Miércoles, 4 de febrero de 2015 | Hoy
Por Gabby De Cicco
Jamás pensé que en septiembre del año pasado, específicamente el día 14, estando fuera del país, me tendría que enfrentar al dolor de perder una hermana de vida. Ese día Macky poeta, Macky Corbalán se transformó para quedarse de otra manera entre todxs nosotrxs. ¿Por qué recién mientras caminaba por el ardiente desierto de las calles rosarinas recordé a Macky? Quizá porque ella fue la persona que logró sacarme de esta ciudad para ir de vacaciones, para crearle al verano otra dimensión de amistad, poesía, amor, locura, aventura.
Siempre fui, y a veces sigo siendo, una loba esteparia. Y para las vacaciones, salvo cuando estuve en pareja, siempre las he encarado sola. Pero entonces venía la Macky y muchos meses antes me empezaba a hacer la cabeza: "che ¿y si hacemos un retiro poético?", y ahí comenzaba la aventura, y ella me sacudía de la modorra rosarina, y me hacía volar con la fuerza de ese viento neuquino que ella podía ser.
Para sus 50 tenía planeado un viaje a Europa, y allí empezó el otro intercambio: "¿vamos?". La idea era hacer París, porque ella quería conocer la ciudad y porque yo ya había estado ahí y le había hablado de lugares que ella amaba; por su lado había sumado Praga, y seguro algo de España. Ese viaje quedó trunco, pero el deseo de viajar, ése nunca se detuvo, ni detiene. Con Mac compartimos el amor por la literatura y ese amor es un gran viaje de por sí. Algunos lugares que he podido conocer y que amo profundamente llegaron a mí mediados por la literatura: París por Cortázar, Pizarnik, Genet, Baldwin, más allá de los poetas franceses que amo; Santorini me llegó por un poema de Yorgos Seferis, y así.
Escribir, leer, viajar, amar, las pasiones, es algo de lo que compartimos con Mac. Como dije, Macky lograba arrancarme del tedio del verano rosarigasino; ella siempre lograba sacarte del tedio, ella tenía el don de congregar gente, de movilizar, de abrir puertas. Su generosidad era infinita incluso para esto de las vacaciones. Mis veranos con Macky, si bien no fueron muchos, reverberan hoy en este febrero, en un día que marca casi el punto de largada para otro viaje: dentro de tres meses estoy zarpando de nuevo, por varios meses, hacia la misma ciudad en la que me encontraba aquél 14 de septiembre. Otro salto sobre el abismo oscuro para llegar a una orilla más clara, más apasionada; un salto hacia una nueva aventura. Y en esta aventura no estoy sola, claro que no. Hay gente que me ama y que está ahí, acá, allá haciendo, creando esa red de soporte, de dar ánimo, de abrir puertas. Están la tía Javier, Pablo, Amalia, Marta e Ivana por el lado local; están Sandra, Sasho, Lina y Rona por el norte, y especialmente está Steph. Pero hoy siento, en este día de pleno y quemante verano, que me falta la Macky. Estoy como tentada a llamar a su número de celular (el cual no he borrado), y decirle, contarle todo, y compartir la alegría, la pasión, aquellas cosas que sabíamos compartir.
La literatura en primera persona. La literatura como máscara de una primera persona que viaja, que escribe, que coge, que quiere vivir la vida a full. La primera persona torta que se derrama en palabras y hace del verano y las vacaciones un tema poético, un tema de amor, porque en el fondo de lo que se trata es del amor. Y la recuerdo a Steph mostrándome esa palabra en uno de sus tatuajes. "Sin esto", me dijo señalándolo, "y no hablo del amor romántico, sin esto nada funciona". Y estoy de acuerdo, y sonrío. Y pienso que es así, y que la literatura sin el apasionamiento no es nada. Ya sé: amor y pasión no son lo mismo, o sí, quién sabe. No tengo esa verdad, tengo intuiciones, y las comparto. No bajo líneas, comparto este devenir palabras de este nudito que se me hace en la garganta, y largo, largo las palabras para que te alcancen, a vos que me lees, a vos a quien ni siquiera conozco, o que si conozco te hago un guiño, y si la conociste a Mac, seguro que la recordás, y la extrañas, y así.
Es casi seguro que la escritura del extrañar, la escritura desde la pasión y sin duda desde un quemante verano puede sonar o ser desprolija. Quiero escribir como con ese desorden que queda después de coger: sábanas arrugadas, por el piso, la saliva, los jugos de los cuerpos dando sabor y olor a la vida, a la literatura. Quiero escribir a pleno pulso galopante, al ritmo de Horses de Patti Smith, y al ritmo de las respiraciones de mis amantes. Quiero escribir para decir aquello que se me hace nudo de agua y que a la vez me da de beber. Quería escribirle a Macky, contarle, y decidí hacer de la escritura de amor una carta pública.
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