¿Cómo recibir un disco después de que su intérprete ha salido del closet? Nada es igual, aunque por distintos frentes intente afirmarse que, en rigor, nada ha cambiado. Así es que Ricky Martin, después de una macrobiótica autobiografía oportunamente reseñada en este suplemento, ofrece Música+Alma+Sexo (MAS), su noveno álbum de estudio. Cantado en español, aunque con tres temas versionados en inglés, MAS fue compuesto junto a su colaborador de larga data, el también gay Desmond Child. Arranca el bailongo: “Más”, canción puntapié e himno en plan Gaga a la ciudad de Nueva York, de sonido muy Made in Europe y no tan Hecho en Puerto Rico, es una arenga al festejo y al atrevimiento nocturnos en la que se menciona a Martika (¿la cantante?) y se insta a revivir los “bellos tiempos en que se bailaba hasta morir”, en aparente alusión a los años ’80 (los más entretenidos de la historia gay, como se conoce). De inmediato, Martin pide disculpas a una novia a la que ya no puede fingir amar en la balada rítmica “Frío”. Rebecca de Alba, conductora mexicana con la que mantuvo un extenso romance, de seguro se sentirá aludida.

Evitaremos hablar del corte de difusión por ser de lo más anodino de los últimos veranos, pero sí diremos que como “Más” están “Será será” y “Te vas”, ambas bailables a su modo, con referencias a la libertad, a la pérdida del miedo, a la necesidad de renacer. En fin, todo lo que, según Ricky, cualquier persona que salga del closet atraviesa, aunque él no sea cualquiera sino un conocidísimo Adonis centroamericano de caderas quebradizas. La clave del disco, sin embargo, surge en “No te miento”, que comienza con un órgano estilo El fantasma de la Opera (¡qué trolo!) y se transforma en una declaración montada en guitarras y sintetizadores. “Por lo menos no te miento / Te digo la verdad (...) No tengo nada que ocultar”, aclara Ricky. Aquellas fans desoladas por la homosexualidad abierta del cantante podrán al menos reconfortarse en su rectitud a prueba de fama. No es más que una loca livin’ su vida.