Viernes, 25 de septiembre de 2015 | Hoy
CRÓNICA Y CRÍTICA
Antes de su visita a Buenos Aires, Judith Butler fue una de las invitadas especiales de Desfazendo Genero,
el encuentro internacional y multitudinario de académicxs, activistas y artivistas queer que tuvo lugar en Salvador de Bahía entre el 4 y el 7 de septiembre. SOY estuvo allí para espiar el detrás de escena, las rondas nocturnas, los hallazgos y las cuentas pendientes que quedan resonando al final de la fiesta.
Por Marlene Wayar
Me encuentro frente a frente con la mismísima Butler. Nos saludamos. ¿Me recuerda? Nos vimos en sociales de Baires una sola vez ¡Me recuerda! Le dije a Butler en un momento de intimidad que para nosotrxs (los movimientos de la diversidad, sexual, étnica, originaria) ella era nuestro San Martín, Bolívar, Belgrano y Moreno, todos juntos. Más allá de ciertos resquemores de algunas, que nunca faltan, que ahora por acá dicen que lo que Butler escribe ya lo han dicho otras antes, es ella quien ha tenido un enorme impacto en todxs nosotrxs, que ha pegado en sintonía también con los tiempos de la tecnología y las redes, y que por eso mismo es posible que pendejitos y pendejitas hoy la puedan abordar, tal vez, incluso, para superarla o para elevarla a rock star de la Academia. Es imbatible y una pensadora a la par de un Zizek o de un Laclau. Es una cosa rara, al igual que Einstein: genio popular. Después de compartir momentos con ella tanto en su visita a Buenos Aires como a Bahía, me llevo de ella esa impresión. La de una libertadora, dueña de un pensamiento que nos ha posibilitado fundamentar lo que luego se vuelve carne, leyes, discursos sobre nosotrxs mismxs. Verla, estar con ella, me generó emoción y conmoción. Es dueña de una inteligencia que no es fría, sino emotiva y sobre todo se ve superada por el fenómeno que ella misma genera. Porque a ella no le gusta nada ser una rock star. Es en esencia una profesora. Pero sí le gusta que se le acerque un alumno después de la charla o le mande un mail. Tiene una ética del activismo que yo no he visto en otros lados. Nada de estrellato. Sólo pide una única cosa: Butler práctica natación así que como condición para venir pide que el hotel tenga pileta. Pero en cuanto a lo demás, Desfazendo le pagó la estadía y el pasaje como todxs los demás, y al resto de la gira Latinoamericana se la costeó en mayor medida de su propio bolsillo. Claro que este viaje a ella también la alimenta para su trabajo académico. Escribe sobre el estado del mundo, así que necesita caminar ese mundo. He visto sólo a dos personas con curiosidad real venir a visitarnos: Silvia Federici y la Butler. Todxs lxs demás grandes pensadorxs de la diversidad se comen el camino al estrellato. No debemos perder de vista que los diálogos en los que estamos hoy metidxs, aunque puedan sonar por momentos superadores de su teoría, son posibles gracias a ella.
Golpe estruendoso sentido en el cuerpo, desorientación y mucha confusión. Caigo con los gritos infantiles: hemos chocado. Me yergo para verlos casi tan cerca que podría decirse que viajamos en el mismo coche pero subí sola al taxi. ¿Qué pasó? Y el taxista que putea “¿Viste cómo se nos vino encima?”. No vi nada, venía asegurándome de tener todo en orden, es la primera vez que salgo con tanta anticipación. Llega la policía, papeles y ya los niños del otro coche han sido calmadxs por su madre. Les explico a los ratis pasajes en mano: “Voy a Ezeiza, tengo un vuelo ahora”. “La llevamos”. Pero cuando llegué el avión ya había cerrado las puertas y no las abren por Marlene Wayar. Corro al yuta y le ruego: “Me dicen que vaya a ver otro vuelo, no van a creer lo sucedido y no tengo plata para otro pasaje, soy invitada”, con ganas de llorar contenidas. “Vamos”, dice seco. En la empresa luego de escuchar mi historia certificada por el cana me dicen: “Muy excepcionalmente la vamos a embarcar en un vuelo con conexión por Río de Janeiro”, giro y abrazo al joven oficial de policíal. Voy al baño. Una vez cumplido todo trámite surgió el llanto. Quería viajar con tantas ganas. Siento que hay una energía negativa que me llega desde mi tierra. No debí postear que viajaba, olvidé la lección trava: “Nunca se dice cuando te vas en libertad, porque hay mucha envidia”.
