Apocos días del estreno en la sala porteña Teatro Del Artefacto, de su obra Todos los judíos fuera de Europa, con dirección de Alejandro Ullua; el dramaturgo rosarino Leonel Giacometto dialogó con Rosario/12, para referirse a la proyección nacional e internacional de sus últimas propuestas. "En lo que va del año se estrenaron y reestrenaron varios textos míos en Rosario como Madagascar, Despropósito y la más reciente Hotel Capricornio, con dirección de Federico Tomé y la producción del grupo Rosario Imagina, con el cual ya había estado colaborando anteriormente en las dos versiones de Lo mismo que el café", cuenta Giacometto.

Una versión de Arritmia que en esta ciudad se estrenara con dirección de Ignacio Mansilla, acaba de ser montada en Venezuela a cargo del Grupo Estival de Teatro de la ciudad de Maracay que en su página Web publica una de las entrevistas realizadas por Rosario/12 al prolífico dramaturgo local. "Quedan todavía otros estrenos pendientes ﷓reflexiona el autor de Carne humana (1998)﷓ y esta situación que se genera a partir de la representación de obras mías en Buenos Aires, en Rosario, en cualquier otra ciudad del país o en el exterior y que tengan más repercusión de la esperada, implica para mi una gran responsabilidad y algo de miedo". A partir del estreno de Fingido, toda la obra de Giacometto da un giro para reubicarse dentro de sus deseos de conducir el proceso de dramaturgia desde la dirección misma.

"Esa propuesta partió del requerimiento por parte de los actores (Nancy Barbero y Alexis Muiños) de investigar la llamada "dramaturgia del actor" pero también, por mi parte, tuvo y tiene un gen inicial que fue el cuestionamiento del rol del de dramaturgo dentro de ese procedimiento de estructuración escénica", explica Giacometto. A partir de Fingido "tomé las riendas de la dirección sólo por una necesidad dramatúrgica, sentí y vi la necesidad de dirigir aquello que iba apareciendo en las improvisaciones".

De activa participación en procesos donde colaboró como dramaturgo (De nuevo la furia dirigida por Claudia Cantero y Opera Negra con dirección de Marcelo Díaz); Giacometto extrae enseñanzas que serán vitales para sus futuros espectáculos. "Mi participación como dramaturgo en algunos trabajos basados en la denominada dramaturgia de actor me dieron la pauta que `eso' que iba apareciendo en las improvisaciones con los actores necesitaba una visión unívoca tanto en la estructura de la narración como en la escena. A partir de ahí descubrí una nueva forma de encarar la escritura de una obra de teatro". Y agrega que "si bien mi trabajo sigue estando en la dramaturgia, en la escritura, hoy por hoy, la escena, la energía de las improvisaciones y los actores pide otro tipo de escritura. Nada nuevo si se mira con atención pero, para mí, resultó una especie de descubrimiento: Ver y experimentar la escritura teatral teniendo como prioridad la estructura, es decir, separar las aguas del texto teatral de la dramaturgia".

Desde esta perspectiva, el autor de la recientemente estrenada Herr Klement, se permite reflexionar acerca de las diferencias entre los procedimientos de la escritura teatral y la dramaturgia. "Escribir teatro, escribir textos teatrales no es lo mismo que ser dramaturgo, la dramaturgia tiene que ver con la estructura de la escena, y la estructura no sólo tiene que ver con la palabra escrita sino también con el cuerpo vivo en escena y su vinculación en el `aquí y ahora'".

Invitado a participar de diversos talleres y seminarios de dramaturgia en todo el país, este creador local sobrevuela con una particular mirada el proceso de creación atravesando zonas todavía no exploradas. "Es algo extraño porque generalmente se separa a la gente que escribe teatro de la que hace teatro, o la que escribe se dedica a dirigir sus propios textos dejando de lado la escritura de gabinete, creo que ambas pueden convivir y con el tiempo, ambas pueden retroalimentarse. El hecho de que una persona que escribe se `ensucie las manos' con textos y palabras que van apareciendo a partir de los actores sigue siendo, para mí, un cuestionamiento puramente narrativo, una búsqueda de narración a través de otros medios".

Conciente de lo que implica para todo autor el riesgo de la adaptación y los diferentes criterios que han tenido los directores que han puesto en escena sus textos, Giacometto considera fundamental este circuito de difusión de su obra. Analizando la repercusión que han tenido sus obras y los diferentes criterios que han tenido los realizadores a la hora de adaptar sus textos, este prolífico autor se inclina por privilegiar la narración. "No escribo `temas' sino historias, le doy mucha importancia a la narración y a veces suelo enojarme a la hora de ver que un texto mío fue, digamos, `destruído', pero esto no implica una actitud dura mía con respecto al respeto a raja tablas de lo que escribí".

"Hay algo en los cuerpos ﷓plantea Giacometto﷓ que excede lo escrito y soy partidario de pensar que hay textos que son más leíbles que representables y viceversa, esto tiene que ver con ubicar al autor teatral en cierto nivel de respeto e igualdad con respecto al director y a los actores".

Esta mirada parte fundamentalmente de la confrontación de sus materiales con las diferentes propuestas que han tenido lugar en Rosario, donde según el autor de Despropósito, su rol pareciera estar confinado solamente a la figura de "aquel que da el texto". "El autor forma parte del devenir escénico, lo que se escribió fue pensado, sentido y escrito y casi siempre tiene un por qué, y esto lo hago extensible no sólo a la gente que hace teatro, sino también a ciertas instituciones como el Instituto Nacional del Teatro, que suele priorizar directores y actores y no autores".