Martes, 6 de enero de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS
Párrafo aparte merecen los libros de literatura que surgieron del campo artístico o que tomaron al arte como tema. Cruzando ambas categorías se encuentra Destrucción total (Blatt&Rios, 2014), nouvelle conceptual de Lila Siegrist que se trama orgánicamente con su obra en performance, video, poesía y fotografía, enriqueciendo la literatura con poéticas provenientes de otras disciplinas. Algo similar sucede con Una piedra y un tambor (Iván Rosado, 2014), de Pauline Fondevila, artista plástica que desarrolla allí en formato de novela breve una parte de un proyecto "náufrago" que abarca dibujos, instalaciones, performances y hasta un alter ego en forma de muñeca de madera.
También en Rosario, Germán Padinger escribe notas sobre arte contemporáneo y es autor de una novela breve, "Jinete azul", publicada como parte de su libro Díptico (Reloj de arena, 2014). Se mezclan con la trama reseñas o crónicas ficticias de performances e instalaciones, narradas en primera persona por una crítica de arte también ficticia, y que forma parte de un público minoritario, perfectamente capaz de disfrutar del arte contemporáneo en toda su rotunda inmediatez: "Entré al salón de exposiciones. Al lado de la puerta había un arenero de un metro por un metro. No había arena: estaba lleno de barro. El barro estaba muy líquido, tenía la consistencia de una mezcla cruda de bizcochuelo, y el color del chocolate con leche. Siempre quise comer barro. Había instrucciones también. El visitante tenía que embarrarse los pies. Para eso había bolsas que protegían los zapatos, o bien la recomendación de descalzarse. Yo decidí sacarme las sandalias. Hundí los pies y sentí un escalofrío que me recorrió la espalda. Pero después me acostumbré y el barro me cubrió la piel y se sintió bien".
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