Sábado, 3 de febrero de 2007 | Hoy
Esta noche comienza el ciclo musical de verano en el anfiteatro con la presencia del bandoneonista porteño junto a su Orquesta Típica. "La orquesta da la sensación de comunidad", remarcó.
Por Fernanda González Cortiñas
En la apertura de su ya tradicional ciclo de verano "Artistas a cielo abierto", la Municipalidad de Rosario trae hasta el escenario del anfiteatro "Humberto de Nito" algo del mejor tango del mundo, de la mano de Rodolfo Mederos. Con el Paraná como telón de fondo, y acompañado por su Orquesta Típica (Javier Sánchez, Rodolfo Roballos y Fernando Taborda en bandoneones, Luis Sava, Eleonora Votti, María Cecilia García, Liliana Jakubowicz en violines, Rubén Jurado en viola, Fernando Diéguez en violoncello, Armando De la Vega en guitarra, Sergio Rivas en contrabajo y Ariel Azcárate al piano) el maestro promete pasearse por lo que constituye su más reciente y ambicioso proyecto musical.
"Se trata de una trilogía --adelanta el músico--. El primero de los álbumes, Comunidad, es el que hice con la Orquesta Típica. El segundo, que saldrá a principios de abril se llama Intimidad, y lo hago con el trío. Finalmente, tres meses después pienso sacar Soledad, un disco enteramente dedicado a los solos de bandoneón. Aunque los últimos dos aún no han visto la luz, en el espectáculo hago un panorama de todo el proyecto".
En los distintos formatos que el género permite, con obras principalmente del repertorio clásico pero también introduciendo temas propios, Mederos propone una suerte de paseo ilustrado por la historia del tango. Siempre dotada de su particular impronta personal, al revés que en la propuesta discográfica, en el espectáculo la música parte de una despojada puesta acústica del solo de bandoneón hasta llegar a la compleja dinámica de las orquestas típicas de la década del 30, con sus floridas ornamentaciones estilísticas y su impronta bailable.
De una estilizada versión de "Nunca tuvo novio", de Bardi y Cadícamo, hasta Contraluz, un tema con el que, a toda orquesta Mederos rinde homenaje a su numen, el maestro Osvaldo Pugliese, el espectáculo reconoce un in crescendo que muy poco tiene que ver con lo cronológico.
--¿Como surgió la idea de hacer este tríptico?
--No sé bien cómo. Creo que simplemente apareció de ver la realidad. Pienso que todos vivimos en comunidad, en intimidad y en soledad. Y supuse que estaría bien referir esas situaciones a diferentes formaciones instrumentales, porque en definitiva la orquesta da la sensación de comunidad, en tanto y en cuanto somos un grupo de personas conviviendo a través de la música. La intimidad que responde al trío, que es justamente una situación más cómplice, en donde uno escucha su voz y la enfrenta a la del otro, y la acopla. Finalmente está la soledad, que no es otra cosa que la introspección: uno y sus propios fantasmas.
--Hoy por hoy para un músico pensar en un disco ya implica un enorme esfuerzo ¿cómo fue pensar en tres trabajos al mismo tiempo?
--Bueno (risas)... es un esfuerzo más grande. Pero después de todo, ¿de que está hecha la vida sino de esfuerzos?, y los que se hacen en pos del arte siempre rinden buenos frutos.
--En sus presentaciones siempre hay un lugar para contar historias, para profundizar en algunos de los temas del tango, ¿esto responde a cierto espíritu didáctico o es simplemente una cuestión de gusto?
--Yo siempre hago las cosas por gusto, pero debemos convenir que detrás de cualquier cuestión estética siempre hay una cuota de pedagogía. Y en este sentido me parece que el arte tiene una manera distinta de enseñar, un costado que apela más a lo sensible que a lo racional, es un modo diferente de aprender del que se tiene al leer un libro.
--Además de esta trilogía, que seguramente lo mantendrá ocupado hasta mediados de año, ¿que otros planes tiene para el año que comienza?
--Muchos. En realidad este proyecto discográfico ya casi no me ocupa, porque solo se trata de esperar a que se publique. Ahora estoy muy entusiasmado con la idea de sumar artistas de otras culturas a lo que hago. Tal es el caso de Miguel Poveda, un cantaor flamenco con quien hemos hecho un espectáculo que hemos llamado Diálogos --y del cual seguramente quedará un disco y un DVD-- y en en el que tanto Poveda, en su origen flamenco, como Mederos, con sus raíces tangueras, no perdemos nuestras escencias sino que cada uno potencia lo de otro. Con esto quiero decir que no es una fusión, es un encuentro en el que cada uno hace lo que sabe hacer. En el verano hicimos festivales en Sevilla, en Barcelona, y este proyecto continúa. En este sentido quiero seguir sumando gente, creo que esta es una tendencia muy enriquecedora. En este momento tengo la mira puesta en una cantante mexicana, Tania Libertad.
--A propósito de esto, cuando la crítica se refiere a usted siempre se habla de vanguardia, de renovación, de búsqueda. A propósito de esto, al filo de cumplir los 67, ¿diría que ya encontró lo que buscaba?
--No, afortunadamente todavía estoy buscando.
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