros seis semestres están viendo cosas que bien pueden ser para un relacionista público, para un publicista, para un periodista institucional o para un periodista a secas. Solo entran a concretar saberes específicos cuando ya está demasiado avanzada la carrera. El mensaje es: 'si usted quiere ser relacionista público, publicista o periodista institucional nosotros le damos una licencia para todo eso. Ahora si quiere dedicarse exclusivamente al periodismo, bueno en los últimos semestres le vamos a dar algunas técnicas para eso'. La figura del comunicador es demasiado ambigua. Cada una de estas profesiones necesita una identidad firme acerca de lo que sabe hacer.
-En este sentido, ¿cualés cree son los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones de periodistas, sobre todo teniendo en cuenta los profundos cambios que ha sufrido el panorama mediático en el último cuarto de siglo con la llegada de las nuevas tecnologías a los medios de comunicación?
-Pienso que el periodista de nuestro tiempo enfrenta un triple desafío. El primero es el compromiso con la verdad. El segundo, la independencia que se necesita para cumplir con ese compromiso. Y tercero, la responsabilidad ante la sociedad. Si se toman en serio estos tres retos éticos, el periodista se desempeña bien en cualquier medio, sea un periódico, un canal de televisión o un blog.
-¿Cree que existe una ética periodística universal, o pueden existir ciertas "licencias" que contemplen contextos sociales y coyunturas políticas especiales? Para poner un ejemplo, ¿tendría las mismas características un código de ética en un país desarrollado que en uno en vías de desarrollo?
-Hay un principio muy interesante que dice que hay una sola ética y muchas morales. ¿Qué quiere decir esto? La ética como tal, se funda en la naturaleza del ser humano y esa naturaleza es, desde luego, universal. Y si hablamos de ética profesional, el periodismo tiene ese carácter ya que responde a una necesidad universal de informarse. Sin embargo, hay muchas aplicaciones de estos principios, de acuerdo a las sociedades en las que el periodista se desempeña. Por ejemplo, son muy distintos los requerimientos que hoy puede tener un periodista cubano, o uno argentino, o uno polaco; ¿por qué?, porque el periodista lo que hace es reflejar lo que ocurre en su sociedad, cubrir las necesidades informativas de la sociedad en la que vive. Hay una sociedad que en este momento está exigiendo información que le permita tomar decisiones políticas muy importantes pensadas alrededor del bien común. ¿Cómo puede haber una sociedad en la que no importe tanto lo político, cuanto la justicia social. Si necesidad de convertirse en un apóstol, ni en un predicador de la justicia social, el periodista sí debe reflejar esa realidad, de modo que la realidad misma sea la encargada de hablarle a la gente de sus necesidades concretas. Con esto lo que quiero decir es que la ética da los principios generales, y la moral da las aplicaciones concretas.
-A propósito de esto, de un tiempo a esta parte en el periodismo está apareciendo una suerte de corriente que mixtura, en distintos niveles, periodismo y literatura. En estos momentos hay en Colombia una gran polémica alrededor de un caso puntual, y que tiene que ver con la publicación de un libro (Ultimas noticias de la guerra, de Jorge Enrique Botero) en donde se novela una historia real como es la del nacimiento en cautiverio del hijo de Clara Rojas, secuestrada junto a Ingrid Betancourt por las FARC. En este punto ¿cuáles cree que son los límites entre realidad y ficción?
-Eso tiene unas fronteras muy claras. Le leía una vez a Pérez Reverte una cosa que me pareció muy inteligente: si usted en una novela se pone a pensar que quien está escribiendo está haciendo periodismo, es porque la novela es mala. Del otro lado, si usted lee una crónica periodística y de repente cree que lo que está leyendo es una novela, es porque la crónica es mala. Cada género tiene su propia naturaleza, aunque ambas tengan un -mayor o menor- apoyo en la realidad. Si yo estoy escribiendo novela es la verosimilitud, es decir: le estoy contando algo que he inventado pero que se parece mucho a la verdad. Ese es el pacto con el lector. El pacto del periodista es: todo lo que le cuento ha pasado exactamente así, es la realidad. No le puedo conceder el más leve respiro a la imaginación. Esto nos lo decía García Márquez a propósito de Noticia de un secuestro. Cuando él nos cuenta qué vestido, qué lápiz labial y qué perfume usaba Doña Marina Montoya el día en que la asesinaron, alguien le dijo: "pero Gabriel, esto es novela". Y él contestó: "todo lo que está ahí escrito lo he verificado con una concienzuda tarea de reportería, porque una crónica se cae si usted se equivoca al describir el color de ojos de alguien". En el caso de Botero, la discusión giró alrededor de si él había violado o no la intimidad de la protagonista de la historia. Yo sostuve que no, porque esta persona es alguien que tiene una vida en parte pública y en parte privada. La sociedad colombiana se solidarizó con su secuestro y se alegrará el día que la liberen. Lo que sí creo, es que Botero aprovechó la oportunidad al presentar su libro como una novela cuando es un hecho real.
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