Aparecen ahora, entrada la primavera del 2005 pero fueron publicados en los últimos años y en su totalidad en la contratapa de este Rosario/12, que tanto impulso viene dando a las letras de Rosario. Son ﷓dice el autor﷓ textos vinculados a la pasión futbolera, pero mi papá, que además de ingeniero y rugbier es un hombre sensible, ya me había advertido que en este libro titulado de una manera un poquito ambigua Futboleras (Editorial Ciudad Gótica) Jorge Isaías toma al fútbol como pretexto para hablar del pueblo, de su infancia, de sus recuerdos, del pasado. Y algo hay de cierto en esta advertencia, y aún más, ademas de estos lugares de la memoria tal vez también en estas crónicas vinculadas con el fútbol se puedan entreleer las huellas de una tierra quizás no idílica pero probablemente más amigable que hubo antes del paroxismo del saqueo de las dictaduras militares que a la sombra de la guerra fría asolaron la Argentina desde los años cincuenta.

Costumbres, personajes, equipos, paisajes, la dulce brutalidad del padre que daba cachetadas, el tiro de escopeta como unidad de distancia, un increíble Sindicato de Obreros Rurales y Estibadores y otras cosas más o menos típicas de la pampa gringa en los tempranos sesenta desfilan en estos textos a un ritmo no marcial sino cadencioso, dándole un esqueleto sólido pero permeable a un material fluido por naturaleza como es el fútbol. Pero no crea el lector que se trata de un libro testimonial, las crónicas de este fútbol que no llega hasta los medios, no sale por ESPN, y no deja memoria ni en los jugadores más consagrados, también tienen escenas de literatura explícita, como una ex prostituta dueña de un bar que servìa como dispensa para el oficio y que un buen dìa decide patrocinar un equipo de fútbol infantil, o un hijo de obreros rurales que decide, improbablemente hacerse hincha de Central, como si uno no supiera que en el interior la gente es de River o de Boca, una matriz a la que los criados en el campo, como a tantas otras no pueden escapar.

Y así discurren con ritmo armonía y cadencia poética las ciento cincuenta páginas de estos veintinueve relatos, haciendo conjuras para tratar de asir ese pasado, del que no se sabe si habrá sido así (me moriré sin saberlo, ellos no están para aclararlo, anota por ahí Isaías) pero que sin duda no merece haber tenido una consecuencia tan trivial, tan pobre, tan degradada como este presente y al evocar esos tiempos, aún con el explícito deseo de hablar de fútbol, se cuela de ese pasado la esperanza, la ilusión, el desengaño.