Domingo, 18 de octubre de 2015 | Hoy
Por Javier Chiabrando
Supongo que los iluminados de los '50, de los '70 y de los '90 también habrán hablado del fin de ciclo peronista. Bueno, se equivocaron. Hoy tenemos a tres candidatos con posibilidades de ser presidentes, y todos vendrían a ser peronistas: Uno peronista versión siglo XXI, el otro con un pasado más o menos peronista y el tercero haciéndose el peronista. Como si fuera poco, hay un cuarto candidato, en versión peronista vintage.
Qué embole. Yo pensé que a esta altura íbamos a estar gobernados por algo más moderno, ¿viste?, como en las películas del futuro donde manda un político que habla como libro de autoayuda y usa túnicade gurú oriental, con capitalismo al palo, autos que vuelan y comida en pastillas. Pero no, seguimos discutiendo sobre peronismo, las comidas son iguales a las que comían nuestros abuelos. Y los autos no vuelan. Menos mal, con lo que vale la nafta.
Me pregunto cuánto de peronismo hay en la argentinidad de cada día. Si la esencia del argentino deviene del peronismo. O si el peronismo, con sus idas y vueltas, con sus contradicciones, está hecho a imagen y semejanza de la argentinidad resumida en esta impactante definición mía: "un argentino es alguien que puede quejarse del frío a la mañana y del calor a la tarde". Habría que hacer un congreso de intelectuales por día para encontrar respuestas. Yo no tengo mucho que decir. Evita no le mandó muñecas a mi vieja, no marché por un chori (tetra no tomo ni a punta de pistola). Pero si la argentinidad devino en peronismo, soy esencia del peronismo; y si el peronismo nació de la argentinidad, soy su creador.
¿Basta hacerse o decirse peronista para serlo? Capaz que sí. El kirchnerismo demostró que bastaba con declararse kirchneristas-peronistas. Aunque antes hayas sido radical. Muchos progres que, como yo, votaba a esa izquierda que actuaba de reserva ideológica (pura macana), ahora se declara mayoritariamente kirchnerista-peronista y no hay nada, ni su pasado, que indique que no es así. No es como decir soy de Boca. Soy puto. Eso lo tenés que demostrar. Ponerse la camiseta, bajarse los pantalones. Ser peronista no exige ninguna demostración. Sos y chau.
Martín Rodríguez, en la contratapa de "Escolástica Peronista Ilustrada" de Carlos Godoynos ayuda a entender con dos preguntas (lo que quizá no sea casualidad): "¿Cómo ser peronista si el peronismo, a diferencia del bolchevismo, el trotskismo o la república, no pide nada?" "¿Se puede ser peronista y dejar de serlo tantas veces como sea necesario?". Yo tengo mis respuestas. Si ustedes tienen otras mándenla por inbox que se las voy a afanar de buena gana para la próxima nota.
Quizá una de las condiciones más notables del peronismo es que en lugar de hacer autocrítica sale disparado hacia delante y revisa sus errores en la praxis misma. Para olvidar el macanazo del menemismo aparece el kirchnerismo. Agua y aceite en (casi) todo. La fuga hacia adelante es mejor que andar pidiendo disculpas por las cagadas del Turco que lo Reparió y sus huestes. Y en ese andar el peronismo te arrastra, para bien o para mal, para que apoyes o te opongas. Para que milites o cacerolees. Lo que es imposible es hacerse el boludo.
El peronismo es omnívoro. Come de acá y de allá, de la derecha y de la izquierda. De los creyentes y de los ateos. De los cavernícolas y de la pibada. Y no te deja ser gorila en paz.Hasta los gorilas se ven obligados a revisar su odio. (En su momento escribí "El discreto encanto de ser gorila", donde me explayaba sobre el tema.) No es lo mismo ser gorila con el menemismo que con el kirchnerismo. No olvidemosque a muchos de nosotros cierto gorilismo no nos caía mal, y repetíamos lo que decían tipos como Nelson Castro o Jorgito el Gordo al Arco sin tanto remilgos como ahora.
¿Ser peronista exige actuar de una manera especial, ser de cierta forma, tener un código de conducta? No lo sé. Porque el peronismo reúne caucásicos y no tanto, católicos y herejes, izquierdosos y derechosos, un ex presidente que se sacaba fotos con Rojas, sin olvidar que los hubo antisemitas y homofóbicos. Y anticomunistas muy peligrosos.Resumiendo: es una runfla colorida y algo desconcertante. Pero ahí está, gobernándonos y dispuestos a seguir gobernándonos, obligando a los candidatos a citar frases del general y a sus esposas a peinarse a lo Evita.
