Viernes, 9 de marzo de 2007 | Hoy
Dos por tres tu cuerpo es una nube equivocada, que suma o resta cosas de este mundo, que eleva al cubo la temperatura de la piel o eriza lo mío. Pero Infinitesimal.
Tus raíces entonces son cuadradas, los tallos de vos, las hojas de tus ojos, las pestañas, te ahogas en cilíndricos vasos de agua y un cálculo integral te saca el sueño. Mientras pienso en el medio y el medio que hacen desaparecer cualquier fracción.
Las derivadas del amor conducen quien sabe a qué catástrofe. Y ni hablar de los senos.
A veces tu cuerpo se va por la tangente, las partes de dividen para mí o se multiplican, te volves un conjunto de prismas que los demás no entienden mientras tus brazos se dirigen a mí con la dirección única del radio en una piedra esférica.
La gente se agrupa en círculos cerrados, vos y yo mientras tanto en un
rectángulo perfecto donde se lee tu nombre de lado a lado. Superficie. Piel.
De lado a lado por lado, tu volumen.
Ser de cuarta o el segundo, el que llegó primero, el del medio, el menor, la mayor.
Problemas, resultados. Las distintas aristas de los asuntos. Las vidas
paralelas. Ser recta, dar curvas y vueltas antes de decidir, habitar la
cuerda floja, trabajar para un segmento, mirar todo desde un solo ángulo,
pensar en el camino crítico de cada quien. Pero solo conjugar el verbo estar cuando llegas a casa.
Aquellos que tienen las teoría equivocada y que también existen vienen con vos, a postular o postularse en los partidos íntimos, en políticas de sábana chiquita.
Tender a algo mientras juego en el particular cuadrilátero de nuestro box.
Tirarte un centro, un compás de espera, un don transportador que nos junte y nos junte.
Que este siempre la regla.
Cambiar de mina.
Patear el tablero.
Develame la incógnita de una buena vez.
Encontrar el común denominador de tus formas, ese que representa lo que jamás podría ser par.
Estar en otro plano.
Amar matemáticamente tu universo, las palabras con las que te he conquistado, la similitud entre teorema y poema, la mitad de mi vida para darte. O toda.
Decí mal. A veces viene el mal sin medida, en kilolitros y en función de las horas se presenta tu boca, la descomposición del sentir sin medida, me transformo en número o potencia, en algo que no puede verificarse
simplemente. Y te amo en fila. Rombos, indefinidamente disminuida.
Dos por cuatro tu cuerpo se cruza con el mío en dos asíntotas que son la
casualidad del único país donde vivimos. En aumentos relativos cada vez es mejor, cada vez es distinto.
Se inclina la vida a veces. Los ejes sucesivos, circunferencias fijas. Ahí estamos. Vos y yo.
Entre máximo y mínimo.
En el arco, ese del cual a veces queda nada.
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