Lunes, 14 de abril de 2008 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Lo habrá pensado el intendente Lifschitz apenas bajó del avión que lo trajo de Brasil donde estuvo esta semana acompañando a empresarios rosarinos. Es que la agenda local no sólo enfrenta los mismos temas, sino que se van confirmando algunas preocupaciones de este año para la administración local.
Por Leo Ricciardino
El intendente Lifschitz regresó de su viaje por Brasil acompañando a empresarios de la región y comprobó inmediatamente que la agenda de la ciudad estaba tal como la había dejado: el aumento en la tarifa de taxis será otro costo a pagar porque la oposición se tomó una semana más en el Concejo y hará notar su descontento con el servicio de manera pública; y los municipales no acuerdan con el 20 por acuerdo de incremento salarial ofrecido en la paritaria provincial del sector.
A decir verdad, fuentes que participaron de las negociaciones paritarias provinciales con los municipales sostienen que "ni siquiera ese 20 por ciento acordado es posible de ser pagado por muchos municipios -incluido el de Rosario- y el porcentaje fue rechazado por el gremio. Mucho menos podrán pagar una cifra superior. Acá se viene una lucha difícil", admitió la fuente.
Otra que el intendente y sus colaboradores empiezan a olfatear es la posibilidad de que aquellos famosos 80 millones de pesos que la provincia debe en concepto de "coparticipaciones anteriores mal liquidadas", jamás llegarán a Rosario. Al menos, no el monto mencionado. Primero se dijo "habrá demoras", luego "lo importante es firmar un convenio donde se establezcan plazos". Pero hay una realidad que es contundente: ¿con qué vara se mide una coparticipación mal liquidada? ¿Si se le liquidó mal en el gobierno de Jorge Obeid a Rosario por qué no pensar que también hubo errores en coparticipaciones de otros municipios? Y, en todo caso, ¿por qué pensar que si se le reconoce el error a Rosario otras localidades no harán el mismo reclamo?
Y está claro que el gobierno de Hermes Binner no tiene ningún interés en permitir que eso suceda. "Están buscando la forma jurídica de cómo se pueden destrabar esos 80 millones, pero no será fácil", anticipó a este periodista una fuente provincial.
Otras de las fuentes de financiamiento con las que pensaba contar Lifschitz (obviamente en el entendimiento político que supone la ciudad y la provincia en sintonía política de un mismo proyecto y un mismo partido), es la modificación de la Ley Pascutto para que parte del dinero obtenido del juego oficial vaya a financiar también a la salud pública de Rosario, cosa que excluye específicamente la norma actual. Bueno, ahora parece que tampoco será sencillo el tema. "Sucede que la torta es una sola y la misma. Si se agrega una porción para financiar la salud pública de Rosario, es obvio que van a tener que disminuir las porciones de otras localidades con importante desarrollo de salud pública como Santa Fe, Rafaela, Reconquista", razonó otra fuente provincial. Así que lo que venga será la manera de aumentar la torta en la proporción que requiera la ayuda a Rosario, por lo menos.
Como se ve, el incremento de la demanda en servicios en esta ciudad, las paritarias de empleados como los municipales, los choferes de la UTA, los barrenderos que quieren ir corriendo a los brazos de Moyano, todo con el mismo presupuesto de siempre -apenas retocado por el aumento de la TGI y otras tasas- será difícil de afrontar para el intendente. Tanto, como que la ayuda que se había pensado en algún momento podía girar la provincia, llegue al menos durante este año.
"Que el gobierno sea del mismo color no quiere decir que podrá haber ayudas extraordinarias, acá hay todo un ordenamiento legal que hay que respetar y un equilibrio que hay que mantener", había dicho a este periodista un dirigente del socialismo antes de convertirse en ministro provincial. Y parece que así será nomás.
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