rosario

Miércoles, 17 de diciembre de 2008

CIUDAD

Aquellas calles de barrio Sarmiento

 Por Daniel García Helder

Hasta que las pavimentaron en 1971, bajo alguna de las intendencias de facto, las calles de barrio Sarmiento eran de tierra, de barro cuando llovía, con zanjas a cada lado, estaban numeradas de la 1 a la 18, pero en algún momento que puede haber sido en 1950, Año del Libertador, se reemplazaron los números por nombres alusivos a la epopeya del Ejército de los Andes y a la biografía de San Martín, así fue que la figuración histórica se superpuso oficialmente a la abstracción numérica y la calle 1 pasó a llamarse Gregoria Matorras como la madre del prócer, la calle 5 de la casa de mis abuelos Damas Mendocinas, la calle 9 donde sigue estando la casa a la que nos mudamos Batalla de Bailén, primera derrota militar de Napoleón y bautismo de fuego de San Martín, por esa batalla fue ascendido a coronel del ejército español, dos años antes de la Revolución de Mayo. En Plumerillo 101, a media cuadra de lo de mis abuelos, vivió durante muchos años el escritor, historiador y periodista Plácido Grela, conocido fuera de Santa Fe casi exclusivamente por El grito de Alcorta. Historia de la Rebelión Campesina de 1912, su libro clásico de 1958. Muerto Grela en el 93, su hijo llevó adelante gestiones ante las municipalidades de Rosario y de San Lorenzo para evitar que los más de cinco mil volúmenes de la biblioteca de su padre se dispersaran y salieran de la región a la que este había dedicado gran parte de su trabajos de historiador, pero no lo consiguió; transcurridos diez años de su muerte y habiendo permanecido bajo llave primero en la casa de barrio Sarmiento, después en la de su nieta, los libros de Grela se terminaron vendiendo al librero de San Telmo que los ordenó temáticamente en los anaqueles que cubren la pared del fondo de su local de Estados Unidos y Chacabuco. Voy seguido a esa librería desde que abrió, hice muchas y buenas compras, la recomiendo a mis amigos y siempre que puedo los acompaño, ni jazz ni música clásica, el empleado, dueño o socio no hace preguntas ni molesta con la mirada, su orientación resulta puntual y efectiva cuando uno se la pide, no es permeable al regateo pero llevando cantidad hace algún descuento, tiene una escalera metálica para subir hasta los anaqueles del techo a rebuscar lo incunable, que para uno, en determinado momento, puede llegar a ser una guía turística de Rosario de 1961 al lado de otra del 78, en blanco y negro o a color en las dos tapas foto del infaltable Monumento. Entraba y lo primero era revisar los estantes del fondo, a ver si alguno de esos libros me servía, me hubiera servido, podía servirme o captaba mi estado compulsivo con un título, un autor, una tapa, un contenido, un fetiche, un error o un gran acierto a futuro. El folleto municipal de 1959, el libro de Alvarez, las guías del 61 y del 78, La rejión del trigo de Zeballos que compré, en lote con otros libros de tema o autor rosarinos, pertenecieron a la biblioteca de Plácido Grela, en general muestran el mismo estado de uso, se nota que fueron leídos, estudiados, pero tienen pocas o ninguna marca y están en muy buenas condiciones, salvo el ejemplar de la Historia de Rosario, sin tapas, bastante descosido, muchas hojas sueltas, marcas en lápiz rojo, lápiz negro y birome de varios colores, líneas subrayadas, corchetes en los márgenes, pedazos de papel que mancharon de sepia las páginas señaladas, pero ningún comentario ni apunte manuscrito, todo da la pauta de haber sido un libro de consulta, siempre a mano, a lo largo de mucho tiempo, desde un principio, como una fuente a la que se vuelve.

*Fragmento de la novela La vivienda del trabajador, que se presenta hoy.

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