En calcetines y calzas, en camisas y vestidos y originalmente en faldas, los cuadros tartan han acompañado el estilo escocés. Los colores de los cuadros representaban el clan al que pertenecían. El traje original kilt consistía en una larga tira de tela de lana tartán que los hombres usaban alrededor del cuerpo sujetando el restante sobre el hombro ajustado con un broche. La colocación del tartán se consideraba un arte, en el que los pliegues quedaban perfectamente ordenados al frente y atrás, como nos recuerdan las faldas de los colegios hoy.

De la cabeza a los pies los hemos llevado con logo british pero es claro que son los diseños para lana más clásicos, nosotros reconocemos sólo los más contrastantes, como los McGregor, en rojo y verde; los McLaren, en rojo y azul, o los icónicos Burberry camel, marrón y rojo. Así, a la combinación más usada por la máquina de estilos de la moda para el britpop, rojo y negro no se le encuentra ancestro, pero sí una democrática y planetaria asimilación.

Intesex parecen ser las tipologías y las faldas de macho gaitero que devinieron en sexies Xuxas colegialas del hentai. Y si ayer compraste una camisa en algodón liviano y te sentías vaquera sexy con minivestido y cinturón, hoy puede ser una en lana y serás el señor leñador o el scotish boy que oculto yace tras el nirvana grunge.

Unos chupines cortados al bies —los cuadros se hacen rombos y hablamos ya de Tudor, también inglés— no pueden faltar en el guardarropa de lxs mayorcitxs cultorxs del glam rock, mientras los pop stars las odian porque, según los asesores de imagen, habitualmente los cuadros “te engordan” y algo puede ya estorbar el cercano “recuerdo de uniforme colegial”.

Las últimas versiones del estilo se reportan en zapatillas que acompañan el retorno del fenómeno de las tablas en la ciudad con menos de surf y más de street art. Bienvenido otro invierno en tartán.