El intendente Miguel Lifschitz lo dijo dos veces esta semana. La primera, en el escenario del teatro que lo tuvo como protagonista en el lazamiento oficial de su candidatura a la relección en Rosario; y la segunda después, cuando habló de los sus Cuatro Puntos para el Bicentenario. "No estamos pensando en los próximos cuatro años, estamos pensando en los próximos 40 años", disparó el jefe comunal socialista para establecer una línea de pensamiento estratégico absolutamente necesaria en una ciudad que necesita imperiosamente salir de la coyuntura y planificar su crecimiento que desborda por todos lados.

También en estos días, desde otro sector de la política pero con una amplitud de metas y objetivos absolutamente fuera de los límites de cualquier partido; el Instituto del Paraná presentó sus "25 Ideas para el Bicentenario". Obviamente, como en el caso de Lifschitz, la fecha del 2010 -e incluso el número de las ideas "25" en coincidencia con la fecha patria-, no es más que una formidable excusa como para parar la pelota, levantar la cabeza y calcular como un fino lanzador dónde poner la jugada que dé una ventaja importante para todo el equipo.

Desde todos los sectores hay prácticamente una coincidencia unánime en los dos pilares decisivos de los próximos pasos de esta urbe si, en serio, quiere gravitar en la región, en la provincia y en el país. Uno es la Autonomía Municipal y el otro la Integración Metropolitana. Los dos han sido conceptos sumanente meneados y ﷓por ende﷓ gastados en distintas épocas y confrontaciones políticas. Pero lo cierto es que poco se ha avanzado en cualquiera de estos dos aspectos fundamentales.

Rosario no pudo, no supo o no quiso; ponerse en serio a liderar un proceso regional en estos últimos años. Más allá de los planes estratégicos metropolitanos que se han estudiado y lanzado públicamente. Basta ver para tener un panorama dos servicios fundamentales: Transporte interurbano y disposición final de residuos. Dos puntos en los que no hay políticas comunes y por los que muchas comunas e intendencias circundantes siguen mirando con desconfianza al gobierno del Palacio de los Leones.

En el caso de la necesidad de un gobierno autónomo de Rosario (similar al que tiene hoy la capital federal), lo único que queda es discutir el cómo y sumar voluntades políticas para impulsarla desde la provincia. Cartas Orgánicas, sistema propio de elección de representantes, candidaturas distritales; muchos aspectos se discutieron y se discuten de cara al futuro. Sólo falta una Legislatura Provincial que la impulse decididamente.

Pero ninguna de estas figuras jurídicas y políticas, ni estas decisiones regionales que puedan traducirse en lo concreto le servirán a Rosario; si no es capaz de hallar los consensos necesarios. Y en ese sentido, hoy mismo, en el teatro La Comedia habrá una oportunidad imperdible para establecer si, en serio, esta ciudad está lista para superar la coyuntura y tener un pensamiento estratégico de mediano y largo plazo.

Hoy es la audiencia pública para discutir el Código Urbano de Rosario, un conjunto de normas que serán clave para determinar qué ciudad queremos para los próximos años. Y se discutirá sobre un aspecto clave: El boom de la construcción y la necesidad de imponer un ordenamiento a este crecimiento tan mezquino como caótico.

Ya se escucharon las voces de los más interesados (arquitectos, constructores, agentes inmobiliarios) que -por supuesto- piden regulación cero. Y desde el municipio se adelanta un código duro en materia de alturas de edificios y barrios a preservar. La pelea está planteada, y será -como se dijo más arriba- una prueba de fuego para establecer si Rosario está lista para los consensos que nos lleven a un crecimiento más sostenido y con mejor calidad de vida para los próximos años.

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