Viernes, 13 de noviembre de 2015 | Hoy
Roland Barthes (1915-1980), filósofo, semiólogo, crítico francés, uno de los padres del estructuralismo y autor de Fragmentos de un discurso amoroso, por estos días cumpliría cien años. Su vida amorosa y el amor que tantos intelectuales, sobre todo argentinos, han sentido por él pueden rastrearse aquí, detrás de estas pistas sobre su vida diseccionada en años.
Por Walter Romero
1915 Nace el 12 de noviembre en el número 107 de la rue de Bucaille en Cherburgo de madre alsaciana y de padre gascón.
1916 Su padre, oficial de la marina mercante, muere en un combate naval en el Mar del Norte. Su madre, Henriette, que se gana la vida encuadernando libros, se refugia en sus suegros.
1918 Su tía Alice lo inicia en el estudio del piano. «Del pasado, mi infancia es lo que más me fascina: lo único que al mirar no me hace lamentar el tiempo abolido. Pues no es lo irreversible lo que en ella descubro sino lo irreductible: lo que sigue en mí aún, de cuando en cuando.»
1924 Roland entra al Liceo Montaigne en París donde conoce a su íntimo amigo Philippe Rebeyrol.
1927 Fruto de una relación con un joven ceramista su madre da a luz a su hermanastro: Michel Salzedo.
1930 Viven junto a su madre en distintas calles del barrio de Saint German-des-Près: la rue Jacob, la rue Bonaparte, la rue Mazarine, la rue Jacques Callot, la rue Seine.
1931 Roland tiene como profesor de francés a Robert Grandsaignes d’Hauterive, gramático de familia noble que se presenta con elegancia supina a sus clases, y que organiza debates y certámenes escolares: “¿Por qué los profesores son tan buenos conductores del recuerdo?”
1932 Roland descubre la literatura de Marcel Proust y se afianza en las clases de filosofía de su nuevo colegio: el prestigioso Liceo Louis-le-Grand.
1933 La abuela materna, Noémie Revelin, que vive holgadamente en un piso frente al Panthéon, ve con malos ojos el “desliz” de Henriette y profundiza su desaprobación hacia su hija y su nieto. Su abuela recibe en su salón la visita de intelectuales y artistas, entre ellos Paul Valéry.
1934 Roland es víctima de una severa lesión en el pulmón izquierdo.
1935 Roland se enamora de una joven de nombre Mima.
1936 Se integra a un grupo de teatro antiguo de la Sorbona con quienes viajará más tarde a Italia y a Grecia.
1937 Junto a Michel Delacroix, su primer amor, deciden estudiar canto con Charles Panzéra. Barthes sólo toma unas pocas clases; su enfermedad pulmonar se agrava.
1941 Roland es internado en un establecimiento en la montaña de Saint-Hilaire para enfermos respiratorios. Sufre un derrame pleural. “La tuberculosis es un verdadero género de vida, un modo de existencia, casi una decisión”
1942 Michel Delacroix muere tuberculoso.
1944 Roland se enamora perdidamente de Robert David, pero no es correspondido: “Soy menos amado que lo que amo”.
1947 Junto a su madre viaja a Rumania para ocupar el puesto de bibliotecario en el Instituto Francés de Bucarest.
1949 Roland queda deslumbrado por la belleza de los jóvenes egipcios del puerto de Alejandría; años después criticará que el imperio de Sodoma sea, en definitiva, tan “falocéntrico”: ese deseo adolescente de tener siempre el pene disponible, siempre tenso.
1950 Regresa a París y se instala con su madre –para vivir junto a ella– en el mítico quinto piso del número 11 de la rue Servandoni, cerca de la Iglesia Saint-Sulpice.
1953 Muere la abuela Noémie.
1956 Roland visita Japón.
1960 Roland refuerza vínculos con las parejas de François Wahl/Severo Sarduy y Daniel Defert/Michel Foucault. A causa de un malentendido, Foucault y Roland quedan enemistados.
