Viernes, 11 de junio de 2010 | Hoy
IN MEMORIAM
Por Paula Jiménez
Cuando Perla Szuchmacher ya había enfermado, despertó de una operación y pidió papel y lapicera para escribir la dramaturgia de su última pieza teatral, basada en el cuento de Linda de Haan y Stern Nijland, Rey y rey. Perla la llamó Príncipe y príncipe, y es la clásica historia de aquel que hereda el trono y debe contraer matrimonio para poder asumirlo. Pero, ¡atenti! Que la historia deja de ser clásica cuando a la reina le sale el tiro por la culata, porque lo que el futuro rey asumirá no es solamente su lugar en la corte. Una vez hecha la convocatoria a las más bellas señoritas, éste elige desposar nada más y nada menos que al hermano de una de ellas. La reina le pregunta entonces sobre cómo harán para tener hijos, y éste le contesta que los adoptarán. Tomá mate. Es que dentro del amplio espectro de preocupaciones sociales incluidas en las obras de Perla Szuchmacher, la de la diversidad sexual aún no había sido abordada por ella hasta aquel momento, y alguna secreta urgencia la instó a que lo hiciera antes que su tiempo se acabara. Esta directora y dramaturga infantil, hermana del director de teatro Rubén Szuchmacher, nació en la Argentina en 1946 y se exilió en México, donde murió el 10 de mayo de 2010, tras padecer cáncer durante un año. En el momento de su muerte, Príncipe y príncipe ya estaba en cartel.
Perla, que en los años de dictadura fue despedida de Canal 13, donde conducía un programa para niños, desarrolló en México una trayectoria y un perfil artísticos poco frecuentes, no sólo por su posición combativa frente el teatro infantil –“es el patito feo del teatro y me encanta remar contra la corriente y dignificar este arte”, dijo en una entrevista–- sino porque todos los temas que eligió para poblar su dramaturgia son el patito feo, el diferente, el costado rezagado y silenciado de algo. Es que, como tenía un gran respeto por los chicos y no subestimaba nunca su inteligencia, Szuchmacher no desmereció que éstos pudieran comprender el entramado cultural circundante y por eso no se calló nada; sólo tuvo que encontrar el lenguaje idóneo para eso y le salió muy bien (además, ¿qué mejor momento de la vida de un ser humano que la infancia para cultivar valores que alienten a la construcción de una sociedad distinta desde sus bases?). Por eso las obras de Perla Szuchmacher debaten temas nodales como el desempleo o la explotación infantil, en Inútil presentarse sin reunir los requisitos; el machismo, en el caso de ¡Vieja, el último! –una expresión sexista que desde chicos usan los mexicanos y que quiere decir algo así como “el que queda último es mujer”– y que se ha transformado en un clásico; la adopción, como en la galardonada obra Malas palabras; y, a partir de su tiempo final, también, y afortunadamente, la homosexualidad.
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