Gabriel Alejandro Aguirre tenía 13 años, era hincha de Boca y tocaba la guitarra. Estaba por terminar la escuela primaria, soñaba con estudiar música y con el viaje de estudios que realizaría con sus compañeros de la escuela 1027 Luisa Mora de Goldín. Nada de eso podrá ser. El domingo a la tarde Gabriel murió por los balazos que recibió en Casilda y Camilo Aldao, en barrio Ludueña, de hinchas de Central que iban en dos motos. Todo empezó como una travesura de pibes: amigos de Gabriel identificados con las camisetas de Newell's tiraron piedras a los que salían por Junín para festejar. Dos de las motos se volvieron y descerrajaron diez tiros contra el grupo. Alguno de esos disparos alcanzó a Gabriel.

El velorio se hizo en la escuela. La directora, Claudia de Gottardi, contó ayer por radio La 8 que "Gabriel estaba con un grupo de chicos que eran de Newell's, que tenían camisetas de Newell's. Gabriel no tenía esa camiseta, es de Boca, tiene el don de la música. Tenía un redoblante y estaba con estos chicos tocando música. Y estos chicos caminaron por Camilo Aldao hasta Junín. Por ahí venía un grupo de Central en busca de avenida Alberdi".

Por su parte, el referente social del barrio, el cura Edgardo Montaldo, lanzó un pedido desesperado a la sociedad, para reflexionar "acerca de porqué estamos perdiendo tantos chicos". El sacerdote salesiano expresó: "Necesitamos toda la sociedad hacer un llamado a la solidaridad por lo que está sucediendo con nuestras niñas, niños y adolescentes. Es de terror, es continuo, no hay semana en la que no tengamos que lamentar algo". El miércoles, a las 17, desde Plaza Pringles, habrá una movilización para reclamar que cesen los asesinatos.