Viernes, 11 de febrero de 2011 | Hoy
ADIOS ADIOS
Maria Schneider, en casi todos los obituarios, aparece en esa versión enmantecada que la llevó a la fama y, a modo de réquiem respetuoso, casi nadie hace referencia a su lesbianismo o a su posible lesbianismo, o a lo que debió pagar por eso. En esa primera explosión de fama, o porque quiso o porque se sintió acosada, dijo que estaba enamorada de una mujer. No quiso decir nunca la palabra lesbiana que en los años ’70 y en los que siguieron también era incompatible con la fama, el éxito y las buenas costumbres. Pero dijo que era bisexual, palabra aún más corrosiva tanto antes como ahora.
Años después de aquella experiencia en las grandes ligas, que surgió de un casting de entre cientos de veinteañeras sexies, pero que sólo Mary logró por su no sé qué inquietante, actuó en A Woman like Eve, una película holandesa donde su personaje amaba libremente a otra mujer casada. Esta sola intervención merece que M.S. aparezca recordada en este suplemento. Las amantes son exhibidas con una naturalidad inusual para el cine comercial y la directora, Nouchka van Brakel, eligió vender la película con las dos mujeres abrazadas, una escena que Mary también podía contar desde su propia experiencia. Meses después, abandonó el rodaje de Calígula y con ello toda oportunidfad de ser considerada una estrella con capacidad de ascenso para acompañar a su pareja, la fotógrafa Joan Townsend a internarse en un psiaquiátrico en Roma. Joan era esquizofrénica y Mary decidió vivir la locura con ella.
“Muchos de mi generación son gays o bisexuales, son más abiertos en cuanto a su sexualidad, sobre el rol de las mujeres o sobre cuáles son nuestras potencialidades”, declaró con el ímpetu setentista que entusiasmó a tantxs. Meses intensos los que anunciaron la nueva década, en los ’80 Mary llegó al famoso crossroad de la vida de tantas luminarias: heroína o muerte. Allí, contó mucho después, conoció a su “ángel”, quien la acompañó hasta hace pocos días, los primeros de febrero, que murió de cáncer de pulmón. Pero esta vez, no quiso decir si el ángel era hombre o mujer: “No quiero decir si es hombre o mujer, ése es mi jardín secreto, pero estamos juntos desde entonces. Quiero dejarlo en el misterio”. Respeto eterno a su misterio, y descanse en paz.
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