Hasta el 14 de abril puede visitarse en Olmos Espacio de arte (9 de Julio 2037) una muestra de 12 pinturas de la artista plástica Betiana Bradas.

Nacida en Chovet en 1976, formada en la escuela superior de Diseño Gráfico y en el taller de María Alicia Vicari, Bradas produce en una diversidad de técnicas con un lenguaje estético que recién está consolidándose: esta es su primera muestra individual. Sus obras más tempranas denotan un fuerte énfasis en la estructura compositiva, sobre todo en las formas geométricas puras. Pero no se trata de un formalismo gratuito sino de un simbolismo de neto corte espiritualista.

De un arte centrado en la textura y el relieve sensible de los materiales, Bradas pasó a una etapa de transición, abstracta, en óleo sobre lienzos cuadrados y amplios. El círculo, una forma recurrente en este primer período, adquiere primero el significado del mandala y luego el del astro que gira sobre su órbita. La composición, simétrica al principio, se complica en un breve paso por cierto expresionismo abstracto tardío que no aporta grandes novedades. Pero luego Bradas introduce el elemento azar, y entonces todo cambia. Su pintura "Sanguíneo" (0,70 x 0,80 m) reedita una versión modesta de la técnica modernista del dripping (goteo), abriendo todo un campo de posibilidades y sugerencias de la mancha manejada con un bajo grado de control: evoca lo fluido, los rizomas, lo imprevisto, quebrando la rigidez de los signos unívocos con que venía trabajando hasta entonces.

Luego, esta apertura se congela: retorna el motivo del círculo, el procedimiento renuncia en parte al automatismo y produce algo así como un elegante paisaje invernal, cuyo sobrio y plano fondo monocromo supera no obstante en solvencia técnica a sus anteriores fondos matizados. Es de esperar que esta obra emergente siga creciendo. Es interesante y promisorio este comienzo, que revela los resultados de una búsqueda estética guiada por un espíritu de autenticidad.