Domingo, 9 de mayo de 2010 | Hoy
Por Gary Vila Ortiz
He tenido, y los sigo teniendo, unos días de reposo prácticamente absoluto, lo cual me permite leer todo lo que deseo, escuchar música, escribir, tratar de comprender (me repito) todo aquello que aún no comprendo. El domingo pasado hablaba de mi primer libro de lectura sobre historia. No estoy en absoluto conforme con dicho artículo, pero ya volveré sobre él pues entiendo que hay una obligación moral en expresarnos sobre ese tema, ya que la historia argentina se encuentra cada vez más desvirtuada, se insiste en la falsificación de los hechos históricos y no se muestra interés alguno en ofrecer alguna verdad. Por eso me he tomado un tiempo. Se bien, o creo saberlo, que en países como el nuestro la historia se narra de acuerdo a los problemas que se viven en el presente y no se trata tan sólo de una indagación acerca de nuestro pasado. Pero aún siendo así, creo que es necesario un cierto respeto por la verdad a sabiendas que ella es difícil de encontrar y depende muchas veces de nuestras creencias. Para volver al tema me estoy tomando un breve descanso, un paréntesis placentero antes de seguir. Placentero, sin duda, pues lo he dedicado a repasar viejos y nuevos libros.
Es decir, que este tiempo "libre" lo he dedicado a la lectura de algunos autores italianos por los cuales tengo tanta admiración: Luigi Pirandello, Giuseppe Tomasi de Lampedusa (sus relatos, tan menos conocidos que su obra sobre el gatopardismo) y el mencionado en el título, Giorgio Bassani, cuyos relatos y novelas sobre Ferrara han sido publicados de manera integral.
Se trata de un ciclo formidable, indispensable para quienes tengan interés en una visión exacta de la historia de Italia durante el fascismo, la persecución de los judíos, lo que esa ciudad significa para su autor y cómo a través de ella puede ofrecernos un friso histórico poco común. Un estupendo ensayo de Pier Paolo Pasolini abre el volumen que contiene: cinco relatos ferrareses, las novelas "Los lentes de oro", "El jardín de los Finzi Contini, "Detrás de la puerta" y "La Garza", luego. Bajo el título de "El olor del heno". Seis trabajos (cuentos, ensayos) que se cierra con un "Ahí, al final del pasillo", donde el mismo Bassani hace una historia breve de todas las narraciones del ciclo.
Algunas de estas obras ya las había leído en otras ocasiones, hace tiempo; "El jardín de los Finzi Contini" lo había conocido por el film de Vittorio de Sica que realizó en 1970, un film estupendo pero que al parecer nunca conformó del todo a Bassani.
Bassani nació en Bolonia en 1916, pero su vida está íntimamente ligada a Ferrara donde con mayor rigor el fascismo aplicó las leyes discriminatorias contra los judíos, los homosexuales y disidentes. Murió en el año 2000, luego de haber vivido en Roma y en Nápoles. La génesis de su historia, ya lo dijimos, las cuenta él mismo en las páginas finales. Un trabajo sumamente largo, ignoro si agotador. Por ejemplo, "Lida Mantovani", una de las cinco historias ferraresas, la comenzó en 1937, a los 21 años, pero luego la reescribió al menos en cuatro ocasiones¨1939, 1948, 1953 y 1955. El mismo Bassani dice que sería lógico preguntarle como tardó casi un cuarto de siglo en redactar esa narración que tiene tan sólo unas cuarenta páginas. El autor explica con sencillez: Desde el principio, nos dice, he encontrado la mayor dificultad no digo ya para realizar, en el sentido cézaniano del término sino para escribir simplemente. "No agrega por desgracia, el famoso don yo nunca lo he poseído. Todavía hoy, al escribir, tropiezo con cualquier palabra, a mitad de cualquier frase, corro el riesgo de perder la brújula. Escribo, tacho, vuelvo a escribir, tacho de nuevo hasta el infinito".
Bassani a diferencia, pero menor de lo que parecería pensar de Faulkner, Onetti o García Márquez, no inventa los sitios acerca de cuya historia y sus personajes. Escribe. Habla de una ciudad concreta, aquella en que se educó, Ferrara, y de hechos históricos lamentablemente ciertos, con las leyes raciales impuestas por el fascismo. Sin embargo, como dice en el prólogo Pier Paolo Pasolini, prólogo que no lo es tanto, pues se trata en realidad de un fragmento de un artículo publicado en IL Tempo, del 8 de febrero de 1974, nos dice que hasta el comienzo de los cincuenta, Bassani tenía una duda sobre el título, o "F" o "Ferrara". La ciudad al no ser nombrada quedaba en la sombra y se apuntaba hacia una universalidad. Pasolini tiene razón cuando expresa que "de repente, aquella pequeña manía estilística (que resumía toda una ideología y toda forma de ser) quedaba puesta en tela de juicio" ya que el escritor se preguntaba si seguiría hablando de "F" o concretamente de Ferrara.
