Miércoles, 13 de junio de 2007 | Hoy
Tal como refieren y testimonian la totalidad de medios de prensa locales y buena parte de los medios nacionales, los episodios acaecidos con motivo del intento fallido de realización de la asamblea universitaria convocada para elegir el nuevo rector de la UNR constituyen un hecho de gravedad inaudita.
La presencia de presuntos "barrabravas" de una conocida institución deportiva de nuestro medio, actuando desembozadamente en una serie de acciones violentas, representa un punto de inflexión inaceptable en la disputa política generada en función de dicha elección. Es verdad que un sector del movimiento estudiantil adoptó previamente una metodología antidemocrática, no acorde con el mecanismo eleccionario en el que ellos mismos participaron, al intentar evitar por medio de acciones de fuerza la realización de la asamblea. Pero la respuesta a esas acciones jamás puede ser una violencia mayor, cuya ejecución se solicite a grupos de choque que actúan de manera delictiva.
Este episodio bochornoso, lamentable y merecedor de nuestro más amplio repudio, expresa patéticamente el nivel de degradación a que ha llegado la política universitaria en el seno de la UNR. No olvidamos que los sectores en pugna alrededor de la elección del rector provienen de un espacio común que durante años gobernó a la UNR, y cuyas diferencias actuales tienen que ver más con la puja desatada en el plano de la política provincial que con proyectos políticos verdaderamente contrapuestos en el ámbito de nuestra universidad.
Sin duda constituimos una amplia mayoría de los docentes de la UNR quienes sentimos que el tratamiento que se ha dado a esta cuestión por parte de sus principales protagonistas no nos representa, y que esta clase de episodios vergonzosos no pueden ser convalidados con nuestro silencio. La actual situación de inminente acefalía de la UNR nos es más que una prueba contundente del predominio de intereses estrechos y mezquinos en la resolución del conflicto, por lo que nuestro desacuerdo con lo actuado hasta ahora resulta absoluto.
Es por ello que manifestamos nuestro más amplio repudio a los sucesos del martes 5 de junio, y exhortamos a los principales responsables de esta situación a que propicien una salida genuinamente democrática para el conflicto. No ignoramos el condicionamiento que significa para ello el que la elección de los actuales decanos y el futuro rector se base en mecanismos democráticos restrictivos, y cuya admisión acrítica por parte de quienes conducen los sectores en pugna desacredita las promesas de futura democratización de la UNR. Por tal razón, proclamamos nuestra voluntad de promover y exigir una auténtica democratización de los mecanismos electivos y de los procedimientos de gobierno de nuestra universidad, basada en una efectiva, adecuada y consensuada reforma de su estatuto, y que además posibilite recrear el debate ausente sobre el sentido de la educación superior, como respuesta a la degradación política a la que la han llevado quienes dirimen sus diferencias a través de una bochornosa disputa.
Roberto Retamoso (Humanidades y Artes, Ciencia Política); Héctor Piccoli (Humanidades y Artes); María Inés Laboranti (Humanidades y Artes); Sebastián Artola (Ciencia Política). Esta carta ya recibió numerosas adhesiones. (Y siguen las firmas).
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