Recorre El Campo Psi, un silencio soleado transformado en brisa. El lugar está más grueso de alma. Lleno de huellitas ricas de risas... de trazos...de colores enredados que saltan desde el negro para estallar por ejemplo en la remera que pintó Eli, que participa del Popi en la Colonia de Oliveros y que cuando participó de las Pre jornadas, acá en El campo psi, las descubrió colgadas de unas de las estanterías entre los libros, cerquita de otra que también pintó ella pero como la pintó con Ramón está firmada por los dos.

Las paredes están coloreadas como las murgas uruguayas: que se visten de color sin eludir el dolor. Coloreadas con los colores forzudos, los trazos inconfundibles del Hungaro, de Machaguay, de Norma Rey, de Iratí Orellano, de Miriam Peña, de Enzo Nuñez, de Griselda Piano, de Mariano Ferreira, todos ellos autores que participan del taller de Plástica de la Colonia de Oliveros que coordina Fabiana Imola. Alguien que se estira hasta donde sea necesario para llevar bien alto y hermosos los trabajos para que se luzcan poderosos. Alguien que cuando se vende un cuadro de uno de los autores se alegra con la intensidad de estar cerca de ellos... en un cerca que me hace pensar: ¿Ellos, quienes? nosotros. ¿Quienes? ¿Cual es la historia de esas divisiones?, ¿hasta donde llega lo efectivo de los muros?.

Por todo eso, este lugar está como flotando en el marcito de huellas que quedaron en las paredes: el encierro no cura, lo que mata es la soledad, desmanicomialicemos nuestros prejuicios...

Pero además llega enseguida el eco del tango que cantó Paulita, los saludos de Marcela, las palabras infinitas y enormes de los hermosos conductores de tardes nuestras, un programa que no tiene razón pero la hace. Hace la razón de este espacio ese día. Hace la razón de Eduardo Mutazzi y Lisandro López que rodando barriles de alma salen a un aire libre con el mayor de los disfrutes. (Tardes nuestras: Programa radial los días Jueves de 15 a 17 por FM Aire Libre 91.3)

Y está Alejandro en El Almacén, espacio de comercialización de objetos y productos en la Colonia de Oliveros, o al rato bailando si sonaba una música que le gustaba. Y Ayelen acordando los detalles de la caja de ese día con Alejandro. Y Virginia Mazzau, Coordinadora del Popi, productos para el Intercambio, llenando de palabras costuritas, de palabras botones, hilitos, carteras y alegría.

Y Martín Rodríguez (espacio de escritura y lectura Colonia de Oliveros) que arma escaleras de letras para el invierno del alma. Todo es color. Color a veces indignado: que busca el origen de la palabra locura. Que la busca en las canciones, en el humor, en los escondites, en el cuerpo, en los refranes.

En el atrevimiento digno de construir, como Laura Lavatelli y Mauro Gieco en el área de comunicación del Roballos, espacios linterna, que iluminen, que muestren, que crezcan casi hasta sol....como en el poema de Becket que nos alcanza la Fabiana Sayago, con la puntualidad de quien trae algo que late: locura/locura de/como decir/locura de este/desde/locura desde este/dado/locura dado lo que de visto/locura visto este/este/como decir...... como decir.../que el lugar está más cargado de alma y por eso el silencio es un silencio espeso.

Un silencio impregnado, lleno de recursos para deconstruir siglos de tiempos, memoriales tiempos de encierro, actuales tiempo de encierro. Los muros altos de los manicomios.