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Lunes, 15 de julio de 2013

CIUDAD › THIAGO KUPERMAN RECIBIó A ROSARIO/12 DESPUéS DE LA OPERACIóN DE CAMBIO DE GéNERO.

"No tuve ropa de mujer ni usé bombacha"

Este joven de 23 años fue pionero en realizarse una cirugía de género en un efector público rosarino, que consistió en remover las glándulas mamarias y convertirlas en pectorales masculinos. "Siempre fui un varón, desde muy chiquito", asegura.

 Por Lorena Panzerini

Es media mañana en barrio Godoy. El sol del sábado asoma tímidamente allí, como en el resto de la ciudad, después de más de una semana de lluvias, niebla y humedad extrema. A menos de 48 horas de haber recibido el alta del hospital Roque Sáenz Peña, Thiago Kuperman recibe a Rosario/12 en un inmueble con puerta blanca, por calle Viamonte al 6900, a escasas cuadras del cementerio La Piedad. En el lugar funciona una cooperativa de trabajo de barrido, limpieza y reciclado, de la que el joven de 23 años es socio, y una Mesa de Encuentro Barrial que le permitió conseguir empleo en el Plan de Alfabetización que desarrolla la Municipalidad. Su tarea está en la zona noroeste. Thiago está feliz y se le nota. "Hay que vestirse de paciencia y esperar que lleguen las cosas sin dejar de lado la lucha. Todo se consigue sin agresiones, por el camino de la amabilidad", señaló sobre su premisa para alcanzar los deseos. Es que el miércoles pasado cumplió parte de su sueño: fue pionero en realizarse una cirugía de género en un efector público rosarino, que consistió en remover las glándulas mamarias y convertirlas en pectorales masculinos. "Ya se van", se dijo a sí mismo la noche anterior a la cirugía, mientras se miraba los pechos al espejo. Ahora espera poder someterse a la operación de reasignación de sexo, aunque sabe que no es camino fácil.

Aunque nació como mujer, Thiago aseguró: "Siempre fui un varón. De chiquito, mi mamá me llamaba desde casa y me gritaba 'ponete una remera', pero yo andaba en cueros. Me quería poner vestidos, y yo nada", dijo. Sin embargo, su situación se hizo oficial en el núcleo familiar cuando llevó a casa a su primera novia, a los 15 años. "Me miraba al espejo y no veía lo quería ser. Durante mucho tiempo usé una venda para esconder los pechos, pero no es bueno porque corta la circulación: te exprimís a vos mismo", reflexionó el joven trans.

Tras pasar toda su infancia y adolescencia en el viejo Santa Lucía, el segundo de siete hijos se fue a vivir solo -con una perra y dos gatos- porque peleaba con sus hermanos varones por la ropa. Con una vieja foto en la mano, donde se lo ve muy pequeño y con vestimenta de nene, se enorgulleció: "Nunca tuve ropa de mujer; ni bombacha usaba, solo slip". Desde ahora lo esperan veranos diferentes, en los que no tendrá que esconderse bajo grandes remeras. "Recién ahora me pongo camisetas ajustadas, porque antes andaba de camisa suelta", comentó mientras se desabochaba el saco de lana negro. Más tarde se pondrá otro abrigo, como probándose cada prenda en su nuevo torso.

El agua para el mate estaba lista cuando Thiago se presentó como coordinador del grupo trans Kunst -Unidos Todos Asociación Civil-, y aseguró que sus amigos y compañeros están contentos por él y porque esto es un primer paso para que lleguen "las operaciones de todos". Al mismo tiempo, señaló que no sufrió discriminación durante la primaria en la escuela Santa Lucía, pero en el secundario los directivos le dijeron que lo llamarían con su nombre de mujer, aunque más tarde notó que profesores y compañeros "resultaron ser excelentes personas", y respetaron su identidad de género.

Con el primer mate enfrente, Thiago relató cómo fueron los meses previos y la preparación para la cirugía que llevó adelante el equipo médico encabezado por Richard Quiroga. "Una vez que empecé con la etapa de hormonas, suministradas de manera gratuita por la municipalidad, empecé a tener contacto con los médicos, y en cada consulta les preguntaba cuándo me iba a poder operar. A los tres meses de eso, me llamaron y me dijeron que vaya con todos los estudios. Aunque para otras operaciones es necesario, yo no pasé por el psicólogo para ésta, porque lo mío era una decisión tomada desde los 16 años. Cuando los llevé me dijeron 'te internas el 9 y te operamos el 10 (de julio)'. Salí de ahí y no caía hasta que se lo conté a mi amigo y a mi familia, que siempre me apoyó, pero no tenía los medios para que yo pudiera operarme de manera particular, porque hablamos de una cirugía de entre tres y cinco mil pesos", señaló.

Aunque no había sufrido burlas por su condición sexual, Thiago entendió que la discriminación existe sobre el colectivo trans cuando a los 17 años comenzó a buscar trabajo. "Fue trágico cuando mandaba currículum a todos lados, y directamente no recibía respuestas; y lo peor es que esas cosas siguen pasando hoy", lamentó. Al año siguiente empezó con el tratamiento con hormonas masculinas, en el Centro de Salud Martin, y apenas fue sancionada la Ley de Identidad de Género en mayo de 2012, hizo el trámite para cambiar su nombre en el DNI: Thiago Rodrigo Kuperman.

Sin perder sus objetivos de vista, Thiago está ansioso por ponerse a trabajar nuevamente, y dice que le gusta contar cómo es la vida de un chico trans. Habla de un viaje a Salta para apoyar a un grupo de esa provincia; y comenta que recibió llamados por un inconveniente en la localidad de Pergamino. "Lo que les puedo decir a los chicos y chicas trans es que no dejen atrás lo que quieren ser, más allá de los obstáculos. Que no se separen de la lucha". También aprovechó para pedir que la población "ayude al hospital Roque Sáenz Peña, donde hacen falta muchas cosas, que van a beneficiar a toda la población".

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Ahora espera poder someterse a la operación de reasignación de sexo, aunque sabe que no es fácil.
Imagen: Andrés Macera.
 
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