1969 Roland acepta un ofrecimiento de trabajo en la facultad de Letras en Rabat. Se aburre fatalmente. Sólo se siente compensado por sus frecuentes salidas sexuales. Edgar Morin recuerda que Roland le habló sólo una vez del “tema”: para contarle que había sido golpeado por un gigoló en una playa de Biarritz. Una de las pocas alusiones a su deseo (que no se atreve a decir su nombre) aparece bajo la denomina diosa H. “La facultad de gozar de una perversión (en este caso la perversión de las dos H: la homosexualidad y el hachís) es siempre subestimada. La ley, la doxa, la ciencia no quieren comprender que la perversión sencillamente hace dichoso o, para precisarlo mejor, la perversión produce un más: soy más sensible, más perceptivo, más locuaz, más distraído, etc. (…) En consecuencia, es una diosa, una figura a la que se puede invocar, un modo de intercesión”
1971 En casa del filósofo Henri Lefèvre, Roland conoce al joven Jean Louis Bouttès.
1972 El celo con que cuidaba los detalles de su vida íntima lo llevan a solicitar a una editorial amiga que retire de circulación o arranque las páginas del libro Immédiatement de Dominique de Roux que lo dejaba “mal parado”: “Un día con Jean Genet, me dice Lapassade, hablábamos de Roland Barthes, de la manera en que ha dividido su vida en dos, el Barthes de los burdeles de muchachos y el Barthes talmudista o intelectual (esto lo preciso yo).”
1974 Roland recorre la China junto a integrantes de la revista Tel Quel. Este viaje también lo aburre, pero profundiza su amistad con Julia Kristeva: “Es la única persona de la que estoy enamorado, la única que me haría cambiar mi sexualidad.”
1977 A petición de Michel Foucault, con quien se amiga después de muchos años, Roland ingresa en el prestigioso Collège de France. En su clase inaugural declara: “Hay una edad en la que se enseña lo que no se sabe: eso se llama buscar. Ahora tal vez viene la edad de otra experiencia, la de desaprender”
1977 Fallece su madre Henriette, la otra diosa H: “Lo que he perdido no es una Figura (la Madre), sino un ser, y no sólo un ser sino una calidad (un alma): no algo indispensable, sino lo irremplazable”
1978 Roland “libera” su sexualidad. Se hace amigo de Fabrice Emaer, el dueño de la discoteca Le Palace, club parisino muy de moda de la cultura underground y se vuelve habitué de la noche parisina de finales de los setenta. Roland observa y registra ese verdadero laboratorio de la emergencia de la cultura gay como un voyeur: “Mientras envejezco me doy cuenta de que soy capaz de hacer cada vez más lo que más me gusta”
1979 Roland busca muchachos en la calle Bernard Palissy, en el café Flore o en saunas donde tiene preferencia por muchachos de rasgos árabes. Su activa y nueva vida social parece estar manejada por un joven de nombre Youssef. Su escritura se obsesiona a la vez por el deseo de escribir una novela y por el obsesivo registro de escritos que se vuelven cada vez más epigramáticos: haikus, notaciones, fragmentos. Cuenta Eric Marty: “Tenía muchos amiguitos, al margen de las relaciones más o menos regulares con algunos de los integrantes del pequeño grupo que gravitaba en su entorno. Así, cuando se celebró el coloquio de Cerissy, se le unió un joven de Caen, que se parecía extrañamente a Yann Andréa (quizá era él) y que, en cierto modo, fue su ‘regular’ durante toda la estadía”
1980 En la tarde del 25 de febrero, en la muy parisina rue des Écoles, Roland es atropellado por una furgoneta de lavandería. Inconsciente y sin documento de identidad es trasladado al Hospital de la Salpetrière. Muere el 26 de marzo por complicaciones pulmonares e infecciones intrahospitalarias. El joven Antoine, que conducía el vehículo que lo atropelló, lo visita en el hospital.
1983 En su novela Mujeres, su amigo Philippe Sollers encripta la vida de Roland bajo el personaje de Werth: “Luego de la muerte de su madre, que era su único y gran amor… Se dejaba deslizar cada vez en complicaciones con muchachos, se encontraba en una pendiente que se había pronunciado bruscamente… No pensaba más que en eso, sin dejar de proponerse una ruptura con esa vida, una nueva vida, ascética, para escribir libros, un nuevo comienzo”.-
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