Jueves, 5 de diciembre de 2013 | Hoy
PSICOLOGíA › GUERRA DE LOS SEXOS
Por Sergio Zabalza *
Una organización delictiva que proveía drogas a gente famosa fue descubierta merced a la denuncia de una mujer. Este reciente y sonado episodio evoca la última película de Woody Allen, Blue Jasmine: una esposa que delata las actividades delictuosas de su marido (Cate Blanchet, en la foto). Si esta ficción apuntaba a los fraudulentos manejos financieros del caballero, aquélla --bien real y concreta-- denuncia la participación de su pareja en el narcotráfico.
Resultan llamativas las distintas respuestas que macho y hembra adoptan frente a las conductas molestas o reprobables del partenaire. La siniestra cifra de femicidios atestigua que el macho elige la venganza por mano propia. Todo lo contrario para la dama, cuyas estrategias preferidas rondan en torno del escándalo, la denuncia pública o el recurso a la Justicia. Ejemplos no faltan: el esclarecimiento del robo al Banco Río de Acassuso se debió a la denuncia de la pareja del cabecilla y el guerrillero Enrique Gorriarán Merlo fue apresado por la información que aportara su despechada ex mujer Ana María Sívori. Del otro lado basta leer los titulares de cada día. En qué estriban estos diferentes procederes?
Dice el poeta Fernando Pessoa: "Amamos siempre en lo que tenemos / Lo que no tenemos cuando amamos". Mucho trabajó Freud hasta advertir que macho y hembra comparten el mismo objeto de amor --la madre, a saber--; y otro tanto le llevó a Lacan transmitir que la prohibición del incesto es la coartada con que el neurótico disimula la imposibilidad de alcanzarlo. Así --lejos de cuestiones anatómicas-- hombre y mujer se constituyen según las diferentes estrategias con que esa falta es tramitada. Por eso --y siempre siguiendo a Pessoa-- si el lado macho del poético silogismo dijera: "amamos en un cuerpo de mujer/ pedazos de Otra cuando a una mujer amamos"; el costado femenino rezaría: "amo en el hombre/ las palabras que hablan de la Otra que soy cuando me aman".
Como se ve, hay una esencial disimetría. Mientras la mujer pide las palabras con que darse un ser, la naturaleza fetichista del macho fija en pedazos de cuerpo la ilusión de una infalible virilidad. La vida sexual cotidiana evidencia la tesis: en tanto ellas esperan frases sabias, bien dichas y en el momento oportuno, ellos suelen satisfacer con su vista la posesión del objeto.
Tan distintas posiciones marcan sus propios rumbos, comenzamos a contestar nuestra pregunta: el hombre despechado buscará vengarse sin que nadie sepa de su herido orgullo; por su parte, la denuncia con que la mujer desenmascara al farsante o impostor demuestra la sed de verdad que suele distinguirla.
Mientras tanto, las coordenadas de la época indican que la insatisfacción por este malentendido esencial busca resarcirse cada vez más en la performance adictiva.
* Psicoanalista.
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