Domingo, 2 de octubre de 2005 | Hoy
CIUDAD › LO QUE VIENE DE MANOS DE UNA JOVEN DISEÑADORA
Versátil, sexy y chic, tres características que bien podrían definir la colección Primavera--Verano 2006, que esta semana presentó Carolina Yrigaray en su exclusivo local de San Lorenzo 1579. En éste, su primer desfile, la novel diseñadora rosarina hizo su apuesta a los estampados gigantes y las transparencias. Como un tributo a la llegada de los primeros calores, mariposas, líbelulas y orquídeas inmensas gravitaron en gran parte de su producción. Gasas, sedas y algodones etéreos se salpicaron de los colores de la naturaleza para hacer un aporte a la confección de prendas que apuestan a sugerir más que a mostrar.
Sin dejar de lado las tendencias, la joven entrepreneur local supo poner el acento en las marcas que definen su original estilo. Así, aunque cumplió con las túnicas de reminiscencias nómades que imponen las grandes pasarelas mundiales, también se "ajustó" a look que prefieren las argentinas. De este modo, a la onda "gitana" de las texturas superpuestas y la estampería mezclada, le hacen el contrapunto las musculosas elatizadas y los pantalones que, en versión cigarette o capri, aparecen casi tatuados sobre el cuerpo.
Vaporosas, casi a punto de caer de los hombros, las telas se anudan en el cuello y la cintura, dejando ver apenas alguna muestra de piel que se mimetiza con el conjunto. Mandalas arábigos y dibujos geométricos se superponen sobre las bambulas y las fibranas en un mix irresistiblemente cómodo, y sensual. Mientras las camperitas de red sobre los conjuntos al cuerpo, aportan su cuota de recato, las polleras amplias y debajo de la rodilla compiten con lángidos vestidos cruzados sostenidos apenas de una diminuta cinta de seda o con ingenuas soleritas de estampado liberty.
La clave de este verano es, indudablemente, el recato, una consigna que se leyó en los trajes de baño, que aunque rociados de delicadas fulgurancias, ocultan las formas más que otros años, incluso, debajo de un lustroso trench.
Lejos de un look que peque de excesivamente casual, los accesorios imponen el carácter. Importantes aros, carteras diminutas recargadas de brillos, sandalias de tacos vertiginosos y peinados elaboradísimos --en esta oportunidad a cargo de Marcelo Guidice-- le agregan temperamento a un atuendo fluido y sutil, ideal para enfrentar el infierno urbano.
En el cierre, en vez de novia, un vestido negro multiuso arrancó el aplauso de las presentes. Y es que después de todo, si uno logra encontrarse con su petit robe noir, ¿para qué quiere casarse?
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