Me pregunto cuánto del radicalismo es simplemente antiperonismo. El radicalismo es más viejo, pero eso no significa nada. Quizá el radicalismo se potenció con la aparición del peronismo. ¿Qué sería Boca sin River, los demócratas sin los republicanos, la Coca sin la Pepsi, o Ronaldo sin Messi?Y ahí está el radicalismo, aliado con un neoliberal que quiere ser considerado peronista, que inaugura una estatua del general acompañado por peronistasalgo desmemoriados que ante cualquier duda cantan la marchita. ¿Significa que este radicalismo es peronista por ósmosis? Qué lío.
Por mucho que las encuestas digan que el sesenta por ciento de los argentinos quiere cambios, esos cambios no incluyen cambiar al peronismo por otro partido. Será cambiar este peronismo por otro peronismo. O por otro que se hace el peronista. El peronismo es tan angurriento que ni siquiera deja que exista esa ley de la política que dice que"la alternancia en el poder es buena". A eso el peronismo le hace un corte de manga y ruidosas cuchufletas. Y si le toca quedarse a un costado, se queda agazapado hasta que le toca volver a la cancha. A veces tira un poco de la manta, pero con disimulo, disimulo peronista, que es disimular poco.
A los pensadores del carajo como yo el peronismo nos pone en un brete. En lugar de analizar los cambios sociales, la evolución de las ideas y los colectivos humanos, tenemos que volver una y otra vez al peronismo.¡Así es difícil ser genial! Es que el peronismo es inmune a la globalización, a la lucha de clases, al choque de civilizaciones, a la posmodernidad, al mundo líquido, al pensamiento débil, al homo videns, a la metrosexualidad y a la desaparición de los enganches en el fútbol argentino. De haberlo sabido antes me salvaba de leer mil libros aburridísimos.
Y si es verdad que el peronismo es lo peor que le pasó a Argentina, como suelen decir ciertos pensadores que piensan con el hígado, entonces los argentinos somos una manga de boludos, pusilánimes que sufrimos de una variante del síndrome de Estocolmo que nos lleva a votar una y otra vez a quién nos ya nos arruinó la vida repetidamente.¡Otro congreso de intelectuales a mi derecha, por favor!Lo comprobable hasta acá es que el peronismo es el único partido que tiene una relación con el poder que le permite administrar y controlar a esta monada llamada argentinos. No es un invento mío, lo dice la historia, recientey no tanto.
Los que quisieron destruirlo cometieron ese error: querer destruirlo. En lugar de destruir el peronismo, destruyeron peronistas, que no es lo mismo. También en eso se equivocan los que quieren destruir al kirchnerismo en lugar de dejar que,como todo proceso político, se vaya fagocitando en sus propias contradicciones. ¿Y si eso no sucede? Entonces seguiremos hablando de kirchnerismo durante cincuenta años tal como seguimos hablando de peronismo luego de más de cincuenta años.
Por lo visto no queda otra que amigarse con el peronismo (sé que parece una de esas frasespelotudas que dice Macri, pero no se me ocurrió otra). Dejar de combatirlo, los que lo combaten.Y no me refiero al establishment, me refiero a la gente. El establishment no tiene ideología. Si le conviene, será de derecha, peronista o vegano. Para la gente, para los que tenemos con el peronismo una relación conflictiva, es más razonable mantener un espíritu crítico desde adentro (o desde afuera, como aliado). La otra opción es hacerse el autista, pero después a no quejarse si te despertás con la negrada tocándote el bombo en la ventana.
La opción de militar en otro partido también es meritoria, pero si es una militancia cuya ideología está basada en el antiperonismo, está destinada al fracaso. Lo dice la historia de las últimas décadas. Y los probables resultados de estas elecciones. En ese sentido, el cambio de Macri no deja de tener sentido. Lo que hizo fue reconocer que contra el peronismo es difícil avanzar. Es, si se quiere, una actitud sana. (Las puteadas por inbox, plis). Huy, me olvidaba de lo importante. El domingo hay elecciones. Bueno, haga lo que quiera. No estoy de ánimo para para andar diciéndole lo que tiene que votar. Que sea pato o gallareta. Seránpato o gallareta peronistas.
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