La pequeña diferencia es en realidad una gran diferencia. La utilización de la inicial es la que hace que, como ejemplo clarísimo, la "K" del protagonista esencial de las obras de Kafka, sea mucho más que el mismo escritor, incluso en el caso del mismo Gregorio Samsa, quien también, aún identificado de tal manera, es "K".
Pasolini insiste en la diferencia: "Como todo escritor fundamentalmente realista, Bassani utiliza en gran medida el estilo indirecto libre, es decir que trasmite los pensamientos de los personajes sin encerrarlos entre comillas, pero en realidad no es que la prosa de Bassani descienda hasta el nivel de la prosa de los personajes que piensan, sino que al contrario, la prosa de los personajes que piensan asciende hasta la altura estilística de la prosa de Bassani, lo que pone, por tanto, en tela de juicio la relación entre la "F" y "Ferrara": Los personajes que hablan son precisamente de Ferrara, mientras que Bassani, por su parte, pertenece irremediablemente a otra ciudad que se puede indicar perfectamente con la inicial "F".
Bassani es un hombre vinculado de muchas maneras al cine. Fue crítico, guionista, presidente del jurado en la muestra de Venecia en 1965 y además porque algunos de sus cuentos y novelas fueron llevados al cine. Mi experiencia en cuanto a la forma que me aproximé a esas adaptaciones fue muy diferente. Cuando vi "La larga noche del 43", dirigida por Florestano Vancini en 1960, el film me entusiasmó y recuerdo que posteriormente lo busqué para tenerlo en video, pero en esos años ignoraba que estaba basado en un cuento de Bassani, todavía no había leído a este escritor así como el hecho de que no sabía que uno de los guionistas había sido Pasolini. Para mí, ya enamorado del cine, ese filme me conmovió en todos sus aspectos. Algo similar ocurrió con "El jardín de los Finzi Contini", que Vittorio de Sica realizó en 1970. Otro film que me gustó mucho, ignorando, como es mi costumbre, la palabra de los entendidos en cine que lo encontraban inferior a otras obras del mismo director, posiblemente "una de las más irregulares", según opinión de Augusto Torres.
Todavía no había leído la novela de Bassani, pero en este caso fue el lamentablemente desaparecido Eugenio Castelli quien me habló de Bassani y me recomendó su lectura. Dicho sea de paso, Bassani estuvo en Rosario, pero no recuerdo en qué año, una visita que, como tantas otras cosas, se me pasó desapercibida. En cambio, sí ya había leído a Bassani cuando Giulano Montaldo lleva al cine "El hombre de los anteojos de oro", novela que plantea la discriminación hacia los homosexuales durante el fascismo. Era una buena película, en la que trabajaban Philippe Noiret y Rupert Everett. Ahora tendría que volver a ver esos tres films para comprobar si mi apreciación sigue siendo la misma.
En estos films que mencionamos no se percibe con tanta claridad como en la lectura de su obra la distancia que puede existir entre la "F" y "Ferrara", como dos dominios del mismo Bassani, pero no significando lo mismo, no percibidos de la misma manera. En un país como el nuestro, donde abundan por estos tiempos, narraciones que tratan distintos aspectos de su historia, Bassani parecería un buen maestro como ejemplo de la forma en que deben tratarse de narraciones que se sustentan en hechos históricos. En Bassani no existe deformación alguna, falsificación alguna de lo que pasó en tal o cual oportunidad.
Aquí lo que se suele hacer es mostrar una clara tendencia a falsificar, a contar para poder ocultar la verdad. Es cierto que Italia no es la Argentina, que en todo caso hay que repetirse que escribir acerca del pasado argentino es escribir sobre el presente y tomar partido por tal o cual posición. Bassani no hace lo mismo aún tomando partido, si se puede llamar así a su actitud de poner en evidencia los horrores discriminatorios que impuso el fascismo durante más de veinte años. Leer a Bassani es buen antídoto, que puede lograr algún efecto. Y se nos ocurre que en este país para nombrar algunos antídotos más o menos efectivos contra el espíritu del fascismo, tendría que repetir los nombres del artículo pasado (Gelman, Bayer) y agregar pocos más, entre ellos, creo el de Andrés Rivera, muchas de cuyas obras podrían verse como partes de un friso narrativo poco común en estos últimos años.
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