Domingo, 22 de octubre de 2006 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: Ella llegó desesperada al hospital. La habían llamado en medio de la noche. Y el tono ya no era el de vaya tranquila, tome una ducha, coma algo caliente. Aquí no puede hacer nada. Hay que esperar. El tono era, cuanto antes, sería lo mejor para usted. Para que pueda despedirlo.
Ella llegó al hospital y lo vio en su cama. La mirada de él se parecía a lo que había leído como la mejoría que precede al fin. Apenas dejó su cartera y se arrojó a esa cama. Se metió debajo de las sábanas, lo abrazó y lo sintió irse. Ni la enfermera se atrevió a impedírselo.
Dicen que Simone de Beauvoir dijo cuando moría Jean Paul Sartre: "Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá jamás".
Dos:La muerte puede referirse a un estado o a un evento. Me lo dice el médico. Al menos, aceptó atenderme. No es sencillo llamar a un médico amigo y decirle, disculpame, no lo tomes a mal, pero quiero saber qué es la muerte. Silencio. En algunos, respetuoso o incómodo silencio. Si yo te contara. En otros, rosario crispado de quién habla, te sentís bien, qué pasó, o tono de corte de llamada. Es lo primero que me sorprende. Nadie quiere hablarme de la muerte. Y hoy, esta semana, no hemos hecho otra cosa. Hablar de ella. Invocarla. Desesperadamente, con llanto, con orgullo, a la gran masa del pueblo combatiendo el capital.
No me jodas, me dijo el médico que se de dedica a la tanatología. ¿Me explicás de qué se trata? ¿La muerte o mi especialidad? Y se ríe. La muerte como estado es el opuesto a la vida; la muerte como evento es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. Noto el uso de la obviedad como instrumento de desánimo. Persisto. El evento de la muerte es la culminación de la vida en un organismo vivo, mientras que el estado es lo que sucede a dicho evento. Yo me dedico al evento de la muerte. Al único posible de todos los posibles. ¿No está mal, no? Podría haber optado por ser partero y la opción sería el nacimiento o no. O cirujano, extirpar, abrir, cerrar, mejorar. O no. Siquiatra: sicótico o esquizoide, alucinaciones o persecutas. Opciones. Y no. Yo me ocupo de lo único cierto. A lo opuesto a la vida. A la culminación necesaria e imprescindible. No puedo errar. Especialidad sin riesgo. Morir como el único posible de todos los posibles.
Seguís. No te alcanza, me decís. Otra. Es la nihilización de las fuerzas vitales del cuerpo por el agotamiento de los órganos. Me lo lee de su manual. Al lado de sus libros con lomo explicado en inglés, en las mismas estanterías en donde están las fotos de sus hijos, de su esposa, una con un perro que lo lame y un esqueletito articulado que parece que se ríe de todos nosotros, me lee la definición que trae el primer manual que compró cuando era estudiante de medicina. Nihilización. ¿Existe la palabra? Me sirve. Y el idioma debería ser apenas un instrumento de utilidades básicas. Mirá vos. Sigue leyendo. Privado el cuerpo del principio de la vida orgánica, el alma se desprende de él y entra en el mundo de los espíritus. Nos reímos.
Hay más. Suceso obtenido como resultado de la incapacidad orgánica de sostener la homeóstasis. Se muere por norma general, como resultado de una enfermedad que interrumpe el proceso homeostático. ¿O sea? homeóstasis es el estado de equilibrio dinámico o el conjunto de mecanismos por el que todos los seres vivos tienden a alcanzar una estabilidad en las propiedades de su medio interno y por tanto de la composición bioquímica de los líquidos, células y tejidos, para mantener la vida, siendo la base de la fisiología. Me aburre escuchar que me lean con tono de terminemos ya con esta cuestión. Por lo tanto, se ve que te importa poco porque seguís leyendo, toda la organización estructural y funcional de los seres tiende hacia un equilibrio dinámico. O sea, me dijiste, que la muerte es un desequilibrio. Será. Desequilibrio.
