Lunes, 28 de mayo de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "PIRATAS III", UN LARGO Y TEDIOSO FILM PROTAGONIZADO POR J.DEEP
Por Leandro Arteaga
Piratas del Caribe. En el fin del mundo. (Pirates of the Caribbean: At World's End)
EE.UU., 2007
Dirección: Gore Verbinski.
Guión: Ted Elliott, Terry Rossio.
Fotografía: Dariusz Wolski.
Música: Hans Zimmer.
Montaje: Stephen Rivkin, Craig Wood.
Intérpretes: Johnny Depp, Geoffrey Rush, Orlando Bloom, Keira Knightley, Chow Yun-Fat, Jonathan Pryce.
Duración: 168 minutos.
Salas: Monumental, Del Siglo, Village, Showcase.
Puntaje: 4 (cuatro)
Las anteriores fueron buenas. Es más, la segunda parte fue muy buena. Siempre y cuando no perdamos de vista el lugar desde el cual este tipo de películas se realiza. Es decir, desde un lugar de género que no necesariamente significa una reelaboración del mismo. Piratas del Caribe (2003) supo situarse como un hallazgo, capaz de conjugar un juego temático de Disneylandia con una historia de piratas con sustento propio. Así es que nace Jack Sparrow, el pirata delirante pergeñado por Johnny Depp, con influencias jamaiquinas y look a lo Keith Richards, motivo que permite la inclusión del Rolling Stone en el presente capítulo. Pasemos, entonces, al film en cuestión.
Piratas del Caribe III es pésima. Dura tres horas. ¿Por qué? ¿Para qué? Durante dos horas hay que soportar diálogos y parlamentos dedicados a explicar un argumento que, inmediatamente, cobra un cariz ininteligible. Aparecen personajes, muchos personajes, ninguno con peso importante. Aquella irrupción del pirata Barbossa (Geoffrey Rush), némesis de Sparrow, al término de la segunda parte nos auguraba un film aún más excitante. Pero nada de eso. Es más, no se entiende para qué es que vuelve de la muerte. Sólo para agregar un nombre más a un reparto multiestelar en el que todos están demás. Chow Yun-Fat es otro nombre agregado.
¿El motivo? Permitir un par de secuencias en Singapur. Luego cae en el olvido rápido. Si es por elegir me quedo con Davy Jones (Bill Nighy), el capitán pirata con rostro de tentáculos y corazón bajo llave. Pero por melancólico, sólo por eso.
¿Y Jack Sparrow? No es más que una reiteración de lugares comunes. Ya vistos en las entregas anteriores. Lo que fuera un personaje espontáneo, cobra ahora forma de pálida sombra. Casi como si sobre sus espaldas recayeran los pocos buenos momentos de esta tercera entrega. Sus arrebatos de ingenio aún divierten. Pero no mucho más. Por momentos desaparece y vaya uno a saber por qué el guión tiene tantos hiatos y tedio intencional.
Y por si fuera poco, hay que aguantar los momentos más puritanos que todo film hollywoodense debe incluir, tal como el casamiento entre Orlando Bloom y Keira Knightly en medio de las espadas y del fragor de la batalla. Con piratas así...
Pero el film funciona. Es decir, funciona para el gran público, para el mercado. Son varios los espectadores que graban momentos de la pantalla con su teléfono celular, mientras entorpecen la oscuridad de la sala, situación que a muchos poco importa, mientras riegan con envoltorios, botellas y popcorn, el espacio que comparten con otras personas. Tal vez para eso, y sólo eso, sirva este film.
Y lo peor es que Jack Sparrow se haya vuelto un mamarracho de sí mismo. Tal vez lo haya sido desde el vamos. La nostalgia, la nostalgia. Menos mal que los libros de Salgari siguen en los estantes de la biblioteca. Sandokan debiera volver y enseñar malos modales y principios morales de rebeldía a estos engendros de Disney.
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