Miércoles, 17 de diciembre de 2008 | Hoy
El 17 de diciembre de 2006, un conductor irresponsable y nefasto, atropelló a María Maseroni mientras cruzaba la calle camino a su casa. El tipo pasó en rojo y, con un golpe desvergonzado y feroz, la despidió sobre el asfalto. Después, más de lo mismo, como en las escenas del peor cine. Una ambulancia, la policía, "Le di la mano primero", "No. Fui yo", "Te doy el teléfono de mi abogado y te cuento todo", llamados confusos, testigos que, pasada la hora fatal, no dieron su palabra.
María atravesó una agonía de casi 11 horas. Luchó como pudo, pero no lo logró... Tenía 41 años, era comunicadora social, publicista, redactora, docente. Dicen los que la conocieron bien, que fue una luchadora, una sobreviviente, coherente con su hacer y su decir, solidaria, dadora de afecto, apasionada por la vida. Demasiado joven para morir...
¿Cómo se hace para incluir esas variables tan difíciles y complejas de explicar, esas que hacen que hagamos o digamos las cosas que sentimos sólo cuando nos pasan a nosotros...? ¿Podremos recordar a María y hacer de este sentimiento algo público?
Es una pregunta, nada más...
Sara Schilman
Por aquello de "el que calla otorga", nos llama la atención el silencio que rodea nuestra denuncia de la "desaparición" de un torno vertical para ruedas de trenes que, valuado en más de 600.000 dólares fuera retirado de los antiguos talleres ferroviarios de Junín y Avenida Alberdi, por una empresa especializada en grandes movimientos.
Las 27 víctimas fatales del último fin de semana largo siguen sumándose a las terribles estadísticas de una siniestralidad que no encuentra mejor solución de parte de las autoridades que las "emergencias viales" declamadas.
Si el año pasado fueron 8.200 y más de 12.000 lesionados, ¿cómo viene la mano para esta temporada? Miles de familias se verán sacudidas y hay funcionarios que se dedican a facilitar el desguace de nuestros ramales ferroviarios en una actitud demencial de saqueo de los bienes del Estado, a los que tenemos que ponerle fin.
No puede haber futuro sin trenes, porque el tren es cultura de la comunicación, es seguridad, es progreso, es comodidad. En los países desarrollados se plantean su modernización como insustituible herramienta del sistema de transportes terrestres para cargas y pasajeros.
Las autoridades del Onabe y de Onabief tienen la palabra.
Angel M. Contestí
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