Miércoles, 21 de octubre de 2009 | Hoy
CIUDAD › EL TESTIMONIO DE UN EX AGENTE DE INTELIGENCIA DE LA POLICíA
En el marco de la causa Guerrieri-Amelong, hizo entrega ayer de un documento "confidencial" de inteligencia militar sobre la estructura de Montoneros, la UES y la PJ de Rosario.
Por José Maggi
"Eramos peones del Ejército", dijo Adolfo Salman, 67 años, ex oficial principal del Servicio de Informaciones de la policía provincial, en referencia a quién daba las órdenes bajo las cuales se manejaban. Lo hizo ayer ante el Tribunal Oral Federal Nº1 al explicar el rol que jugó durante la última dictadura en la Unidad Regional III del departamento Belgrano. El testimonio de este ex agente en el marco de la causa Guerrieri-Amelong se nutrió con la entrega de un documento interno del Destacamento de Inteligencia 121, en el que pueden leerse claramente cuáles eran los objetivos marcados por la inteligencia militar: la estructura de Montoneros, la Unión de Estudiantes Secundarios, la Juventud Peronista, entre otras organizaciones en la que muchos de sus miembros están tachados con una cruz, y varios de los marcados en su costado con una letra A. "Esto quieren decir que fueron ajusticiados, es decir eliminados, que se les quitó la vida" explicó Salman. También detalló de qué se trataban "los operativos por izquierda: eran aquellas detenciones que se hacían sin orden del juez, en las que se tabicaba a los detenidos y se los trasladaba a un centro clandestino de detención".
Entre los nombrados en el documento "estrictamente secreto y confidencial" -al que tuvo acceso Rosario/12- figuran el de "Pedro Retamar responsable de CGT Rosario; Ignacio Laluf responsable territorial secretaría política Montoneros, y Eduardo Tognoli (sic) responsable UES Rosario. Tucho Valenzuela, Jaime Dri -identificado como Marcos- y Lucy o Leticia", en referencia a Stella Hildbrand de Del Rosso se suman a la lista.
El ex policía ingresó a la fuerza en 1969 y después de 1973 lo instruyeron en la confección de informes de inteligencia. "Mis funciones consistían en elevar la información que el Comando nos requería sobre los ciudadanos residentes en la jurisdicción de la Unidad Regional III y semanalmente obligatoriamente las traía y dejaba una copia en el Destacamento 121 y otra en el Comando, de Córdoba y Moreno".
"Los informes -agregó- referían a las actividades laborales, políticas, culturales y de todo tipo e incluso abarcaban a los integrantes de las comisiones directivas de los clubes".
Salman cumplió sus funciones hasta el 28 de marzo de 1977 cuando fue detenido por orden de un juez militar, por un caso puntual: el del productor agropecuario Mario Cesar Copelo, cuyo vehículo terminó incendiado. "Era de Cavanagh, provincia de Santa Fe. Lo detuvimos y lo entregamos en la Jefatura de Rosario, y después lo coimearon para dejarlo en libertad. El juez militar allanó mi casa buscando el dinero, cuando yo lo había entregado a mis superiores y no supe más. Me formaron un Consejo de Guerra, y me condenaron. Estuve detenido 4 años y 3 meses por el delito de daño por haber arruinado un vehículo. Lo raro es que dañar un auto era delito, pero matar personas todos los días no era delito".
Salman estuvo preso hasta el 2 de junio de 1981. Hoy dice que la razón por la que fue detenido fue su "intervención por dos hermanas oriundas de Montes de Oca, por las que intercedí para salvarles la vida. Eran las hermanas Bertino a quien detuvieron con la intención de sacarles plata, por unos panfletos que dicen que tenían". "Moví cielo y tierra hablé con Jefatura, al Ejército y logré su libertad. Después hubo tres detenidos más a los que el comandante Feced quería eliminar y me interpuse y les salvé la vida. Era un joven de Las Rosas, otro de Las Parejas y el tercero de Casilda. Tengo la conciencia tranquila de que cinco personas gracias a mí vivieron".
"A mí me querían sacar del medio porque sabía mucho", sentenció Salman pero hoy prefiere no decir todo lo que sabía. Y echa mano a otro argumento: "Tampoco me querían por descender de judíos. El juez militar Casals le dijo a mi mujer que yo era un judío de mierda, y sabemos que en aquella época tanto en el Ejército como la policía estaba arraigado el nazismo".
--¿Qué más sabía que no se animó a contar en el juicio?- le preguntó Rosario/12.
--No tengo nada que ocultar porque todo era vox populi.
--¿Conoció a alguno de los cinco imputados en la sala?
--Uno de ellos me reconoció y me miró firme. Fue Guerrieri, a quien conocí en su momento, aunque no era de trato asiduo. Pero sí, vi muchos rostros conocidos.
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