rosario

Martes, 9 de enero de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › PARA MAURO GUZMÁN "EL ARTISTA ES EL MALDITO DE LA FAMILIA"

El vómito de Linda como un malestar

Linda Blear, la protagonista de El Exorcista, es una artista
poseída y símbolo del arte como malestar social. Forma parte de la producción que llevaron adelante Mauro Guzmán y Nancy Rojas.

 Por Beatriz Vignoli

El producto, made in Rosario, es bien de esta época: un video literalmente casero de 7' en DVD, con un trailer de un minuto y medio que puede verse en You Tube. El trailer es un prolijo pastiche del de la Warner para la película El Exorcista (1973). Hasta se escucha el tema de Mike Oldfield "Campanas Tubulares". La casa donde están filmadas sus escenas es del mismo estilo que la de aquella película. No hubo que buscarla mucho. Es la misma donde viven los realizadores del video desde 2004, y la que hasta 2005 albergó el espacio "Roberto Vanguardia". Mauro Guzmán y Nancy Rojas filmaron I feel like Linda Blair en una sola locación, en un día, con la colaboración de Fernando Kriguer en el papel de "Padre Paranoia" y de Daniela Quinteros en cámara.

La idea fue de Mauro Guzmán (Rosario, 1977), quien se metamorfoseó en el rol protagónico de la adolescente poseída. El espectador, luego de ver el trailer, se espera un divertido juego con los límites: entre lo masculino y lo femenino, la cultura pop y las bellas artes. Espera una sátira a ideas como la de inspiración divina. Pero lo que encontrará en el video es muy distinto. En primer plano sonoro, hay un grito lastimero, perturbador, constante. Estudiante avanzado de arte y de teatro, Guzmán logra una actuación visceral. Saber de teatro, cuenta, le permitió animarse a ponerle el cuerpo a una tal Linda Bler, quien a su vez le "roba" el papel de Regan MacNeil a la actriz adolescente Linda Blair. En vez de bilis verde, Linda Bler vomita pintura. En vez de aterrorizar, la poseída suplica una compasión que sólo recibirá del espectador. La cruz con que la acosan son dos pinceles. Guzmán dice sus parlamentos en un inglés macarrónico con subtitulados toscos y logra algo similar a la inolvidable voz demoníaca del doblaje de Mercedes Cambridge sin usar efectos especiales de audio. Todo el humor paródico de estos detalles deliberadamente pobres queda eclipsado por su angustiante grito. Expresionista o no, ese grito es la cruda expresión de una vulnerabilidad puesta al límite de lo soportable.

Cuenta Guzmán a Rosario/12 que su intención fue permitirse hacer un quiebre en su producción "y que aparezca este alter ego, Linda Bler, que se puede permitir todo". La idea inicial era "repensar, criticar, rever las estructuras del arte". Su video trata "del arte como vómito" y del artista como médium. "Tomo la posesión demoníaca como símbolo del artista maldito", dice Guzmán. "El artista es el maldito de la familia. Es maldito y es artista más allá de su deseo; el arte aparece como algo que lo supera". El heterónimo de Mauro Guzmán ha adquirido vida propia: Linda Bler tiene su propio curriculum vitae y su propia entrevista. Así como el demonio blasfemaba por boca de la poseída, Linda deja fluir su ego y emite juicios críticos indecentes. "Una mañana empecé a vomitar arte, el espíritu del arte maldito entró en mi cuerpo, y no pude parar de producir, decía y hacía cosas incoherentes, inservibles, dnge6tvaegrg bncvhbudfdf basura pura basura, y alguien me dijo eso es el arte contemporáneo". Cuando Mauro le pregunta por los conceptos e ideas con los que trabaja, Linda Bler responde que su arte es catártico y tiene que ver con el daño que le causa ser artista. Su obra, según ella, "también reflexiona sobre el desgaste y el mal en el arte contemporáneo, que ha llegado a extremos tales que hace que existan artistas como yo. Pero éste no es solamente un mal del arte, es un malestar de la sociedad actual... Llegué a tal punto que la gente me felicita por lo bien que vomito".

