Viernes, 1 de agosto de 2008 | Hoy
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Cada tatuador tiene su técnica y su estilo, aunque para decidirse por alguno, ya se sabe, todo es cuestión de piel.
Fernando Alemán tiene más de 17 años de oficio. Su especialidad es el Black and Grey realista y tribal con diseño thin line: agujas más delgadas y a menor profundidad, trazos superfinos, sombreados en negros, que rescatan la otredad de las tribus de la Polinesia, Borneo, Nueva Guinea o el Amazonas, entre otras, y también los pueblos originarios locales como las culturas Calchaquí y Diaguita. Su arte es todo lo contrario al tatuaje europeo lleno de colores o dibujos de mariposas. El Alemán trata de excavar en las culturas originarias y adaptar esas técnicas a hoy, a partir de sus propios conocimientos como diseñador gráfico (fue publicista), y artista plástico (sus pinturas hiperrealistas de mujeres africanas están en exhibición en los pasillos de la galería Bond Street).
En la mitología japonesa el pez Koi, símbolo del amor y la perseverancia, nadó 400 años contra la corriente del río Amarillo para llegar a ser transformado en un dragón. El Chino, famoso por su buena predisposición entre los tatuadores, relata la leyenda que ilustra su especialidad: el tatuaje oriental y el shakuza. El tatuaje oriental es complejo en forma y estilo por su armado ya que es menester respetar reglas de su simbología: dónde va colocada el agua, el cielo, o el viento. El Chino es un místico enamorado de su arte: “El tatuaje es la forma más sublime de adornar el cuerpo. Comencé porque quería aplicar mis conocimientos de pintura sobre la piel de una persona, siento que es una forma de vivir de y exhibir mi arte”.
Mariano hace 16 años que tatúa y es el dueño de uno de los imperios en el arte de tatuaje, su local, uno de los más conocidos y visitados. Su especialidad es el tatuaje tradicional (tradi, en la jerga) también llamado Old School: tatuajes típicamente estadounidenses de los años ‘50, bien coloridos, nobles y simples, imágenes de pin-up girls, dibujitos de rosas o marineros, todo bien tipo comic. Mariano explica que la gente quiere “tatuajes netos y vistosos en colores primarios porque no se deterioran con el paso del tiempo, no pierden su definición y nunca pasan de moda”. Este es el estilo clásico e infalible que usa principalmente Mariano para sí mismo, que parece salido de la película Easy Rider.
Luis se dedica a una especialidad bien distinta: el oficio de arreglar, tapar o restaurar las macanas hechas por otros, también llamado cover-up. Lorenzo logra que sean tatuajes por derecho propio. Su manera de trabajar también es diferente, en tándem con la diseñadora María García a cargo de la parte creativa: primero, se toma una foto del tatuaje malo, se presentan varias opciones, y finalmente el cliente elige cuál prefiere. Todo el esfuerzo está puesto en subsanar un error que puede ser un terrible trauma para toda la vida. Los resultados son asombrosos, y la falta de espontaneidad (Lorenzo rara vez tatúa de cero) se ve ampliamente compensada por el ingenio y el profesionalismo que ahorra lágrimas.
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