Viernes, 2 de abril de 2010 | Hoy
ES MI MUNDO
Las recientes y nefastas declaraciones de Paquita la del Barrio ponen en evidencia que las divas, pese a lo que dice el mito, no son perfectas. Cuando los intereses marketineros de las figuras del espectáculo no se corresponden con lo que piensan de verdad surgen algunos cortocircuitos. ¿Qué pasa cuando las grandes estrellas que son iconos gays pisan el palito de la homofobia?
Por Ariel Alvarez
Sin ánimo de ofender a las bestias, la animalada de Paquita la del Barrio dejó casi sin aliento a los periodistas que fueron testigos en primera fila de sus declaraciones. El pasado 12 de marzo la intérprete de “Rata de dos Patas” metió justamente la pata muy, pero muy feo. En una entrevista realizada en el programa Al Punto, de la cadena mexicana Univisión, cuando se le preguntó por su opinión acerca de si es recomendable que una pareja del mismo sexo adopte una criatura, dijo: “Ninguna pareja gay debe adoptar un niño. Es deshonesto porque eso los confundiría en la vida. Cuando crezcan ¿a quién le van a decir mamá y a quién le van a decir papá?”. Desgraciadamente todo no termina con esta pregunta absurda. Al día siguiente Paquita terminó de enterrarse hasta que el barro se mezcló con los litros y litros de fijador que utiliza para mantener rígido su peinado. En el programa Escándalo tv, en referencia a sus anteriores dichos, un periodista le preguntó si preferiría que un niño de la calle se muriera de hambre antes de que fuera adoptado por una pareja gay, a lo cual la cantante de 62 años contestó: “No es de mi gusto que a una criatura la adopten ellos. Sí, prefiero que se muera. Mejor que se muera el niño y no esa vida para las criaturas. Mis respetos para ellos, yo los quiero mucho, pero hay que darle su lugar a quien se lo merece”. Gracias, desde aquí miles de gracias, Paquita, por tu cariño y respeto.
Como es de suponer el aluvión de críticas y repudio fue inmediato. La agrupaciones de defensa de los derechos de los homosexuales pusieron el grito en el cielo y en los foros de algunas de las páginas que levantaron la noticia la comenzaron a llamar Pakitten, la del Gueto de Varsovia. La cantante, que desde sus canciones siempre ha defendido a capa y espada a las mujeres, parece haberse olvidado de pronto lo importante que fue la comunidad gay para su carrera. Abrumada por el descontento masivo, Paquita salió al ruedo con unas disculpas más que ridículas en un comunicado de prensa que decía “no soy homofóbica” y afirmaba que sus declaraciones fueron fruto de su “pobre educación al crecer en un pueblo donde por costumbre, siempre existieron estos prejuicios”. En la misma carta relataba cómo ha compartido momentos fundamentales de su vida con personas homosexuales, pero que pese a eso mantenía su postura en contra de la adopción por parejas del mismo sexo. ¿En qué quedamos?
Para terminar con todo este vodevil la cantante de rancheras anunció un recital para el pasado 23 de marzo en uno de los bares gays del D. F. en donde antaño inició su carrera, previa conferencia de prensa que terminó en un total desastre. Haciendo gala de una inocencia nunca más desubicada dijo “lo que dije, pues... se me chispoteó, no lo dije desde el corazón”. Ante el acoso periodístico y los gritos de los manifestantes Glttb que se encontraban en el lugar, el recital fue suspendido y la cantante se retiró de la conferencia enojada, no sin antes decir: “Me equivoqué. En ningún momento he estado en contra de ustedes, son humanos igual que nosotros”. Gracias de vuelta, Paquita, esta vez por disiparnos la duda.
Sin llegar a los extremos de Paquita, algunas otras megaestrellas, verdaderos iconos de la comunidad gay que han manifestado a lo largo de su carrera su simpatía y apoyo hacia los homosexuales, también han trastabillado con el palito de la homofobia. Nuevamente en México, pero algunos años atrás, la popular cantante Yuri, quien fuera una pionera de la música disco de ese país, tuvo su arranque de incontinencia verbal. La ahora también conductora es dueña de una larga trayectoria que incluye una adicción a las drogas que pudo ser superada gracias a que el Señor Todopoderoso “penetró su alma”. Desde entonces se dedica a predicar la palabra de Dios y por supuesto como buena cristiana no deja de preocuparse por la salud y la moral de los niños. La cantante, quien adoptó una niña en el 2009, dijo a los medios de su país que no está de acuerdo con que los homosexuales adopten porque “en México hay mucha discriminación y los pequeños serían objeto de burlas en la escuela. Yo los quiero y los respeto mucho (a los gays) pero lo mejor es crecer dentro de una familia tradicional, con padre y madre”. En fin.
