Martes, 17 de abril de 2007 | Hoy
CIUDAD › SU HISTORIA FUE REVELADA POR ROSARIO/12 EL DOMINGO PASADO
La Municipalidad de Rosario le ofrecerá hoy a Rosa Noemí Peralta -la joven de 15 años que sobreviviera al derrumbe de su vivienda ubicada en la barranca del río Paraná y Moreno- ampliar la casa de su abuela para que pueda vivir allí. El ofrecimiento fue adelantado anoche a Rosario/12 por el subsecretario de Gobierno, Fernando Asegurado, quien se comprometió a solucionar el tema, luego de enviar en la mañana de ayer al titular de Control Urbano, Osvaldo Laffatigue y al director del Servicio Publico de la Vivienda, Gerardo Barro. También la Concejalía Popular creada por el edil del ARI Nire Roldán se comunicó ayer con Rosario/12 para sumar su aporte en ropas y otros elementos para la joven, que vive en un carpa junto a su madre en avenida de Costa y bulevar Oroño, tras perder a su esposo el 30 de marzo en la misma semana que la lluvia se ensañó con la región. También la Secretaria de Promoción Comunitaria de Santa Fe comprometió su aporte.
Rosa, de 15 años, perdió a su pareja José Colomé de 24, con quien había tenido una hija Micaela, de un año y medio, quien salvó milagrosamente su vida cuando la barranca cedió arrastrando la vivienda que habitaba la mañana del 30 de marzo. Desde ese momento quedó a la intemperie al igual que su madre, Sandra de 29 años, con quien comparte ahora refugio en una pequeña carpa ubicada en Parque Norte. Allí recalaron luego de guarecerse un tiempo bajo un gomero del mismo espacio verde, merced a la ayuda de Juan Miguel Saucedo, un humilde cuidacoches, quien también sobrevive del cirujeo.
La historia de Rosa, o Rocío como la llama su grupo, fue revelada por este diario en su edición del domingo: a los cinco años debió dejar la casa natal junto a su madre, para escapar de un hombre violento. Tiempo después encontraron un túnel en las barrancas del río donde vivir, hasta que conoció a Colomé. Pero esa historia se truncó el día del derrumbe, en el que murieron además de su pareja, Fernando Achaval y Natalia, una joven que accidentalmente estaba en la precaria construcción.
Cabe remarcar que hasta el sábado, cuando este diario se contactó con la joven y su historia, no habían existido mayores avances en la solución de su problemática que ya arrastraba dos semanas.
Rosa habita desde entonces una pequeña carpa tipo iglú, cubierta por un nylon negro que protege el grupo familiar de la lluvia: allí se cobijan además de Rosa, y su hija Micaela, su madre Sandra y dos hijos Joel, de un año, y Matías de 12 años, a los que se suman Juan de 7 y su padre Juan Miguel.
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