"Para el último clásico rosarino tuvimos cerca de 1400 hombres. No es poca cosa; es toda una tropa de ocupación, y sin embargo, fueron objeto de las agresiones más tremendas de parte de un sector de hinchadas que ocupó un baño, rompió los artefactos, sacó azulejos, y con los restos creó proyectiles que después usaban para atacar a una de las plateas y a la policía. Yo no soy partidario de reivindicar el uso de la fuerza, pero es justo decir que hay momentos en que la policía se ve en la situación y en la necesidad de utilizar medios no letales aunque contundentes, para detener acciones de este tipo. Si no son armas letales, lo que queda es el agua; la bala de goma, aunque alguien por allí sugirió suprimirla pero bueno, entonces, hay que hacerlo con agua; están también los gases".

(Declaraciones del ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, al diario El Litoral)