Otra que no pudo dominar su lengua fue Cher. A la cantante ganadora del Oscar se le transformó la cara (esta vez sin necesidad de cirugía) cuando, en 1987, su hija Chastity Bono le confesó que era lesbiana. A la actriz, que en 1983 había interpretado a una mujer homosexual en la película Silkwood, la noticia la “trastornó” y le pidió a su hija que mantuviera el asunto en secreto. Pero cuando en 1990 la joven Chastity abandonó su carrera universitaria para dedicarse al rock, un tabloide norteamericano publicó la noticia en primera plana. En una entrevista realizada por la revista People Cher dejó en claro su posición, la cual levantó mucha polvareda: “Yo siempre había tenido la idea de que iba a casarse y tener una familia. Fue lo más traumático que me ha tocado vivir. El saberlo me dio vuelta. Le bajé las persianas”. Y así fue. La diva del pop, que tiene sus seguidores más fieles dentro de la comunidad gay, desterró a su hija del departamento que compartían en Manhattan. Muchos años después se reconciliaron, cuando el padre de Chastity, el también cantante y congresista republicano Sonny Bono, murió en un accidente de esquí en 1998. Habiendo hecho las paces, Cher elogió la valentía de su hija, quien en la última década se ha convertido en una importante militante defensora de los derechos de las minorías sexuales, y ambas anunciaron a la prensa que iban a realizar un reality show, llamado Coming out whit Cher y Chas, para ayudar a los adolescentes a poder decir a sus familias que son homosexuales. Si bien el proyecto nunca vio la luz, actualmente madre e hija mantiene una sólida relación y las facciones de Cher ni se inmutaron cuando Chas comunicó a la prensa el año pasado que planea hacerse una intervención para cambiar su sexo. ¿Será cierto o es que por la impresión Cher se quedó sin habla?
El quilombete estival es un clásico del espectáculo nacional. Las peleas entre vedettes son el ingrediente sin el cual una temporada de verano carece de interés. A principios de 2008, Villa Carlos Paz se transformó en un ring de box que tenía a dos pesos pesado enfrentados: Moria Casán y Flor de la V. Entre humorada y humorada las divas se sacaban chispas. Pero parece ser que existe algo intocable: las grandes del showbusiness estallan cuando se cuestiona su trayectoria. Moria, con su estilo único, al cual ya nos tiene acostumbrados, quiso tener la última palabra: “Flor de la V no es vedette, es una mezcla de Moria Casán con Jorge Corona, con otros travestis, con ella misma”. Pero La Casán no se iba a detener con este “chiste” y agregó: “Fui una de las que inauguró la villa, en el año 1977. Inauguré Sambao junto a Guillermo Rico y una transexual, que se llamaba Analupe. Lo que pasa es que Flor no es transexual, es travesti, pero yo vine con un transexual, uno que había tenido huevos como para cortársela”. ¿Perdón? Parece ser que en el ranking de la diva voluptuosa lxs transexuales son mejores que las travestis, es decir, si entendemos “tener huevos” como sinónimo de valentía, ¿debemos suponer que las travestis son transexuales cobardes? La cosa no llego a mayores. Flor no contestó y, como era de suponer, ambas, rodeadas de cámaras, se amigaron en la fiesta de fin de temporada que organizó la revista Paparazzi.
Gracias a estos tropezones verbales (algunos menos desagradables que otros), podemos ver cómo la relación entre algunas grandes divas y la comunidad gay es, al menos, contradictoria. Para ellas los homosexuales son un “público leal”: ellos las quieren, las imitan, las respetan y obviamente las consumen. Pero llegado el caso, las megaestrellas ponen un límite y todo se transforma en un “está todo bien con ustedes, pero hasta ahí”: los amamos pero no adopten hijos; estamos con ustedes, pero no opaquen nuestras carreras; y por sobre todo, apoyamos su causa, pero eso sí, que la nena no me salga torta.
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