Continuando con una serie de notas que se desprenden del balance del año pasado y que ha motivado una saludable reacción en algunos sectores de la comunidad teatral rosarina; Rosario/12 dialogó con el director Eduardo Ceballos, responsable de una exitosa versión de "Babilonia" que retorna este año a la cartelera local. Ceballos que el año pasado realizó una puesta homenaje al recordado director rosarino Pepe Costa, reflexionó acerca del intrincado tema de la producción local y la necesidad de un sinceramiento entre los teatristas y la crítica para recuperar nuevos espacios de acercamiento al público.

"Tomo como disparador tu evaluación en el balance del año pasado, donde se plantea la importancia de la reaparición de los textos clásicos argentinos con el objetivo de rescatar al espectador que dejó de ir al teatro, pero no porque dejó de gustarle, sino porque no se siente identificado con lo que pasa arriba del escenario", aseguró Ceballos.

Esta cuestión de la temática es un punto de referencia para algunos directores que en los últimos años han revisado algunos conceptos acerca de su propia producción para acercarse a otro sector del público. "Sumo a esto de la ausencia de espectadores -que en algunos casos parecieran poder recuperarse- el papel que cumplen los periodistas o críticos teatrales. Porque el público se orienta con esa opinión, pero sería bueno crear un foro coordinado por los pocos críticos que transitan todo el espectáculo de Rosario, porque a los teatreros también nos interesaría saber cuál es el criterio que toman estos periodistas para evaluar nuestros trabajos, ya sea para coincidir o debatirlo".

El planteo de Ceballos, apunta a abrir el abanico de un juego que interrelaciona distintos factores y que en general sigue funcionando sin grandes puntos de contacto entre los diferentes protagonistas del movimiento teatral rosarino.

"Los teatreros, por otra parte, no nos juntamos por prejuicios: Si aquel tiene más o menos experiencia, o yo no coincido con tal poética y por eso no la voy a ver. De esta manera estamos separados la gente que hace teatro entre sí y los periodistas a los que en algunos casos no sabemos de qué forma atraer para que vengan a ver nuestros espectáculos", explicó Ceballos.

A la ya clásica y remanida pregunta acerca de la ausencia de espectadores, este experimentado director se adelanta a conjeturar con otro interrogante: "¿Cómo se van a acercar los espectadores al teatro, si los que tienen que estar juntos no estan juntos?". Y agregó que "de eso se trata, de juntarnos y fortalecer algunos espacios como el que tuvimos el año pasado en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Ciclo "Qué ves cuando me ves") para que podamos debatir acerca de nuestros trabajos y de la problemática del teatro en Rosario. Un espacio para acercar espectadores, un lugar donde podamos escucharnos y escuchar las voces de los que ven nuestros trabajos con una mirada crítica", señaló el director rosarino.

Pero este asunto es de vieja data, y el propio director que este año vuelve a reponer la obra "Una renga sin amparo", plantea que desde el comienzo su carrera teatral escucha los mismos planteos sin ninguna instancia superadora hasta el momento. "Yo empecé teatro en el año 1968 y ya en esa época venía escuchando que los grupos seguían discutiendo lo mismo, pasaron 42 años y seguimos con cuestiones como: Tal director no se junta con el otro porque cree que es mejor que el otro y el crítico no va por tal cosa, y en el medio de todo esto, el espectador queda como shockeado".

-Tu experiencia con "El Conventillo de la paloma" y con "Babilonia" difieren de esta situación, allí aparece un público genuino.

-El público agradece porque es lo que querrá ver más allá de la calidad. En "Babilonia" hay una escenografia sugerida, entonces no les resulta extraño el espacio, se sienten identificados, y por la ascendencia europea que todos en alguna manera tienen, se sienten ligados. Hay muchos casos de espectadores que vinieron dos veces a verla.

Frente a este fenómeno, el también responsable de uno de los talleres teatrales de mayor repercusión a nivel de la historia local, contrapone la mirada de ciertos actores jóvenes que destacaron su trabajo pero que no se sienten tentados por el abordaje de estos textos. "Quizás más cercanos a las llamadas `nuevas tendencias', a algunos actores jóvenes que fueron a ver la obra, les gustó el trabajo de puesta, la música en vivo. Pero me dijeron que ellos no harían ese texto, o sea no les interesan los clásicos nacionales. Yo opino todo lo contrario, creo que hay que volver a los clásicos y mantenerlos, sin dejar de lado lo experimental con lo que sigo trabajando en mis talleres", fundamentó Ceballos.

En marzo, "Babilonia" (Una hora entre criados) del siempre vigente Armando Discépolo, vuelve a la Sala Amigos del Arte (3 de febrero 755) para quedarse en esa sala que la vió nacer en su puesta histórica,por lo menos tres meses en cartel. "Quiero agradecer a la sala, poder encontrar una espacio como Amigos del arte que nos banque cinco meses seguidos el mismo día , en principio el año pasado habíamos acordado 3 meses, porque en los dos primeros sabíamos que el publico en su mayoría estaría integrado por las relaciones y los contactos del elenco, pero se agregaron 2 meses más por el boca a boca o los periodistas que habían destacado nuestro trabajo, esto suma y hace que aparezcan nuevos espectadores", se entusiasma Ceballos.

En el plano de lo experimental, el creador del Teatro Libre de Rosario, vuelve este año, con "Una renga sin amparo" otro de sus trabajos estrenado en el 2009 y que pertenece a la Compañía teatral "El quiebre".

"El grupo nace en el 2006 con `Juegos a la hora de la siesta', como desprendimiento de Teatro Libre Rosario que desde 1987 al 2005 funcionó ininterrumpidamente. El objetivo que se propuso esta compañía es que entre todos hagamos de todo, yo soy un integrante más porque la cuestión pasa por nivelar la información".

El grupo, además de Ceballos, está compuesto por Leo Zucca, Maria Borgobello, Tania Escaglioni e Irupé Vitali, responsable esta última de la dramaturgia de una obra que se podrá ver en bares pero que también apunta a un circuito social que incluya escuelas y barrios carenciados.