De hecho es en la literatura y en el cine de terror, no tanto en la plástica, donde se encuentran más antecedentes del monstruo como metáfora o alegoría de un malestar social. Stephen King exorcizó los horrores del hostigamiento escolar en Carrie; en el último filme de George Romero, el zombi es el terrorista, el mexicano, el otro. Si bien en el contexto del arte contemporáneo I feel like Linda Bler tiende a mirarse como el registro de una performance, el método de grabación y edición permite hablar más bien de actuación, en términos cinematográficos. Esto lo vuelve un poco inclasificable. "Cuando mostré el primer video", cuenta Guzmán, "a la gente del cine no le gustó; a la gente del arte tampoco le gustó. Llevo el cine gore al campo del arte, y en ninguno de los dos lugares termina de estar cómodo".

Sin embargo, desde su estreno en Marasca Trip Gallery (Pasaje Pam) en abril del año pasado, el video no ha parado de recorrer el circuito artístico. En julio se lo vio en Caracas (Venezuela) como parte de In Machines, muestra de arte digital argentino con curaduría de Marcela Romer. En agosto participó del encuentro de videoperformance y performance organizado por Leticia Santacruz en Casa Enkantada (Rosario). En septiembre fue a la feria Expotrastiendas 2006 y en noviembre estuvo en las muestras de videos de la Galeria Appetite, en Buenos Aires. En todas estas ocasiones, la obra llevó la firma de su estrella ficticia. Además hubo un fotolog, donde a través de fotografías digitales furiosamente intervenidas la diva "atacaba" con trazos de magia negra y mouse a quienes "explotaban su imagen". Linda Bler no es sólo Guzmán en camisón, peluca y maquillaje de efectos especiales: es otra. Es alguien. "El lugar del travesti es más provocador que el del transexual", explica Guzmán, en cuyo travestismo deliberadamente imperfecto la chica imaginaria no llega a recubrir al hombre real. Cultor del arte trash tal como lo define Jordi Costa en su libro Mundo Bulldog (1999), Guzmán acepta la imperfección como dato expresivo: "Toda mi película es una mala traducción. Uso el error como herramienta expresiva, para que sea parte de la materia sensible y poder expresarme mediante el error".

Y además, al hacer coexistir dos figuras en una, desafiando el principio lógico de identidad, su travestismo adquiere la carga mágica del disfraz del chamán: atrae un espíritu, para el que reclama cierto temor reverencial. A tal punto es "real" para Mauro el espíritu de Linda, que él mismo llegó a atribuirle ciertos extraños accidentes domésticos, cuyos residuos se convirtieron en obras a su vez. Esta línea de arte hecho con basura es la que venía trabajando Mauro a la par de los videos y performances, incluida en ellos en forma de objetos o como parte de una video instalación. Tal es el formato, entre otras, de "El amor puede contaminar el mundo" (Centro de arte Ego, Rosario, 2006) o de sus "obras de bomba" como "Se autodesenamorará en 5 minutos" (Amores Posibles, Zavaleta Lab, Bs. As., 2006, curadora: Nancy Rojas). Seducido por lo que él llama "el preciosismo del terrorista", Guzmán viene trabajando desde hace tiempo con el terror. Promete seguir. I feel like Linda Blair forma parte de una trilogía que se mostrará este año en la galería Appetite, de San Telmo. Daniela Luna dirige esta galería especializada en arte trash. "Mi trilogía", anticipa Guzmán, "se basa en tres clásicos del cine de terror: El Exorcista, Carrie y El bebé de Rosemary. En cada obra de la trilogía exploro un tópico del arte. En mi versión de Carrie, el poder de la mente simboliza el poder del arte. En la de El bebé de Rosemary, el crítico engendra el texto maldito que es adorado por la secta: se trata de un libro de arte."

-¿Estos videos son parodias de esas películas?

-No. Yo no juego con los temas. La obra tiene un grado de verdad que tiene que ver conmigo, con mi experiencia puntual, mis preguntas. Todo está atravesado por mi historia. No es parodia. No es burla. Por eso intenté encarnarlo yo. El hecho de poner el cuerpo en esos personajes implica un grado de verdad.

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Mauro Guzmán, metamorfoseado como la adolescente poseída. "La gente me felicita por lo bien que vomito".
 
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