Sábado, 22 de noviembre de 2008 | Hoy
Una modesta carta de lectores a Rosario/12 y mi posterior participación en el panel de Plan A, de canal 3, me generaron una serie de llamados telefónicos, indagándome sobre mi "nivel profesional", como si para opinar sobre estos espinosos temas, se requiriera más que el sentido común de un ciudadano preocupado, alguna carrera "profesional" o un título académico para avalar mis dichos.
Mi fuerte convicción de que el problema de la trata de menores está ligado a la marginalidad social de un creciente número de familias con necesidades básicas insatisfechas, a las falencias de nuestro sistema educativo, a la falta de controles por parte de nuestras autoridades, a las connivencias de ciertas mafias con factores de poder y a la inexistencia de valores morales en una creciente franja de nuestra sociedad, frente a una ceguera de nuestros parlamentarios para legislar al respecto y erradicar definitivamente este flagelo.
Si niñas mal vestidas, delgadas al extremo y ojos con claras expresiones de angustia contenidas, se ofrecen por cinco o diez pesos a hacerle sexo oral a camioneros estacionados esperando descargar cereal, y nadie se entera ni toma medidas; entre ellas la detención del degenerado cliente. Esto no tiene explicación que justifique su impunidad y es inexplicable que no exista un solo mecanismo de contención social para estos niños y niñas. ¿Hace falta algún título para decirlo? ¿Hace falta un título universitario para comprender que la calle y la noche no se han hecho para que nuestros niñas y niños deambulen mendigando y entre las mesas de bares, restaurantes o heladerías sientan el rechazo de la sociedad y el "no tengo" suene como una cachetada? ¿Quién le explica a estos menores que mientras se destinaron más de un billón de dólares para rescatar entidades financieras en dificultades, empresas quebradas y entidades prestamistas, con 30.000 millones de dólares anuales se puede en diez o quince años erradicar el hambre del planeta?
Si la decisión política imprescindible para eliminar el flagelo de la explotación de menores y su trata como objetos sexuales, se toma por parte de las autoridades comunales, municipales, provinciales y nacionales convocando a la ciudadanía, sus ONGs y la participación de nuestros centros de estudiantes universitarios haciendo el trabajo de campo, en poco tiempo tendremos el mapa del problema y podremos tomar las medidas adecuadas para resolver este problema. Y pregunto, ¿para opinar así, necesito un título profesional?
Angel M. Contestí
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