Jueves, 10 de abril de 2014 | Hoy
PSICOLOGíA › "UNA MUJER EN Sí MISMA Y SIN MáS ALLá"
Por Jean Allouch
Ferdinand Alquié supo desde sus diez años la importancia del cogito cartesiano. Doce años más tarde, justo después de haber perdido a su padre, y al mismo tiempo, definitivamente a Dios, su amor por una mujer diferente a todas las que frecuentaba hasta entonces lo hundió en una inextirpable obsesión por ella, que él reconoce de entrada como una enfermedad.
Eran chicas de las ciudades, fáciles, zorras, ligeras, maniquíes en las vidrieras, prostitutas. Ella es la chica del campo, aquella con quien su amor no podría jamás colmarse, aquella que lo lleva a querer matarse (pero también a escribir su primer texto, una "Nota sobre el deseo", del que no comprende ya nada de tan perturbado que está).
Ella es aquella cuya cercanía lo espabila; es el objeto que existe solo, por sí mismo, el objeto inanalizable, no compuesto de elementos; ella es "una mujer en sí misma, y sin más allá" ¿Con qué amor la ama? ¿Qué es pues este "objeto" (el término es de Alquié)?
Jacques Lacan, que le lleva seis años, le escribe entonces e incluye un poema en su carta. Es en tanto psiquiatra que interviene ante este amigo de juventud ¿Con qué resultado? ¿Qué habrá escuchado resonar en y vía Alquié que lo haya afectado al punto de haber tenido que vérselas, él también, con esta mujer sin más allá?
El análisis está concernido, no solamente en virtud de un nuevo caso que viene a desbaratar la casuística analítica (eso que se denomina "clínica psicoanalítica"), sino también en su mismo ejercicio, que viene a reconfigurar la inédita figura de una mujer sin más allá.
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