El hombre que ayer pasó revista a las tropas que desfilaron en el Monumento a la Bandera a bordo del jeep militar junto al vicepresidente Daniel Scioli, la vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el intendente Miguel Lifschitz y que tomó el juramento a los nuevos soldados, tiene en su foja de servicio un sorprendente antecedente: se alzó en armas contra las instituciones democráticas participando junto a Aldo Rico de la sublevación ocurrida en la Semana Santa de 1987 en Campo de Mayo. Se trata del teniente coronel Jorge Raúl Daura, Jefe del Estado Mayor del Segundo Cuerpo de Ejército, cuyo último ascenso había sido duramente cuestionado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) cuando fue tratado en el Congreso en diciembre de 2000. Con las impugnaciones de fondo que incluían a Daura y otros tres carapintadas -Luis Candia, Daniel Oneto y Jorge Cáceres-, varios senadores se negaron a votar sus pliegos aunque la mayoría lo aprobó. En rigor fue una decisión política apoyada entonces por el oficialismo cuyo vocero fue nada menos que el ex ministro del Interior, Federico Storani, y por parte de la oposición encarnada entonces por el justicialismo. Curiosamente en este capítulo de la historia reciente, una de las voces enfrentadas a estos ascensos fue la entonces viceministra del Interior: Nilda Garré, quien ayer estuvo solo a metros del ahora reciclado militar.

La disputa Garré-Storani había tenido entonces un capítulo final con una carta enviada por Freddy al Senado donde daba cuenta que la posición crítica de su segunda, era absolutamente personal y no representaba a la postura del gobierno. Entre los que votaron en contra de los ascensos carapintadas estuvieron los justicialistas Carlos Verna, Jorge Altuna, Eduardo Arnold y Alberto Rodríguez Saá, la neuquina Silvia Sapag, el frepasista Pedro Del Piero y Beatriz Raijer.

Ayer en tanto y para alimentar las suspicacias sobre la figura del teniente coronel Daura, la jura de la bandera no tuvo arenga alguna, como es costumbre. Para completar el cuadro Rosario/12 lo consultó sobre los motivos.

--Todos los años cuando se toma el juramento a la Bandera hay un discurso hacia las tropas...dijo Rosario/12 al coronel Daura. Allí comenzó un breve diálogo que transcurrió mientras el militar se retiraba con su ayudante.

--Hay una arenga... -aclaró después que terminó de saludar a la vicegobernadora y siguió con parte del protocolo.

--¿Por qué no hizo la arenga y en cambio tomó un juramento tan breve?

--Simplemente porque se creyó que el acto era muy extenso y había que acortarlo en el tiempo- respondió.

--¿Quién le dio la orden de no hacer la arenga, la ministra de Defensa, el comandante Roberto Bendini?

--No, no puedo, no puedo hablar. Pero hay subjetividades y corren por cuenta de cada uno-, respondió Daura dando media vuelta para retirarse junto a su ayudante.

En rigor tampoco ayudó a aclarar la confusa situación vivida la última semana en esta ciudad con el desfile, la ausencia del teniente coronel Luis Chizzini Melo, hasta la semana pasada secretario general del Segundo Cuerpo de Ejército. El militar fue quien le informara al secretario de Gobierno municipal Juan Carlos Zabalza, de la supuesta suspensión del desfile militar. El hecho que disparó una rápida aclaración de parte del jefe del Ejército, parece haber detonado también puertas adentro: aunque nadie cree que el tercero en jerarquía del Segundo Cuerpo pudo tomarse la libertad de decidir e interpretar un radiograma, ninguno de sus superiores -ni Daura ni el general Calvi- salieron a respaldarlo. Y ayer el único ausente fue Chizzini Melo.