Jueves, 6 de agosto de 2009 | Hoy
Los jerarcas eclesiales vienen amordazando a la sociedad desde hace muchos años. Avalaron con su silencio cómplice el golpe de Uriburu en 1930, apoyaron sin cortapisas los fusilamientos y persecuciones de la década infame, el golpe de 1943 les entregó el sistema educativo y mantuvieron el idilio con Perón hasta avanzados los años cincuenta.
Luego avalaron el bombardeo a Plaza de Mayo de 1955. Sus jerarcas lograron con Arturo Frondizi instalar sus reales con universidades subsidiadas por el conjunto de la población. Acompañaron diligentes a Onganía y a todos los dictadores a los que consolaron y sostuvieron espiritualmente desde 1976 cuando perpetraban secuestros y matanzas, desapariciones, etc.
La película La mala educación, de Pedro Almodovar, muestra el doble discurso,la doble moral de algunos sacerdotes ultrapuritanos pero que admiten los perversos abusos a seres inocentes.
En recientes declaraciones, un Obispo Católico critica la educación sexual. Esta actitud merece nuestro enérgico rechazo, si bien resulta coherente en un personaje que calló frente a los casos de pedofilia practicados por sacerdotes y se muestra indiferente frente al feminicidio en curso, pero ha sido fiador de banqueros estafadores, eso si jamás alzó su voz ante los crímenes de lesa humanidad y a la desaparición forzada del ciudadano testigo Jorge Julio López.
El obispo se opone a toda enseñanza que permita la instrucción y el esclarecimiento, pues el oscurantismo y los dogmas hacen a su estrecha visión del mundo.
La comprensión de la realidad permite estar alertas frente a los atropellos de los prepotentes y autoritarios.
la educación sexual es una herramienta fundamental no sólo para la prevención de embarazos no deseados y el impulso de la planificación familiar de paternidades y maternidades responsables. Permite además prevenir el contagio de diversas enfermedades.
Una obtusa visión patriarcal estigmatiza principalmente a las mujeres de condición social desfavorecida que padecen diversas vejaciones y hasta la violación, obligadas a mantener involuntariamente embarazos que no buscaron.
La educación sexual debe formar parte de la educación integral de todas las personas y oponerse a ello es condenar al sufrimiento a una multiplicidad de seres que tienen todo el derecho al goce de una vida plena.
Bregamos por una educación sexual respetuosa de los cuerpos y por una educación que enaltezca a las personas, liberándolas de los prejuicios y miserias que acarrea la ignoracia.
Carlos A. Solero
Miembro APDH Rosario
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