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El pasado viernes Sergio De Loof organizó en Ágatha Costure su más reciente desfile, Joyagato, un piquete de glamour realizado con la complicidad de Laura Bastet, Cecilia Alvis, los Mondongo y Fernanda Laguna.

Desde finales de los años 80 el arte de Sergio De Loof presenta una visión muy singular de la belleza. Joyagato invita a ser cómplice de esa mirada al exhibir su propio guardarropas como colección. Se trata de producir en lo cotidiano la emergencia de algo inesperado, de mostrar que la belleza puede irrumpir en cualquier instancia. Pero si la belleza aparece es para producir un efecto: en el centro de todo su trabajo está la idea de la transformación existencial. Es un arte de modestos recursos pero muy alto impacto.

El desfile supuestamente era todo de chongos. Pero de pronto fue mutando para incluir otras subjetividades en el maravilloso juego de montarse como un artista genial. Así terminé vestida con una camisa y un saco de Sergio desfilando con muchas amigas por primera vez.

La idea era salir de Ágatha y caminar las cuatro esquinas, cortando el tránsito, apropiándose del espacio público, despilfarrando esplendor en cada contoneo voluptuoso. “La senda peatonal es nuestra pasarela”,–coreografió Laguna.– ”Y la que quiera puede parar en la verdulería y comprar algo”.

Contra todo pronóstico, en el backstage de Agatha reinaba la armonía. Sergio estaba encantador. Las productoras Laura Bastet y Cecilia Alvis, ayudadas por Ariel Mora, y el infalible peinador Daniel Cappo se manejaban con total profesionalismo. El clima era muy relajado y festivo, abundaban los grititos, las risotadas, los aplausos.

Entre los veinticinco modelos no profesionales se encontraban la mítica Paraguaya, Niky Pintos Hernandes, Javier Romero, El Negro Luis, Adrián Fino Crivelli, Héctor Meana, Alejandro Cejas, Laura Bilbao, Tian Villa, Leandro Viernes, Mía Doll, Fiona, Jackie Ludueña Koslovitch, Fran Ferrari, Nico Moguilevsky, Javier Barilaro e Ignacio Montes de Oca, además de jóvenes talentos. Locas de todos los tipos, colores, tamaños y generaciones unidas en glamorosa y lumpen peregrinación.

Y entonces nos pusimos a chillar y salimos arengadísimxs a comernos el mundo frente a un público enérgico que colmaba las veredas regenteado por un MC autoconvocado, presuntamente un habitante histórico de la calle del no menos histórico Kim y Novak. Miles de flashes y chillidos de guerra celebraban cada pose, cada nuevo pliegue del vestuario. Después todos juntos, staff, modelos y público cantamos el feliz cumpleaños a Sergio llenos de flores, y terminamos ovacionándolo como barras bravas en una cancha. La belleza y la felicidad estaban en la calle una vez más. Si queremos, hay under para rato.