Viernes, 5 de octubre de 2007 | Hoy
Por Beatriz G. Suárez
Quien escribe la contratapa de muchos viernes me preguntó: "¿Qué escribo?", "¿Sobre qué?". Quiso que resultara interesante, bueno, buenísimo, maravilloso; que quien tomara el diario en el bar sintiera modificaciones radicales en su existencia a partir de la lectura. Pretendía ser actual, específica, divertida, aguda, montañosa, salubre y creativa. Que el último comentario fuera: "¡Qué porquería es esta columna!".
Quiso, sin embargo, escribirla de modo natural, como se come, como se duerme, como se sufre, como se ríe. Emocionar hasta al no comprador del diario que lee paradito.
La chica que suele hacer la contratapa de los viernes me contó que este viernes no tenía tema, que viniera yo entonces a disculparme con usted, lector; que la perdonara porque a pesar de la pluralidad de cosas que suceden y la riqueza emotiva de algunas situaciones, este día todo salió por la culata.
Apeló a la lingüística, pensó en la apertura del casino de Melincué, la visita de Lilita Carrió, la cara plástica de Cristina Kirchner, Rosario y sus injustas situaciones, pero nada la motivó lo suficiente. E iba llegando la hora de cumplir con el editor, presentar la nota con técnicas de verso o periodismo y la sutil habilidad de composición no había llegado, por lo tanto fue a casa y me usó de emisaria.
"Andá, corré, decile a los lectores que no hay nada". Tenía vergüenza y no quería estropear el papel con pavadas, pensó que la vida no se copia con forma literaria ni es un aeroplano para el diario. Me pidió que le diga que no es fácil estar al servicio de las pasiones en día viernes, que la inteligencia no es mucha (es, además compleja y dispersa) y que entre política, amor, problemas económicos, dramas inmediatos y museos neutros, se apabulló y quedó sin tema. Palabras sueltas que (de solas nomás) no lograron hacer la contratapa.
Por lo tanto tiene usted hoy este escrito en camisón que no alcanza siquiera la categoría de carta; entre exigencias dialécticas y problemas editoriales la chica de los viernes le pide una esperanza para el próximo. Yo la voy a ayudar a que se inspire como quien subraya del universo alguna cosa y la pasa al papel por sublimación espiritual o costumbre, ella no tiene calidad de artista sino un diálogo, un procedimiento cómplice con quienes buscan en la contratapa descansar de la naturaleza pesada de algunos titulares.
Ergo puede irse usted en libertad hoy. Salga a no pensar, a tomarse un cafecito de parado como era hace mucho tiempo en Panambí, cuando el Palace estaba y no había compilados, ni celulares, ni antenas para captar inconvenientes.
Hoy la chica de los viernes le da vía libre cosa que esta columna le sirva para envolver la carne o los huevos.
Quizás con el descanso y la ropa tendida en otra soga puedan secarse las ideas y volver en una semana a revolver el diccionario y cocinar alguna idea.
Si la ve no la reprenda, tómelo a modo de descanso.
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