Jueves, 9 de octubre de 2014 | Hoy
Cenizas y tragedia
El 26 de septiembre pasado se cumplió finalmente con la voluntad de John W. Cooke, quien en los últimos días de su vida dejó asentado en su testamento el deseo de donación de sus órganos y la cremación de su cuerpo para que luego sus cenizas fueran arrojadas al Río de La Plata.
El periplo recorrido por la urna conteniendo las cenizas de este militante revolucionario de ideología socialista, hombre de combate y nada complaciente con los detentadores de poder es una patética metáfora de la historia social de la Argentina contemporánea. De las luchas obreras enfrentando a las fuerzas estatales durante la ocupación del Frigorífico Lisandro de La Torre al paroxismo por la conquista del poder del Estado. La omnipresencia de una ideología con vocación de neutralizar todo cambio o transformación revolucionaria y abolición de los mecanismos del despojo a la clase obrera. La burocratización y entronización de la burocracia sindicalista aliada al capital y el compromiso de clases. El Terrorismo de Estado vigente desde los años '70 del pasado siglo XX. El genocidio de la dictadura cívicomilitar (19761983).
La tragedia de un pueblo seducido por el caudillismo y la demagogia, ora estatista, ora neoliberal.
Las cenizas de John William Cooke se confundirán ahora con las aguas del Río de La Plata, al decir de Juan José Saer, "el río sin orillas".
En tanto, las contradicciones fundamentales de la sociedad de esta región y del mundo se van agudizando, el capitalismo sigue siendo predador y antihumano y nuestra férrea voluntad de revolucionar la sociedad deberá continuar expresándose en lucha solidaria entre los de abajo contra la prepotencia de los ávidos de poder. Autogestionando las luchas sin creer en seres providenciales. Sólo la autoorganización de los oprimidos y explotados nos hará libres.
Carlos A. Solero
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