Viernes, 19 de octubre de 2012 | Hoy
La cara visible de las luchas por los estudiantes en Chile, la carismática adolescente Eloísa González, es una cara visible en muchos sentidos más.
Por Andrea Guzmán
Después de un año de intensas movilizaciones universitarias por la educación gratuita y de calidad en Chile, a Sebastián Piñera, el presidente con menor aprobación popular en la historia de su país, se le ha presentado un nuevo dolor de cabeza. Los adolescentes son los protagonistas de la escena pública del 2012; fueron los primeros en tomar los colegios a principio de año, tienen una mirada crítica de la institucionalidad y han sido ellos los que han convocado las marchas más masivas de este año. Eloísa González, una adolescente de 17 años y cabello rojo encendido, es la cara visible de los estudiantes secundarios chilenos. Vocera de la Asociación Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), representa a una generación de jóvenes con compromiso político pero que desconfía de las instituciones. No sólo ha desatado polémica en Chile por liderar una campaña que llama a no votar en las elecciones municipales de este año o por el alcalde ultraderechista de Santiago, quien se refiere a ella como “el liderazgo más negativo que jamás he visto”, también ha alborotado los medios de comunicación, que en Chile son en su mayoría conservadores, por reconocer públicamente su condición de lesbiana e instalar el tema en un país donde el liderazgo femenino escasea y no existe legislación alguna en torno de los derechos civiles y humanos de los homosexuales.
A un año de las elecciones presidenciales, el contexto en que se desarrolla el movimiento estudiantil chileno se ha ido tensionando desde todas las aristas. Las manifestaciones por la educación se han mantenido implacables y han abierto para la discusión una serie de demandas sociales que incluyen los sueldos mínimos, las decisiones medioambientales, el aborto y el matrimonio homosexual. “Esto es cada vez menos un movimiento estudiantil y más un movimiento social”, declara Eloísa. Y parece tener razón, porque por primera vez desde la dictadura militar las manifestaciones ciudadanas se han hecho parte de las calles chilenas. Así lo hicieron las mujeres cuando una senadora declaró que el aborto no era posible en Chile porque la mujer “sólo presta el cuerpo”. Y así lo han hecho intensamente los homosexuales por la petición de sus derechos civiles.
Eloísa González no milita en ningún partido político, no cree en el matrimonio, es fanática de los Smiths y quiere estudiar economía política. Como a varios de sus compañeros, las movilizaciones del año pasado la dejaron repitente en el penúltimo año de secundaria y, a pesar de que tiene poco tiempo para ser adolescente, se las arregla para equiparar el estudio y su lugar en la vocería. Responde a esta entrevista desde el Centro de Justicia de Santiago; acompañada de las abogadas de las Aces, vino a presentar una querella criminal por lesiones graves por parte de carabineros de Chile, que en la última marcha por la educación la golpearon en la vagina con un “napoleón”.
–Sí, no queda otra. Llegamos a un límite donde nos damos cuenta de que podemos ir diez veces al Congreso o donde el ministro y absolutamente no hay ninguna instancia de intencionalidad política.
–Sí, es la construcción fuera de la institucionalidad. Instalar una lógica nueva: Democracia no es un voto cada cuatro años. Democracia es democracia participativa, día a día. El problema no es la buena voluntad de un presidente o de un partido político, tiene que ver con que el sistema actual no entrega herramientas de participación real.
–Sí, con esa campaña nosotros llamamos a no votar y lo hacemos porque creemos que votando se está legitimando una institucionalidad que no va a ser capaz de solucionar las demandas que provienen del mundo social. La demanda principal es la educación gratuita, pero todo esto se trata de una molestia general es contra de un sistema determinado, un sistema económico, político, social. Si nosotros queremos educación gratis vamos a tener que cambiar toda una estructura, porque dentro de la actual no hay herramientas para hacerlo.
–Jajajá, sí, de hecho Allende apoya la campaña “Yo no presto el voto”.
Yo ese día marché junto a los chicos no porque pertenezcamos a una organización, sino porque creemos que son luchas que confluyen totalmente. Un cambio profundo de visión parte por la educación, por que los chicos sean formados en igualdad de condiciones y oportunidades, que no sean discriminados ni por ser pobres ni por ser homosexuales o transexuales o travestis.
–Nosotros apelamos a derechos básicos de los ciudadanos y en el fondo se trata de la dignidad. Eso incluye la orientación sexual, los travestis, las lesbianas, los gays y absolutamente todos los que son discriminados. Somos discriminados por ser pobres, por ser homosexuales y muchas cosas que en el fondo tienen que ver con que el sistema no tiene cabida para aquello que no replica su propia lógica. Yo parto por la educación porque soy estudiante secundaria, que asuma que soy lesbiana y esté luchando por la educación pública va de la mano con una búsqueda del cambio profundo de la sociedad. Y hemos recibido más apoyo del que esperábamos a pesar de la satanización por parte de los medios de comunicación.
–¡La minoría de la minoría! Fue una decisión en grupo que yo revelara mi condición sexual para mostrar que funcionamos en forma horizontal, que no se discrimina entre nosotros por género ni por opción sexual. A mí me han tratado de líder negativa, de extremista. Es nuestra forma de presionar de todos lados y a su vez sentimos apoyo ciudadano, será porque se sienten identificados con nosotros, porque también somos los más chicos.
–Creo, por ejemplo, que es oportunismo político la ley antidiscriminación que se firmó por el caso de Daniel Zamudio (joven homosexual asesinado a principio de año), no es el primer ni el último caso conocido. Si bien es la forma más cruda, no es la única forma de discriminación, y ésa la vemos todos los días con o sin ley porque en la sociedad la homosexualidad no es aceptada.
–Todo tiene que ver, incluso en los conceptos que se ocupan. Gay se denomina al homosexual, pero al homosexual con plata. Se le dice maricón al que es pobre. Hay discriminación incluso en ese sentido de clase, para nosotros cualquier cambio de esa lógica tiene que ir de la mano de un cambio estructural. Podemos cambiar lo que sea desde las leyes, pero una sociedad que es profundamente machista, profundamente homofóbica, pensamos que se puede cambiar mediante la educación. Con eso se construye un país.
–Sí, es completamente nuevo. Somos una generación que no se compra el discurso del No, de que “la alegría ya viene” (plebiscito que sacó del poder a Augusto Pinochet después de 17 años de dictadura). Somos una generación que tiene una desconfianza profunda por la institucionalidad, pero se interesa en la política. Creo que hemos reencantado a las generaciones anteriores que vivieron la transición y la dictadura. Nuestros padres marchan con nosotros, es una especie de renacer político ciudadano.
–Estamos con esta campaña para denunciar este circo electoral. En primera instancia llamamos a tomar los establecimientos pero desistimos de esa idea porque somos menores de edad, tenemos todo que perder. La idea es que se interpele y que se cuestione un sistema que no es representativo, que al menos se instale este tema. Para mí es divertido porque el mismo 28 de octubre, el día de las elecciones municipales, cumplo 18 años.
–En cana.
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