El primer día comemos en trío exquisito: Sergio de La Panteras de Portugal, Carlos y yo. Neófita en cocina bahiana, sólo conozco Sao Paulo y un convento de Guarulhos. El nordeste es mi gran deuda. Iremos conociendo al grupo que nos anfitriona, Carlos está destinado a ser mi hermanx y guía da noite, que dulce marica hasta el tuétano. Vamos para uma praia a comer. Y allí comienza a haber definiciones que perfilan lo que será. Estamos por definir un triste hiato que Leandro Colling ha tenido en cuenta en la curaduría y con cada invitación: exige que tengamos en claro esa grieta que crece dividiendo la tierra del gueto de la diversidad. A un lado, “artivistas transmaricabollo”, del otro, activistas GLTB en institucionalización creciente. Nos suena la banalidad del mal de Hannah Arendt. Esa horda funcional a sus propias y miserables mezquindades, acomodándose y apoltronadxs en sus privilegios de fashion progresismo conserva, buscando beneficio propio a costa de arrojar cualquier ruido al basurero humano. Pero acá estamos, tenemos cerveja gelada y somos bonitxs.
Si bien comemos en un gran balcón techado y sin paredes, hay que fumar afuera. Bajo y la calle me recuerda el Buenos Aires macrista que separa visualmente calle de vereda peatonal. Cruzo y bajo las escaleras hasta la arena, quiero tocar el agua de este mar templado. Me meto, está muy cálido a pesar de aproximarnos a la medianoche, voy a regresar y entre los botes un moreno va a orinar pero mira invitando. Huyo, discretamente, como trava que soy. Luego Carlos explica que las playas son lindas para bañarse y, sin piedras, un sitio bueno para el sexo, a estas alturas, “El Faro”. ¡No lo privaticen por favor! Es muy discreto Carlos pero sugiere: “es más seguro”.
Llega Susy. Ya hemos estado en la Universidad Federal de Bahía y le comento que hace más de tres meses que están de paro, muchos reclamos no sólo salariales. Esto nos va definiendo un pueblo con fuerte carácter político. Pero éste no era el punto sino: querida hermana, no esperes ver chongos, seremos sólo maricas, tortas, travas y no mucho más. Llegamos y la realidad me contradice: hay tanto color y calor humano como floresta. Llega el momento de la Shock. Ingresa a un auditorio repleto. Es muy fuerte ver cómo esta sala llena reconoce a Susy. ¿YouTube? La mesa es “Questões trans, violências e poesias”. La trava que juega de local, Indianara Alves Siqueira, pone voz a lo que definirá la posición de mi colectivo: “Eu sou uma travesti”. Berenice Bjento le sobreimprimirá una pesquisa en proceso donde define como crimen de odio los asesinatos de travestis, marcando su saña y comparándolos con los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, México, y de allí, travesticidios y no transfobia tal cómo definimos con Lohana. Gloria Careaga aporta que en Juárez los crímenes comienzan por las migrantes que son las que no tienen contención familiar. Las travas también somos en gran proporción migrantes y aun siendo locales carecemos de contención familiar (a nivel regional, claro). Finaliza Susy con temas coreados por toda la concurrencia. “Aplauso sostenido y de pie”, diría la Berkins. Alegres y sonrientes como el gato de Alicia en el país nos tomamos el palo para hacer algo de noche y dormir. Mañana tengo mesa junto a Felipe con sus prácticas de intervención de escraches (muy en sintonía con lo hecho por HIJOS) y producciones artísticas llenas de humor y tecnología y difusión web desde el colectivo CUDS y Jaqueline Gomes de Jesús, autora de Transfeminismo: teorías y prácticas. Hermosa travesti que me hace dar cuenta de que hay una cuestión de época que nos une. Pensamos en paralelo sin conocernos, aunque yo le oponga mi Teoría Trans Latinoamericana marcando nuestras producciones de conocimientos y prácticas con peso específico y por fuera del feminismo, a quién le debemos tanto. La noche ya marcó un punto final en el Centro Histórico llamado “el Pelourinho” y allí el bar Âncora do Marujo, sitio paradigmático de transformismo con mucha historia, que incluye una marcha por las calles y dónde pudimos vivir un escenario cooptado por lo bahiano en sentido casi estricto. Eso es algo que no vimos en el escenario con quiénes telonearon a Judith: repitieron eso de replicar lo hollywoodense, perdiéndose de mostrar lo propio y no esa copia. El bar es bastante pequeño pero gana la calle y allí continúa el show y la mariconada por cuadras. Susy partió con numerosos morenos rumbo al sexo furtivo en pasajes curvos que se prestaban a ello. En uno de sus muros dejé mi firma más el dibujo clásico de la Garza. Me nació la necesidad de hacerlo. Las travas me enseñaron que no se escribe en los muros de los calabozos pues eso te llama y caés presa siempre. Así que en ningún calabozo hay nada mío más que lágrimas y orines, pero como aquí deseo regresar, dejé enorme mi estampa.