Tres:Podría decirte que, al fin y al cabo, sólo se trató de una exaltación exagerada del desprecio hacia la homeóstasis del General. Nos quedaríamos tranquilos. Con la lección aprendida. Pero, la verdad, es que creo que se trató de lo contrario. Tuve la sensación de que fue un acto de agradecimiento porque la muerte le había llegado, ¡finalmente!, al líder. Como pisamos una tierra que no sabe honrar con la vida, con las acciones, con las manos lo que profesamos, cultivamos la muerte. Tranquiliza conciencias. Como la muerte no había sido lo suficientemente muerte decidimos recordarla en este segundo acto de defunción. Allí había cara de pasiones egoístas deseando quedar retratadas para la posteridad (¿para su propia post muerte?) al lado de la muerte de Perón. No me alcanzó con la muerte primeriza de hace treinta y tantos años. Murió de muerte lábil. Ahora quiero que se recontra muera para que yo pueda ser testigo del desequilibrio de los mecanismos y de la composición de los líquidos, células y tejidos. Se trata de desafiar la consistencia de lo irrepetible. ¿Quién dice que acá se muere una vez? ¿Dónde está escrito que el mismo que es argentino pero atiende en Buenos Aires decide por única vez que se nace o se muere? La muerte es funcional a lo que yo, vos, nosotros, deseamos y hoy se me da la gana de recrearla.
Es tanto más lucido imitar la muerte que hacer la vida.
Corremos al lado del féretro tocando las manijas con la misma energía que buscábamos la sortija de la calesita de plaza. Besamos el féretro para mantener una tibieza mentirosa del cuerpo chupado. La muerte, como la realidad misma, tiene otras reglas en esta bendita pampa. Y así nos va. El resto, nos mira azorado.
Y ni siquiera hablo de la violencia. Eso es otra cosa: Apenas la convicción sostenida de que hacer política es hacerlo a los tiros, puñetazos o piedrazas. La patota de la muerte gobierna este país. Pero no quiero hablarte de eso.
Cuatro: El ser humano puede ser definido en términos puramente pragmáticos como una unidad masaenergía compuesta por millones de células especializadas, organizadas en grupos particulares, en constante actividad y movimiento y en alerta a un estado de permanente agresión por agentes externos e internos que buscan reducir dicha organización a estados biológicos más sencillos dentro de la estructura del universo. O sea que cuando se llega a la sencillez más extrema, ¿hemos muerto? Será
Cinco: No voy a los cementerios. Triste condominio de la nada, no entiendo su culto. Ahí no está mi padre, ni mi hijo, ni mi amor. Ahí hay maderas que contienen lo que alguna vez fue. Y ya no es. Tengo tanto por hacer con lo que es, con lo que mi padre, mi hijo, mi amor hizo y hoy son, que no quiero desperdiciarme en lo que no es. Me convencés y vamos. Entramos por avenida Francia y descubrimos enseguida esa pared. El color es la primera genialidad. Si apenas fuese una pared lisa, de ese color, ya valdría la pena. Color en camposanto, se titularía la obra. Hacer visible la ciudad invisible, dice su creador. Unas cuatro mil fotos, alguna escultura de dos hermanos que se llevó el remanso Valerio, dice la leyenda. Hay de bebés fotografiados con su colita al aire, ancianas que sonríen con el deber cumplido, jóvenes antiguos que hoy lucirían modernos, señoritas que murieron de grandes siendo señoritas, ancianos con bigotes tupidos y tupidas ideologías. O lo que sea. Empiezo a imaginar sus vidas que me son anónimas y me ayuda a entender esta ciudad, mi aldea. Memorabilia es la última idea hecha ganas, vida, del genial Dante Taparelli instalada en el cementerio del Salvador. Fotos rescatadas de viejos depósitos de seres invisibles, anónimos, que hacen visible una historia. Un encuentro de vida.
Seis: La muerte puede ser honrada o usurpada. Memorabilia o el acto de San Vicente.
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