Viernes, 25 de septiembre de 2015 | Hoy
TEATRO
Por Alejandro Dramis
Entre el musical y el show de varieté, Porno Gaucho se presenta ante el público y sobre el público como un cabaret bizarro y desbordado, en donde cada cuerpo se hace cargo de representar en carne propia a una provincia argentina, y entre todos, al país orgiástico que no miramos más allá de sus ropajes: una lectura del ser y el parecer local, chongo, trans, puto, hétero y tortillero de estas vastas tierras que habitamos a diario desde Ushuaia a La Quiaca. Con una casi inexistente distancia entre la escena y las butacas, el ámbito del cabaret se torna inmediato y los cuerpos que transitan las tradiciones de este país sudado se recorren también a sí mismos, buscando en la piel de cada provincia el gustito que emana desde su interior, la marca de la identidad nacional que solo a fuerza del intercambio de fluidos y manotazos varios interesa encontrar, abandonando vestidos y tabúes para poner al desnudo, además de los propios cuerpos, también los mitos y los íconos locales: relecturas de narraciones que van desde la fundación de la patria/matria hasta las costumbres actuales adquiridas desde el televisor, la cultura y los chimentos, y las historias de las últimas décadas, nefastas, trágicas o estúpidas, que hacen que el personaje más buscado y esperado por todxs en la obra no sea sino la propia Historia argentina, una mujer tradicionalista que se ve inmediatamente interpelada y condenada por esa manada carnosa que no deja de transpirar y lamer en escena todo aquello que se mueve, con la idea de complejizar el deseo por encontrar una identidad local más auténtica y húmeda, más diversa y camp.
Musicalizada en vivo por Susy Shock, con dos decenas de cuerpos que responden al mandato de dos largas, imponentes y tan hermosas como temerosas drag queens, la obra de Cristian Morales es una comedia delirante, que no descarta algún que otro tinte dramático, y se convierte en un estallido de discursos, corporeidades de todo género, siluetas y tamaños posibles en permanente mutación, siempre llevada por la mano libertaria de la calentura constante que resulta al desnudarse la pregunta por la identidad argentina que, de alguna u otra forma, todxs llevamos hundida en el fondo de nuestros pechos.
Martes a las 21 y a las 22 en Milion, Paraná 1048
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