Vamos por mi mini-curso. De allí voy a llevarme cosas inconmensurables. Midiendo las devoluciones, todas precedidas por beso y abrazo, entiendo que mal no fue. Aprendí mucho y con Gustavo Blázquez en la cena de cierre voy a terminar de ser penetrada por la otredad y queda re-definido el nombre y logo de la Teoría Trans Latinoamericana. El me pregunta: “¿No terminé de entender por qué no travesti en lugar de trans?”. Veo con el rabillo del ojo que Susy escucha sonriendo socarrona. Respondo: “Para que no se entienda que sólo sujetas travestis pueden sostener esta teoría que políticamente tiene que superar esas puertas cerradas del Marxismo y el Feminismo”. Y Susy: “No pienso que sea así, sino que precisamente por ello tiene más sentido que sea travesti. Yo sería más sudaka todavía, debería ser trava”. “¡Basta! Ya sé. Será Teoría Trans Latinoamericana el logo y con una trava graffiteado encima, ¿ok?”.
Terminamos con las tortitas magníficas, que con bata (Julia Dell’Orto) y voz (Bruna Barreto) hacen Lily Braun, con quienes bailamos toda la noche. Mi imagen: Judith Butler chasqueando los dedos en el silencio. Luego bajamos un poco charlando. Hice una pregunta a Butler y Vázquez repreguntó y ese sonido cristalizado en el tiempo viajó virtualmente hacia la Viola para que lo traduzca y publique. Luego el mismo vice-Decano me mostró su enorme bóxer magenta ciñendo su bulto. Me apartó para darme lo prometido en esa fiesta al palo de cierre dónde desabastecimos de cerveza a la organización más top de Salvador. De allí y muy borrachas corrimos con el del carácter y cerebro más bellos del mundo, Helder Thiago Maia, Felipe (otro hermoso), la niña de baja estatura que me atracó toda la fiesta justo después del único fasito en toda la estadía, Gustavo Blázquez y Susy hasta el mar. Fui la primera en bajar las escaleras, la primera en desvestirme desembarazándome de la ropa sobre la hermosa madera de los botes y correr hacia las olas. Helder me siguió y tras él la niña que me besó. Y nos besamos los tres. Corrí adentrándome, y volví. Helder me agradaba brazos abiertos. Caí en él, nos besamos, me saqué el encaje último sobre mi cuerpo mientras sosteníamos nuestra mirada, calcé la tanga en su cuello y nos besamos en ronda con todxs alrededor. Corrí a lo largo de la playa y luego hacia adentro saltando cada ola, pero una me tomó por sorpresa, me revolcó duro, me hizo salir toda arañada y cortada por las piedras. Corrí al grupo nuevamente con la sal en mi boca y la cabeza algo gacha. Continuamos y la niña era la única que me quería privatizar. “Ven conmigo” aprendió a decir una y otra vez, cada vez que la penetraba con la lengua. Toqué sus partes suaves y prometedoras. Escuchaba dentro mío: “No te acerques a mí porque sé que te puedo lastimar”. Fuimos sólo ternura salvaje. Todxs con todxs. Bajamos jugando en la iglesia contigua con poses para el Facebook. Poco antes del alba tomamos un coche que preguntó: “¿Mojadas?”. “No”, respondí. Lo estaba pero muy profundo y no iba a mojar el tapizado.
Pasando en limpio: Finalizan las actividades en el campus, ronda, un micrófono en manos de Colling y tres minutos para alzar la voz. Transfeminicidios es la urgencia de agenda y le sigue la cuestión de las feminidades afro (lésbicas y trans) y el carácter migrante en general de toda la diversidad, el activismo y la propuesta de ser hacedorxs de una red global que ocupe un espacio de acción hoy en inacción y tomado por la hegemonía de ILGA y sus cortesanxs. Hubo algunas quejas domésticas interpelando al Desfazendo cuando a quién deben interpelar es a su país. Pocas veces he visto abrir un espacio con tanta legitimidad para decirse democrático. Aunque la responsabilidad nos inste a pedir más, reconozcamos el logro de una fuerte batalla institucional que ha conseguido un éxito rotundo: el Desfazendo Género.
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